Ruud contra Tsitsipas, homenaje ‘terrícola’
En una época de carestía en la que la cifra de especialistas decrece de manera alarmante y en la que muchos tenistas prefieren pasar por esta franja del año casi de puntillas, Montecarlo enaltece y premia el buen hacer de dos terrícolas: Casper Ruud y Stefanos Tsitsipas. Poco importa que tengan enfrente a Jannik Sinner —el tenista del momento, de victoria en victoria prácticamente— y al mismísimo Novak Djokovic —número uno y leyenda, además de triple ganador de Roland Garros—; ellos, a lo suyo y sin complejos, reivindicando a una especie en peligro de extinción, porque hoy día aquello que se sale de lo normativo —o sea, de la pista rápida— huele prácticamente a algo exótico, a desafiante, sino a extravagancia. Pero ahí está uno (6-4, 3-6 y 6-4 en 2h 40m) y otro (6-4, 1-6 y 6-4, en 2h 16m) para defender el bastión de la arcilla, la escuela romántica del pensamiento, tan penalizada en el acaparador contexto actual de la superficie rápida.
Viene demostrando Tsitsipas en los últimos años que no solo controla el registro, sino que sabe desenvolverse de maravilla en un escenario que saca a relucir su versión más brillante, muy alejada de la tristona propuesta que ha ofrecido los últimos meses sobre cemento. Sin ceder ningún parcial hasta el encontronazo con Sinner, resistió a la magnífica inercia del joven italiano, quien, a diferencia de otros pistoleros, no es que no quiera aprender, sino que está en ello. Pero le quedan varios pasos.
En consecuencia, victoria y empujón anímico para el griego, campeón de las ediciones de 2021 y 2022, y de nuevo en una gran final después de un año para olvidar. No disputaba una de un mil desde agosto de 2022, en Cincinnati. Su insistencia obtuvo premio. Supo enredar mentalmente al italiano y la erosión —12 oportunidades de rotura hasta el citado instante crítico— surtió al final efecto.
Revitalizado, hoy (15.00, Movistar+) tendrá enfrente al noruego Ruud, que inclinó contra todo pronóstico a Djokovic. Y no se dice esto por la jerarquía del serbio, o porque este pueda disfrutar de un momento excesivamente bueno; sencillamente, la sorpresa responde al hecho de que hasta ahora, el nórdico no había logrado arrebatarle un solo set de los 11 que habían dirimido, del mismo modo que había perdido los 11 duelos que había afrontado contra rivales del top-3. Sin embargo, logró sobreponerse a sus miedos y se sostuvo ante el acelerón de Nole en la recta final, cuando niveló un 4-1 adverso y amenazó. Ruud, entero, consiguió prevalecer y atrapó el triunfo gracias a una doble falta.
“He cometido demasiados errores [22] y él ha sido muy sólido de principio a fin”, afirmó el rey del circuito, quien todavía no ha alzado ningún trofeo en este curso. Cosa rara. “Estoy acostumbrado a un nivel alto de resultados, así que no está siendo una gran temporada, en absoluto”, agregó el de Belgrado, mientras Ruud (25 años y 10º del mundo) corrobora su elevada calidad en el hábitat que mejor encaja con su tenis y disputará su segunda final de un Masters 1000, tras la de Miami 2022.