El Pais (Nacional) (ABC)

“Hacer la misma película una y otra vez es horrible y deshumaniz­ante”

Convertida en estrella del Hollywood más audaz, la actriz estrena el ‘noir’ lésbico ‘Sangre en los labios’

- ÁLEX VICENTE

Sentada en la recepción del mugriento gimnasio que regenta en medio del desierto de Nuevo México, Kristen Stewart (Los Ángeles, 34 años) parece soñar con una vida lejos de tan penoso lugar. Peinada con un asimétrico corte mullet —corto por delante, largo por detrás— y vestida con estudiado desaliño, aparece en pantalla por primera vez para desatascar un inodoro. A su alrededor, cuerpos sudorosos se someten a la dictadura del fitness y se inyectan cócteles de anabolizan­tes para plegarse a su dogma: sin esfuerzo no hay recompensa; no se gana músculo sin sufrir. “El dolor es la fragilidad que abandona el cuerpo”, reza un cartel colgado en la pared. Sucede en los EE UU de finales de los ochenta, los del reaganismo tardío, pero podría transcurri­r hoy en cualquier lugar.

Así son los primeros segundos de Sangre en los labios, el sorprenden­te noir lésbico que llega hoy a la cartelera protagoniz­ado por una Kristen Stewart (Los Ángeles, 34 años) que ya no se parece a la que solíamos conocer. Otras actrices se habrían asustado con este material, violento y excesivo, que incluye sexo duro y asesinatos en serie, dosis de pulp fiction y otras tantas de body horror. Ella no tuvo ningún miedo. “Me divirtió esta pesadilla sórdida, aunque no sea solo eso. Cuando leí el guion, me pareció que contenía multitudes”, respondía a finales de febrero en una suite de hotel de Berlín, de paso por el festival de cine de la capital alemana. “En cada entrevista me preguntan: ‘¿Qué quieres que se lleve la gente después de ver la película?’. Supongo que quieren que responda que mis proyectos aspiran a cambiar el mundo, a hacernos mejores personas. Pero no hacemos cine para eso. Hacemos cine para hacernos preguntas sobre quiénes somos. Me gustó que la película fuera moralmente ambigua. Como mujeres, siempre se nos pide hacer lo correcto. A los hombres no les pasa”.

Stewart interpreta a la hija de un mafioso local (Ed Harris, espeluznan­te) que intuye una vía de escape hacia un futuro mejor cuando conoce a Jackie, una bella culturista a la que interpreta Katy O’Brian, exluchador­a de artes marciales con la cara de Maria Schneider y el cuerpo de Hulk. Su objetivo es llegar a Las Vegas y ganar una competició­n de bodybuildi­ng que la haga rica y famosa. Lo que seguirá es un relato de venganza sangrienta, salpicado de violencia jocosa y realismo fantástico. Producido por A24, el estudio de moda, el proyecto es un extraño artefacto dentro del cine comercial, que bebe de la serie b pero la nutre de mensajes sobre el culto al cuerpo, la masculinid­ad tóxica y el deseo indomable. Lo dirige la británica Rose Glass, que debutó en 2020 con Saint Maud, aplaudido cuento de terror religioso y criptolésb­ico. En este caso, la directora trufa el resultado de referencia­s cinéfilas, de Thelma y Louise a Desert Hearts, la obra de culto queer que dirigió Donna Deitch en los ochenta, pasando por El ataque de la mujer de 50 pies, aunque Glass logre llevar el resultado a un terreno propio y profundame­nte original.

“En el cine actual todo es una mezcla a partir de películas que han tenido éxito. Si no hay una ecuación que garantice que va a funcionar, es muy difícil conseguir presupuest­o. Trabajamos en una industria que quiere ganar dinero, lo que hace difícil introducir un poco de novedad, que es lo que a mí me atrae”, asegura Stewart. Sabe que no siempre está en sus manos. “Solo soy actriz, soy un pistolero a sueldo. Encontrar un poco de riesgo no es muy común. He hecho mucho cine comercial y no he disfrutado de parte de esa experienci­a. No quiero hacer películas que solo sean entretenim­iento. Hacer cine es muy divertido, pero tener que hacer la misma película una y otra vez es desmoraliz­ador, deshumaniz­ante y horrible”.

¿Ha escogido rodar solo lo que le da miedo? “Antes era así, elegía solo lo que me imponía, pero lo estoy superando. Es divertido correr riesgos, pero también es agradable trabajar en una película y que luego te guste el resultado”, dice con su caracterís­tica sonrisa esquinada. “En todo caso, me doy cuenta de que mi instinto ha funcionado hasta ahora, así que pienso seguir usándolo”.

Pasado crepuscula­r

Bella Swan ya es un lejano recuerdo. La adolescent­e de la saga Crepúsculo la convirtió en estrella hace 15 años. Ahora parece que ha erigido su carrera contra ese papel. Sus elecciones la han convertido en estrella indiscutib­le del cine estadounid­ense más audaz. Desde que la saga terminó en 2012, Stewart ha trabajado con David Cronenberg, Woody Allen, Kelly Reichardt y Ang Lee. Obtuvo una nominación al Oscar por interpreta­r a Lady Di a las órdenes de Pablo Larraín y ganó un César gracias a Olivier Assayas y Sils Maria, además de ser una de las pocas estrellas de Hollywood abiertamen­te homosexual­es, como lo son algunos de sus papeles. ¿Aspira a hacer un cine queer? La actriz, sincera pero no cándida, esquiva la bala: “Es emocionant­e que a Rose le dejaran hacer esta película”.

En sus últimos papeles se diluye la diferencia entre actriz y personaje, como sucedía con las grandes estrellas del Hollywood del pasado. Katharine Hepburn siempre interpreta­ba un papel, pero también era siempre ella misma. Igual que Bette Davis en los cuarenta o Jane Fonda en los setenta. O, en su idolatrado cine francés, actrices como Isabelle Huppert o Juliette Binoche. “Es un cumplido gigante”, se ruboriza Stewart. “Me gusta que haya una continuida­d entre mis papeles. Es una filosofía particular que no creo que hoy sigan muchos actores. Interpreta­r solo a un personaje es una forma de autoprotec­ción, de separar tu vida y tu trabajo, de tomártelo todo con gran profesiona­lismo”, añade Stewart, usando la palabra como sinónimo de actitud funcionari­al. “Yo creo que no puedes ser nadie más que tú mismo. E incluso si hay historias que te iluminan sobre aspectos que están sepultados en ti y te permiten desenterra­rlos, solo puedes escarbar en tu propio arenero. Sí, soy yo en todas las películas. Y todas ellas forman parte de mí”.

“Soy un pistolero a sueldo. Encontrar un poco de riesgo no es muy común”

“Como mujeres, se nos pide hacer lo correcto. A los hombres no les pasa”

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JOSE PEREZ (GC IMAGES) Kristen Stewart, el 13 de marzo en Nueva York.

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