“La idea de que necesitamos tutores alienígenas es un insulto a la humanidad”
Luis Alfonso Gámez Periodista “La astrología te está diciendo que al universo le importas, pero al universo no le importamos nada”
Más de 2.200 volúmenes acerca del fenómeno ovni, el ocultismo, fantasmas, la Atlántida, monstruos y demás asuntos paranormales contemplan desde las estanterías a Luis Alfonso Gámez (Bilbao, 61 años) mientras, a través de videoconferencia, él diserta acerca de mitos y leyendas hasta abducir a su interlocutor. El periodista acaba de publicar El anciano que murió haciendo el amor con un fantasma (Menoscuarto), un libro en el que desmonta los fenómenos paranormales. Lo mismo dan los extraterrestres que el Bigfoot o las medicinas alternativas, Gámez no se cree nada.
Pregunta. ¿Dónde empieza su afán por desmontar todo esto de lo paranormal?
Respuesta. De chaval atraían los ovnis porque en los medios te contaban historias sorprendentes de avistamientos y de gente que se encontraba con seres supuestamente de otros mundos. En la adolescencia, empecé a leer sobre el asunto y me di cuenta de que no había ninguna prueba, solo testimonios y estos son muy falibles. En realidad, lo que más me interesa son las historias que hay detrás de lo paranormal.
P. Eso en el libro queda bastante claro.
R. El espiritismo, la comunicación con los muertos, por ejemplo, surge porque unas niñas le gastan una broma a su ma--dre el día del 1 de abril. Pero lo que es de verdad apasionante es todo lo que se ha desarrollado después... Somos los periodistas los que lo creamos. El Bigfoot surge cuando un contratista estadounidense que trabaja en una carretera en California y, harto de que los vándalos destrocen su maquinaria, coge unas planchas con unas huellas grandes y las marca en el suelo. En el periódico sale que hay un bicho misterioso en el bosque y dejan de destrozarle la maquinaria.
P. Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, fue un fervoroso creyente del espiritismo. ¿Cómo es posible?
R. Ser muy inteligente no necesariamente te hace ser escéptico. Como decía Carl Sagan, afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias. Pero cuando quieres creer, no hay ninguna prueba que pueda evitarlo.
P. ¿No le parece que los escépticos son un poco aguafiestas?
R. Sí, parece que estás diciendo: “Papá Noel no existe”. Lo que me apasiona es lo que esto nos enseña del propio ser humano. ¿Por qué no contar de dónde vienen mitos como el de las visitas alienígenas? El cine no solo se alimenta de ellos, sino que los alimenta. Nadie había hablado de platillos volantes hasta el estreno en 1951 de Ultimátum a la Tierra, de Robert Wise. Un año después, un cocinero se encuentra un alienígena en el desierto de California que le dice que están muy preocupados en la confederación del sistema solar, por el uso que los humanos hacen de las armas nucleares…
P. ¿Hemos pasado de la picaresca a colar otro tipo de mensajes más peligrosos?
R. Sí, por ejemplo, la teoría de los antiguos astronautas, que sostiene que las pirámides de Egipto o las mayas fueron construidas por extraterrestres, en el fondo vende supremacismo blanco. Minusvalora los logros de grandes culturas humanas y las grandes civilizaciones que no fueron occidentales. La idea de que nos necesitamos unos tutores alienígenas para hacer las cosas es un insulto a la humanidad.
P. ¿Cómo es posible que sigan funcionando cosas como el horóscopo, las terapias alternativas, o las conspiranoicas?
R. El ser humano necesita creer y el horóscopo y la astrología te están diciendo que al universo le importas, pero al universo no le importamos nada, ni tú, ni yo, ni toda la humanidad. En cuanto a la acupuntura, la homeopatía y demás, la enfermedad es muy dura. Todos tenemos derecho a agarrarnos a un clavo ardiendo, pero lo que no pueden permitir las autoridades es que haya gente que nos venda ese clavo ardiendo, que se aproveche vendiendo agua con azúcar como si fuera a curarme.
P. ¿No será usted escéptico por la gracia de Dios?
R. No, lo soy porque soy cáncer y los cáncer somos escépticos [ríe].