El Pais (Nacional) (ABC)

Sueños de (amar en) libertad

- EVA GÜIMIL

Aunque el día que murió parecía que España despedía a un delincuent­e, hace 40 años a Arévalo le reía las gracias el país entero. O casi. Los que eran objeto de sus grotescas chanzas lo encontraba­n menos gracioso. Por descubrirl­es algo positivo diré que el hecho de que un señor contase en televisión chistes de mariquitas significab­a que los mariquitas existían. De mujeres a las que les gustaban otras mujeres no había chistes, ni chabacanos ni sofisticad­os; en las comedias aptas podíamos encontrar a Landa o al genial Emilio Laguna interpreta­ndo a homosexual­es cruelmente estereotip­ados, era bochornoso, pero estaban ahí, las lesbianas no estábamos en ninguna parte. Una lesbiana podía llegar a la vida adulta creyendo que era la única del universo.

Hoy podemos escuchar chistes de lesbianas contados por humoristas lesbianas en especiales de Netflix estrenados con fanfarria o en cuentas de TikTok con apenas unos cientos de seguidores. En televisión hay tanta representa­ción lesbiana y tan variada que hemos pasado de aplaudir su inclusión en series a festejar librarnos de una tan plasta como la Che Díaz de And Just Like That.

Las lesbianas han estado siempre ahí. Pero, como cantaba Ana Torroja, disfrazaba­n su amor de amistad. Nadie sospecha de las señoras que bailan agarrao en la fiesta del pueblo, ni de dos solteras que viven juntas y de las que nadie del barrio alcanza a recordar el parentesco. Las historias de esas lesbianas que existían sin existir por temor al rechazo social o peor, la cárcel, han encontrado un inesperado acomodo en las novelas de época (en las españolas, no las busquen en las puritanísi­mas ficciones turcas). Y qué importante es. Las plataforma­s le predican al coro, las series de sobremesa llegan también a ese público que sigue pensando que lo LGTB es una modernidad, una excentrici­dad, una moda. Que no lo es, se lo han contado Ana y Teresa, Luisita y Amelia o Maite y Camino y ahora lo hacen Fina y Marta en Sueños de libertad, en una trama que no es periférica, sino uno de los romances con más sustancia de la serie de Antena 3, por el espacio que le otorgan los guionistas y por el trabajo de las actrices; la interpreta­ción de Marta Belmonte es un regalo diario. Lástima que los que reparten galardones estén tan ciegos ante las novelas, tan dignas, tan ignoradas y tan necesarias.

 ?? ?? Sueños de libertad.
Sueños de libertad.

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