Una puñalada al cine de puñetazos
MONKEY MAN Dirección: Dev Patel. Intérpretes: Dev Patel, Sharlto Copley, Pitobash, Sobhita Dhulipala. Acción. Estados Unidos, 2024. 121 minutos.
La mirada de Dev Patel siempre desprendió un fulgor inteligente. El actor británico de ascendencia india suele dar paz, sosiego e inteligencia a sus criaturas. A los 32 años, ha debutado en la dirección con una buena película en favor de los marginados sociales, una feroz obra de acción y artes marciales.
Patel ha vuelto a la tierra de sus ancestros para crear una arquetípica obra de venganza que se hace fuerte gracias al arsenal creativo en la confección de sus secuencias, y no solo las de combate. Con ciertos ecos de la brasileña Ciudad de Dios en su creatividad, sus colores y el manejo de la cámara por los recodos de Bombay, Monkey Man se ambienta también en un tugurio de lucha y apuestas en el que el protagonista siempre combate con una careta de mono.
Con estos mimbres, es natural que la inercia lleve a la identificación entre este filme y la saga John Wick. Pero ambas quedan separadas por la puesta en escena y el montaje de sus secuencias de lucha. La acción de Monkey Man nunca está compuesta en base a la continuidad, sino a la ruptura. Los cortes de montaje son incesantes y van a un ritmo desenfrenado.
De texturas rugosas, colores contrastados y fotografía ocre, como el barro social en el que se desenvuelven buena parte de sus personajes, Monkey Man solo se desequilibra en la segunda mitad, cuando la deidad hindú Hanuman se apodera del halo trágico que envuelve al protagonista y se tiñe de un grandilocuente rollo mesiánico de ambiciones líricas un poco cansino.