Abecedario para un nuevo orden mundial
Una selección de palabras y siglas que ayudan a comprender una época de cambio turbulento con una brutal competición de potencias, nuevas alianzas, tecnologías disruptivas y muchas incógnitas
El mundo atraviesa una fase de cambio turbulento. Nuevos equilibrios de fuerza, nuevas reivindicaciones —a veces políticas, otras violentas— agitan las relaciones internacionales. Como dijo el canciller alemán, Olaf Scholz, vivimos un cambio de época. Por si no era suficiente el reto climático o la revolución tecnológica, hoy la geopolítica ruge como enorme factor de disrupción. A continuación, un abecedario que busca ofrecer claves sintéticas de orientación en este nuevo escenario estratégico.
AUKUS. Pacto trilateral de seguridad entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos, emblema de la voluntad de Washington de reforzar su cooperación con sus aliados en la zona de AsiaPacífico ante el auge de China. Pekín observa enfurecido unos movimientos que considera intentos de contener su ascenso. Washington sostiene que se trata solo de legítimas cooperaciones defensivas. El primer pilar del proyecto consiste en facilitar el acceso de Australia a la tecnología de propulsión nuclear para submarinos, lo que dotará de gran alcance a la Armada de ese país. El segundo contempla proyectos comunes en tecnologías estratégicas como la IA, computación cuántica o armas hipersónicas. En este segundo pilar los tres socios se manifiestan abiertos a cooperar con Japón, reforzando la apuesta de Washington, y la ira de Pekín.
La geopolítica ruge hoy en el mundo como un enorme factor de distorsión
BRICS+. Es la versión ampliada del grupo que hasta el año pasado incluía Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y al que se han incorporado Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes. Arabia Saudí y Argentina también fueron invitadas a sumarse: la primera se lo está pensando, la segunda ha declinado. El grupo representa hoy más de un 30% del PIB mundial y tiene planes de abrirse a nuevos socios en el futuro. China ha empujado estos planes de ampliación. A diferencia de Washington, Pekín no dispone de alianzas formales. Busca pues reequilibrar la proyección global espoleando nuevas redes que, aun desprovistas de tratados formales o pactos de seguridad, incrementen sus sinergias. Los BRICS+ tienen un peso considerable y comparten el objetivo de una reconfiguración del orden global que creen demasiado favorable para Occidente. Pero sus discrepancias internas son enormes —entre sus socios hay adversarios como China y la India, o Arabia Saudí e Irán— y su capacidad de acción muy reducida.
La Comunidad Política Europa intenta transcender la UE o la OTAN
CPE. La Comunidad Política Europea es una organización reciente, lanzada después de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de las fuerzas rusas. Su objetivo es conformar una plataforma política que transcienda los límites de entidades como la UE o la OTAN para mostrar el aislamiento de Rusia. Reúne a casi 50 países. Sustancialmente, solo Bielorrusia queda del lado de Moscú. Su foto es un mensaje potente; sus perspectivas de eficacia real parecen muy limitadas.
Diaoyu/Senkaku. Se trata de un grupo de islas controladas por Japón y reivindicadas por China. Es uno de muchos ejemplos de fricciones marítimas en la región. Más al sur, los archipiélagos Spratly y Paracels también son objeto de disputa entre Pekín y países de la zona. China tiene un enorme interés estratégico en afirmar un amplio control de aguas que son zona de paso de importante tráfico marítimo. Además, busca construir fortificaciones avanzadas en islotes naturales o artificiales que le permitirían una mejor proyección militar en caso de conflicto. Estas disputas hasta ahora no han tenido enfrentamientos militares, pero sí una creciente agresividad con acciones híbridas, que han contribuido a acercar a varios países de la zona a EE UU.
Eurobonos. El término afloró con la pandemia, cuando la UE decidió responder a la crisis con una emisión de deuda común que sufragara la entrega de ayudas o préstamos, sobre todo a los países con menor capacidad de financiar la salida y garantizar así la cohesión del mercado único. Es probable que esta palabra vuelva a estar en el centro del debate. Los países de la UE ponderan ahora enormes inversiones para mejorar sus capacidades de Defensa y su autonomía estratégica. Muchos creen que es necesario en el nuevo orden mundial, y costará mucho dinero. No todos pueden permitirse nuevos grandes gastos, lastrados por considerables deudas y/o déficits. Por ello, una nueva emisión de eurobonos puede ser una solución.
FCAS. Son las siglas de Futuro Sistema Aéreo de Combate en inglés. Se trata de un ambicioso proyecto de la industria de defensa europea, que se apoya en una cooperación entre Alemania, Francia y España. El proyecto prevé el desarrollo de un nuevo avión de combate y otros elementos clave en la lucha aérea. El lento, a veces litigioso, avance de la iniciativa es un emblema de las dificultades de cooperación en un ámbito en el que durante décadas los gobiernos protegieron empresas nacionales y los recelos en poner en común. Hay aquí un dilema fundamental de este tiempo: si quiere mayor autonomía a escala global, la UE necesita campeones industriales de gran tamaño en el ámbito comunitario y menos protección del mercado nacional. Aun así, esos campeones necesitarán tiempo para producir, y la UE debe decidir cuánto gastar en comprar rápido lo que hay en el mercado global y cuánto invertir para resultado interno de mediolargo plazo.
Hipersónicas. Las armas capaces de volar a cinco veces o más la velocidad del sonido son un apartado fundamental de la actual carrera armamentística. Las grandes potencias persiguen con determinación avances en este apartado que puede tener un efecto de gran disrupción en los equilibrios estratégicos. Armas con velocidad hipersónica existen desde hace tiempo. Pero antes eran misiles balísticos con trayectoria de regreso previsible. Ahora la tecnología permite una capacidad de maniobra impensable antaño que complica enormemente las tareas de defensa antimisiles. Se considera que en este sector China posee capacidades a las que EE UU todavía no ha llegado, en un ejemplo claro de cómo la primacía general puede verse alterada con un salto tecnológico de valor estratégico.
Interconexión. Hay expertos que consideran que nos hallamos ante una nueva guerra fría, con el pulso por la hegemonía entre las dos superpotencias actuales: EE UU y China. La diferencia con la Guerra Fría original es que hoy hay un enorme
El panorama aboca a un cuadro inestable y fragmentado, sin instituciones eficaces
nivel de interconexión entre los adversarios que no había entre Washington y Moscú. La globalización ha tendido redes e intereses económicos que actúan como factor de moderación de impulsos de confrontación de carácter geopolítico. El consenso mayoritario cree que esa interconexión —la globalización— no se quebrará, sino que atraviesa una fase de reconfiguración, respondiendo al deseo de reducir riesgos de dependencia, pero siguiendo su cauce en áreas no sensibles.
Litio. Es una de las materias primas estratégicas más célebres, ya que se usa en un producto de tanta relevancia como las baterías eléctricas. La Comisión Europea elabora de forma periódica informes sobre materias primas esenciales, estudiando quienes son los principales productores, donde hay posiciones dominantes —bien en la extracción o el procesamiento— y las dependencias más arriesgadas. La cartografía arroja una gran preeminencia de China como gran productor, a menudo por su acción de refinamiento más que en el nivel extractivo. Un importante as en la manga en medio de fricciones, pulsos, golpes y represalias.
Multipolar. Ya en la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2007 Vladímir Putin pronunció una encendida impugnación de un orden mundial con rasgos unipolares debido a la hegemonía de EE UU tras su victoria en la Guerra Fría. Hoy, el fuerte auge de China, el avance de la India, el desafío brutal de Rusia junto a un relativo declive occidental componen un cuadro de evidente multipolaridad. El problema es que se trata de una multipolaridad inestable y fragmentada, sin instituciones aceptadas como representativas y eficaces.
OCS. La letra o presenta múltiples opciones de gran interés para este abecedario. Desde una ONU completamente disfuncional, hasta la OTAN que se amplía. Pero quedémonos con las siglas OCS: la Organización de la Cooperación de Shanghái. Se trata de un foro impulsado por China, que originariamente incluía solo a Rusia y algunos países centroasiáticos, y ahora ya tiene entre sus miembros a la India, Pakistán o Irán. Ahora busca una ulterior ampliación en el mundo árabe. El foro tiene ambiciones de carácter de seguridad y económicos. Su heterogeneidad dificulta acuerdos concretos, pero es una realidad de peso en el tablero.
Populismo. Plaga que carcome gravemente buena parte de las democracias occidentales. La mezcla de la frustración por los efectos adversos de la globalización, la mala gestión de crisis y el advenimiento de las redes sociales ha dado alas a fuerzas populistas. Estas promueven una polarización de las sociedades que dificulta la búsqueda de consensos democráticos. La ineficacia, o incluso parálisis decisoria de las democracias, es un gran problema.
Sur global. Uno de los conceptos fundamentales de nuestra época. Trata de dar entidad política a una heterodoxa galaxia de países emergentes y en desarrollo, con una genérica indicación al hemisferio Sur, aunque a menudo se incluyan otros que están al norte del ecuador. Comparten un deseo de reorganización del orden mundial que contemple mejor sus intereses, así como medidas que el hemisferio Norte se haga cargo del desastre climático que sus emisiones ha provocado. China, India y Brasil buscan, con diferentes tácticas, ponerse como referentes del sur global. La realidad política es que es una constelación de países con intereses y estrategias muy diferentes.
TSMC. Empresa taiwanesa referente en la producción de microchips de alta gama, un componente imprescindible para la manufactura de cualquier producto tecnológico avanzado. Washington está restringiendo la exportación a China de lo que es necesario para fabricar estos chips, en un punto caliente de la competición entre superpotencias. TSMC es una pieza clave en este sector, y acaba de anunciar, bajo pago de fuertes subsidios, la construcción de una nueva planta en EE UU para fabricar los chips más avanzados.
‘Zeitenwende’. Pocos días después de la gran invasión de Ucrania, el canciller alemán, Olaf Scholz, pronunció un discurso en el Bundestag en el que mencionó el concepto de Zeitenwende, traducible como cambio de época. Describe perfectamente lo que ocurre. Alemania trata de adaptarse. Ha aumentado con fuerza el gasto militar —este año estará en el 2% del PIB— y se ha desenganchado de la dependencia de la energía rusa. Pero queda mucho más por hacer y una heterogénea coalición en el poder en Berlín complica las cosas, conduciendo a titubeos y lentitudes. El futuro de la UE depende en gran medida de cómo su país más importante interpretará el Zeitenwende.