Esteroides y sexo en un film salvaje
SANGRE EN LOS LABIOS Dirección: Rose Glass. Intérpretes: Kristen Stewart, Katy O’Brian, Ed Harris, Dave Franco, Jena Malone. Thriller. Reino Unido, 2024. 104 minutos
Kristen Stewart es un ídolo generacional al que es difícil resistirse. Heredera de Jodie Foster en el olimpo de las estrellas, interpretó con 12 años a su hija en La habitación del pánico.
Desde entonces, su filmografía es el espejo de una carrera tan popular (la saga de Crepúsculo) como osada (Personal Shopper, Spencer). Con 34 años, convertida en abierta musa queer, muestra su instinto como estrella en la salvaje Sangre en los labios.
Dirigida por Rose Glass, se sumerge en un mundo de rednecks y culturismo de la América profunda para configurar un paisaje en el que el imaginario del terror corporal a lo Hulk se cruza con cierta fantasía trash de Showgirls. El personaje de Stewart es el de una desgraciada que trabaja en un gimnasio de carretera de Nuevo México. Su rutina, un burdo desfile de aguas fecales y basura, se detendrá cuando aparezca una explosiva culturista. Pero el tórrido despliegue de sexo y esteroides se transformará en una violenta película de venganza que cruza la romántica huida hacia delante de Thelma y Louise con la subversiva mirada al cuerpo de Titane, de Julia Ducournau.
Con este cóctel de referentes, Glass enmarca su drama en una estética ochentera que destila humor y violencia. Se apoya en el carisma de Stewart, en la musculada sensualidad de Katy O’Brian y en un actor eléctrico, Ed Harris, el mafioso padre de la protagonista. Pero si el juego disparatado de esta obra sórdida y romántica cuaja, y eso incluye su extravagante final, es gracias a Stewart, que despliega su talento y ahonda en su imagen de heroína neopunk y queer.