El Pais (Nacional) (ABC)

Nuevos tratamient­os hacia una diabetes tipo 1 sin insulina

La Agencia Europea del Medicament­o (EMA) avanza en la aprobación del primer fármaco que ha demostrado retrasar el inicio de los síntomas: el teplizumab

- ORIOL GÜELL

Samuel tenía cuatro años cuando, en noviembre de 2012, empezó a comportars­e de forma diferente. No estaba quieto, adelgazó y tenía sed todo el día. “Podía beberse una botella grande de agua de un trago. Bebía tanto que empezó a orinarse en la cama”, recuerda su madre, María Rego. Dos meses más tarde, el niño fue hospitaliz­ado. Tras muchas noches en vela y varias visitas al pediatra, un resultado de 400 en las pruebas de glucosa —lo normal es entre 70 y 120— reveló lo que estaba ocurriendo. “El niño tenía diabetes tipo 1. Por fin lo entendimos todo, pero fue un golpe, un momento que te cambia la vida”, relata esta vecina de A Pobra do Caramiñal (A Coruña) que trabaja de técnica informátic­a en la Xunta de Galicia.

Como Samuel, cerca de 100.000 personas viven en España con esta dolencia, en la que el organismo se queda sin insulina porque un ataque errático del sistema inmunitari­o destruye las células beta que la producen en el páncreas. El paciente queda así obligado de por vida a adoptar estrictas rutinas para controlar los niveles de glucosa en sangre e inyectarse las dosis justas de esta hormona. La diabetes tipo 1, a diferencia de la 2 —que se desarrolla en edades más avanzadas, asociada a la obesidad y el sedentaris­mo—, suele ser diagnostic­ada en la infancia y la adolescenc­ia.

Durante más de un siglo, desde que Frederick Banting descubrió la hormona en 1921 y logró convertir una enfermedad mortal en otra crónica, la medicina ha tratado a la diabetes tipo 1 como una dolencia metabólica, en la que el objetivo es suplir la carencia de insulina con inyeccione­s. Algo que está empezando a cambiar gracias a nuevos tratamient­os que buscan evitar que la enfermedad llegue a desarrolla­rse. “Estamos dando los primeros pasos hacia una diabetes tipo 1 sin insulina. Y esta es una idea trascenden­tal”, afirma el galés Colin Dayan, figura de referencia mundial en la dolencia, que el pasado miércoles dio la conferenci­a inaugural del XXXV Congreso de la Sociedad Española de Diabetes en Granada.

Teplizumab, el principio activo comerciali­zado bajo la marca Tzield, es el nombre de la primera de estas terapias que ha demostrado ser segura y eficaz. “El fármaco impide que los linfocitos T ataquen las células beta y ralentiza durante dos o tres años el desarrollo de la enfermedad. Esto es relevante porque libera durante este tiempo a los pacientes, que suelen ser niños y adolescent­es, de administra­rse insulina todos los días. Pero aún más importante es que puede ser el primer paso para ir retrasando la diabetes tipo 1 hasta lograr hacerlo de forma indefinida”, explica el inmunólogo español Francisco León, cuyas investigac­iones en Estados Unidos lograron demostrar la seguridad y eficacia del fármaco.

En noviembre de 2022 el Tzield fue aprobado en EE UU y la Agencia Europea del Medicament­o (EMA) estudia ahora si hacer lo mismo en la UE. En este tiempo, la empresa con la que León desarrolló el fármaco —Provention­Bio— ha sido comprada por 2.700 millones de euros por el gigante farmacéuti­co Sanofi. “Ahora estamos evaluando si teplizumab también es eficaz cuando la diabetes ya ha empezado. Los primeros resultados presentado­s muestran que puede proteger las células beta que aún funcionan en el páncreas, lo que podría mejorar el pronóstico y reducir la necesidad de insulina”, afirma José Luis Guallar, director de Sanofi en España.

Esta inmunotera­pia ha sido la primera de todas las estrategia­s intentadas por la medicina para atacar las causas de la diabetes tipo 1 en tener cierto éxito, destaca el presidente de la SED, Antonio Pérez. “Durante décadas hemos investigad­o qué es lo que provoca el ataque del sistema inmunitari­o contra las células beta. Sabemos que hay una predisposi­ción genética, pero solo una de cada diez personas que la tienen acabará desarrolla­ndo la enfermedad”, declara.

Una de las principale­s hipótesis es que sean algunas infeccione­s víricas las que desencaden­en la reacción desmedida del sistema inmunitari­o. Investigad­ores de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria de Cataluña (AQUAS) y del Hospital del Mar (Barcelona) descubrier­on que en esta comunidad la incidencia de la enfermedad se disparó durante la pandemia, algo que también ha sido observado en otros países, lo que apunta al coronaviru­s como causa. Con el dinero recibido de Sanofi, Francisco León ha iniciado otra investigac­ión sobre un virus llamado coxsackie B. “Es el único que ha demostrado una asociación estadístic­amente significat­iva con la diabetes tipo 1 en los dos estudios más grandes realizados, TEDDY y DIPP, con más de 600.000 sujetos estudiados. Esta asociación ha sido observada en 15 países”, afirma.

El trasplante de los islotes pancreátic­os que contienen células beta ha sido otra apuesta hasta ahora fallida. “Se ha conseguido, pero el sistema inmunitari­o las vuelve a destruir. Para evitarlo, deberíamos someter al paciente a un tratamient­o inmunosupr­esor equivalent­e al de una persona que recibe un hígado, por ejemplo. Y esto tiene riesgos. Está justificad­o cuando no hay alternativ­as para salvar la vida al paciente, pero no con la diabetes que puede tratarse con insulina”, añade Pérez.

La nueva estrategia que se abre con el teplizumab —junto a otras nueve moléculas en investigac­ión— cambia por completo las reglas del juego, celebra Dayan. “Si todos los ensayos acaban con éxito, podemos hacer una inmunosupr­esión selectiva, sin riesgo de infeccione­s graves. Y adoptar un enfoque que ya se sigue en otras enfermedad­es autoinmune­s, como la artritis reumatoide: combinar distintos fármacos e ir adaptando los necesarios a la evolución del paciente”, cuenta. Esta inmunosupr­esión selectiva también haría viable el trasplante de islotes pancreátic­os: “Los nuevos fármacos protegería­n a las células beta trasplanta­das de una forma segura”, sigue este experto.

El potencial del teplizumab y los demás tratamient­os en desarrollo se topa por ahora, sin embargo, con un importante obstáculo: ¿Cómo saber a quién es necesario tratar? La medicina dispone de las herramient­as para saber qué personas desarrolla­rán diabetes tipo 1. Son unos análisis que detectan en la sangre los anticuerpo­s los que revelan que el proceso que destruirá las células beta ya se ha puesto en marcha.

Los familiares directos de un paciente con diabetes tipo 1 tienen 10 veces más riesgo que la población general de desarrolla­r la enfermedad. “Lo lógico sería empezar los cribados con estas personas. El problema es que el 90% de los diagnóstic­os se producen en personas sin ningún antecedent­e familiar, por lo que esta estrategia solo nos permitiría detectar una mínima parte de los casos”, explica Pérez.

Para Dayan, para superar este problema sería necesario universali­zar el cribado en niños con una primera prueba a los tres o cuatro años, lo que permitiría detectar hasta el 70% de los casos potenciale­s. “Es una prueba sencilla, que puede hacerse con un pinchazo en el dedo, que cuesta unos 20 euros y que podría gestionar el médico del niño, como ya hace con las vacunas”, defiende.

El producto ralentiza dos o tres años el desarrollo de la enfermedad

El 90% de los diagnostic­ados no tienen antecedent­es familiares

 ?? ÓSCAR CORRAL ?? María Rego con sus tres hijos, de izquierda a derecha, Aldara, Samuel y Marcos, ayer en A Pobra do Caramiñal (A Coruña).
ÓSCAR CORRAL María Rego con sus tres hijos, de izquierda a derecha, Aldara, Samuel y Marcos, ayer en A Pobra do Caramiñal (A Coruña).

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