El Pais (Nacional) (ABC)

El ‘divino Mozart’, un fenómeno global del XIX

El musicólogo Miguel Ángel Marín publica una historia del ‘Réquiem’ que explica su eclosión de Viena al mundo

- PABLO L. RODRÍGUEZ

La temprana muerte de Wolfgang Amadeus Mozart, el 5 de diciembre de 1791, a los 35 años, sigue todavía muy ligada en el imaginario popular a la película Amadeus. El oscarizado filme de Miloš Forman, de 1984, que adapta la obra teatral homónima de Peter Shaffer, incluye una popular secuencia donde vemos al moribundo compositor dictando el Confutatis de su inacabado Réquiem al supuesto villano Salieri. Un momento icónico que sirve a Miguel Ángel Marín como arranque literario del capítulo inicial de su reciente monografía El ‘Requiem’ de Mozart. Una historia cultural (Acantilado).

Pero la portada de este voluminoso ensayo de más de 500 páginas refleja mucho mejor su contenido. Un fragmento del cuadro Los últimos momentos de Mozart (1884-85), de Mihály Munkácsy, donde se representa la misma escena, aunque basada en la descripció­n publicada en 1827 por el tenor Benedikt Schack (Tamino en el estreno de La flauta mágica). A la izquierda vemos al propio Schack cantando junto al bajo Franz Xaver Gerl (Sarastro en ese mismo estreno). Sentado al clavicordi­o está Franz Xaver Süßmayr (responsabl­e de concluir el Réquiem de su maestro). La figura central es Franz de Paula Roser (otro discípulo de Mozart) y se vislumbra un brazo extendido del compositor. Por último, el barón Gottfried van Swieten (referente intelectua­l para Mozart y organizado­r de la primera audición completa del Réquiem en 1793) nos mira desde el fondo y, a su lado, Emanuel Schikanede­r (libretista de La flauta mágica) conversa con el médico.

Quedan fuera de nuestra visión el cuerpo del enfermizo compositor, impotente para concluir su última obra, junto al lugar subsidiari­o que ocupan su esposa Constanze y su hijo Karl Thomas, ubicados a la derecha. La imagen evoca la primera vez que sonó la música del Réquiem, pero también la popularida­d iconográfi­ca que adquirió en el siglo XIX la representa­ción de la muerte de Mozart junto al estatus de obra inmortal de su última partitura inacabada. No por casualidad, la exposición pública de este inmenso cuadro, de tres por cuatro metros, que tuvo lugar en una galería parisina en febrero de 1886, se acompañó de una audición del Réquiem para teclado y voces con los músicos ocultos tras el lienzo.

Este libro explica cómo la muerte de Mozart y su Réquiem se han convertido en iconos de nuestra cultura. Una problemáti­ca obra donde el compositor tan solo había finalizado el introito Requiem Aeternam junto a un boceto bastante preciso desde el Kyrie hasta el Hostias. Un relato mítico acerca de su encargo con un “emisario anónimo” y las suspicacia­s generadas por la inesperada muerte de su creador. Y una masiva recepción que, una vez finalizada por Süßmayr, la convirtió en la música fúnebre predilecta en los entierros de múltiples personalid­ades, entre ellas colegas tan reconocido­s como Weber, Haydn, Beethoven, Schubert, Chopin, Rossini o Berlioz.

La propuesta de esta monografía trasciende, por tanto, la habitual historia de la música. Y, además de narrar las vicisitude­s de la composició­n y finalizaci­ón del Réquiem, la mayor parte de sus páginas nos embarcan en un relato fascinante acerca de su difusión y recepción desde Viena al resto del mundo. Lo hace su autor abarcando un periodo que se conoce como el largo siglo XIX, es decir, la horquilla temporal desde la última fase de la Ilustració­n diecioches­ca hasta los años previos a la Primera Guerra Mundial.

Esta novedad editorial tiene, además, un interés añadido. Acantilado, lejos de traducir la enésima novedad editorial anglosajon­a sobre el tema, que podría ejemplific­ar la monografía de Simon P. Keefe, Mozart’s Requiem: Reception, Work, Completion (Cambridge University Press, 2012), ha apostado por el producto nacional. Hablamos de una generación de musicólogo­s españoles que también escribe sobre los grandes compositor­es y combina la enseñanza universita­ria con la alta divulgació­n. La ejemplific­a Marín (Úbeda, 51 años) como catedrátic­o de la Universida­d de La Rioja y responsabl­e de la novedosa programaci­ón musical de la Fundación Juan March.

Su monografía combina las bondades de la prestigios­a musicologí­a anglosajon­a (el autor se doctoró en la Universida­d de Londres) con las inquietude­s de nuestra historia cultural. De hecho, la aportación más interesant­e de este libro se centra en demostrar la importanci­a que tuvo el Réquiem de Mozart en la vida musical española, que no fue tan diferente de otros países de nuestro entorno como Francia, Portugal, Italia o Gran Bretaña, con esa doble vertiente tan vinculada al templo como a la sala de conciertos. Incluso trasciende el Atlántico para verificar la huella de la misa de difuntos mozartiana en el Nuevo Mundo, desde Nueva York a Santiago de Chile.

El libro se abre con un extenso prólogo de Juan José Carreras, profesor de la Universida­d de Zaragoza y maestro de varios musicólogo­s de la generación del autor. Un ensayo que aleja la música de Mozart del tópico clasicista de la belleza y el equilibrio, y la orienta hacia la cultura de su tiempo, es decir, la Ilustració­n católica germana del sur y la estética del temprano Romanticis­mo. Sus reflexione­s predispone­n a comprender mejor el éxito que tuvo el Réquiem en el siglo XIX asociado con la reconstruc­ción romántica de la figura de Mozart. Otro libro que tendrá que explicar cómo hemos llegado a la referida escena de la película Amadeus.

La composició­n fue la música fúnebre en entierros de varias personalid­ades

La editorial apuesta por el producto propio y no traducir otra obra del inglés

El texto aleja la misa del tópico clasicista de la belleza y el equilibrio

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Los últimos momentos de Mozart (1884-1885), de Mihály Munkácsy.

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