El palacio de la Granja es una fiesta
El real sitio segoviano restaura una fuente que llevaba 80 años sin funcionar y abre las buhardillas en su tricentenario
“Olvidaos del reloj. Estamos en el tiempo del agua, en el de su movimiento y su ruido”. Lo dice Luis Vallejo, encargado general del palacio de la Granja de San Ildefonso (Segovia), mientras camina por los jardines de este real sitio, de 160 hectáreas, que acaba de cumplir tres siglos y que visitan cada año unas 200.000 personas. “La Granja es agua, agua, agua”, subraya. También es la belleza de unas montañas que cautivaron al rey Felipe V en una jornada de caza en 1717. El monarca “pasó la noche en la hospedería de los monjes jerónimos, propietarios de las tierras, y en esas horas pensó lo que le gustaría hacer en el lugar que había descubierto”. De la visita cristalizó la idea de construir allí un palacio “con uno de los mejores jardines de la época y con el mejor sistema hidráulico del mundo”, añade Vallejo.
Nilo Fernández, delegado de Patrimonio Nacional en Segovia (el organismo que cuida y mantiene este real sitio), explica que el encargado de la obra fue el arquitecto español Teodoro Ardemans, mientras que de los jardines se ocupó el francés René Carlier, cuyo plan continuaron dos escultores y un jardinero, todos galos.
Vallejo compara las “estatuas juguetonas de la Granja”, que se retuercen y parecen vivas, con “las hieráticas de Versalles”. No es la única equiparación en la que el conjunto francés sale perdiendo. De la pureza del agua que manaban las fuentes de uno y otro lugar, recuerda al diplomático y viajero que dijo que “las de Versalles echaban chocolate [por su color] y las de la Granja, cristal”.
Otra demostración fastuosa para impresionar a las cortes europeas sobre el poder que ostentaba Felipe V es la altura que alcanzan los chorros de las fuentes. “En Versalles, el más alto roza los 22 metros; aquí, la fuente de la Fama llega a los 47 metros”. Juegos con el agua posibles gracias al ingenioso sistema de los ingenieros franceses a los que llamó el rey, quienes habían aprendido de los errores cometidos en Versalles.
Felipe V había comprado la finca a los monjes también con la intención, señala Fernández, de que fuera el lugar al que se retirara cuando abdicase. Allí anunció que renunciaba a la corona, el 10 de enero de 1724, con 40 años. Le sucedió su hijo mayor, que reinó como Luis I, pero solo ocho meses porque murió de viruela con 17 años. Felipe V tuvo que volver al trono hasta su fallecimiento en 1746. La Granja tuvo que ampliarse y construir nuevas fuentes para acoger, cuando tocase, al gran rey de la cristiandad. Los arquitectos italianos Juvarra y Saccheti (los del Palacio Real de Madrid) fueron los elegidos.
La idea es que uno de los grifos del surtidor reparado lance un chorro de 37 metros
El espacio mostrará por primera vez los dibujos hechos por Felipe V
Las 26 fuentes de la Granja, con sus 14 kilómetros de cañerías de hierro fundido de 500 milímetros de diámetro, se ponían en funcionamiento según el monarca se acercaba para solazarse. Vallejo destaca que la instalación original se mantiene en un 96%. La razón de que no haya roturas obedece a que se construyeron “con la misma aleación de los cañones de una fábrica de Cantabria, por eso en la Granja se les llama cañerías y no tuberías”. “El agua cae con fuerza desde la sierra y se almacena en un estanque que se llama El mar, de 161.111 metros cúbicos, que nutre a las fuentes. La misma agua que recibimos la soltamos, no hay pérdidas”, detalla.
Puro divertimento
El encargado general muestra con orgullo la restaurada fuente de Andrómeda, “que llevaba más de 80 años sin funcionar”. Es una de las novedades para conmemorar el tricentenario y su puesta a punto ha llevado casi tres años de trabajos. “Vamos a conseguir un chorro que saldrá de la boca del dragón hasta alcanzar los 37 metros de altura”. Con ese dragón están la princesa Andrómeda y el héroe griego Perseo.
Solo hay una fuente que no relata un mito, la del Canastillo, que se construyó para puro divertimento del rey. “El nombre de la fuente procede de cómo se muestra el agua”. Vallejo abre una tapa en el suelo e introduce una gran llave con la que empieza a girar una válvula. De repente, manan los chorros, delicados; tras girar la llave unos segundos más, aumentan en número y suben de altura. La fuente dibuja la imagen de un canastillo cristalino. “Ahora imaginemos a la corte alrededor de la fuente, engalanados. A una nueva orden del rey se volvía a girar la válvula y esta vez los chorros se expandían, caían fuera del contorno de la fuente y mojaban a los cortesanos. ¡Ellos sabían que iba a pasar! Pero había que estar donde se gestaban los negocios, había que mojarse y seguirle el juego al rey”.
Entre los nuevos atractivos para los visitantes por el tricentenario destaca la colección de dibujos hechos por la mano de Felipe V, ejercicios para mostrar su destreza a la hora de representar árboles o jardines. Junto a ellos, el retrato que le hizo su segunda esposa, la culta Isabel de Farnesio, en 1724. También se enseñará la torre del reloj de palacio, del que se conservan sus piezas originales, fabricado en un taller de Bilbao en 1854. Por último, se va a poder acceder a las buhardillas en las que habitaba el servicio de palacio con sus familias. Fernández señala que en la Granja disponen de 12 millones de euros de los fondos europeos para gastar hasta 2026, con los que se van a acometer importantes reformas en el recinto.