Crónica de un ataque anunciado
Irán cumplió en la madrugada de ayer su amenaza de responder al ataque contra su consulado en Damasco, atribuido a Israel. Las andanadas de misiles y drones iraníes acabaron con las especulaciones sobre qué forma adquiriría la prometida venganza, que EE UU ya daba por segura desde 24 horas antes. Es la primera vez que la República Islámica ataca directamente territorio israelí. ¿Será la chispa que desate una guerra regional? Va a depender de la respuesta de Israel, algo que probablemente esté en función de los daños causados.
A pesar de la alarma desatada en Tel Aviv, Washington y los vecinos de Israel, la operación iraní era esperada. Y hay signos de que Teherán informó de sus intenciones a varios vecinos de Israel para que pudieran advertirle y minimizar el riesgo de escalada. Incluso ha sido posible seguir a los proyectiles en directo durante buena parte de su trayectoria. De hecho, el ejército israelí llevaba preparándose para este momento desde el 1 de abril, la fecha en la que un misil contra el consulado iraní en Damasco acabó con la vida de siete altos militares, entre ellos el general Mohammad Reza Zahedi, enlace clave con la milicia libanesa de Hezbolá, el más importante y poderoso aliado de Irán en Oriente Próximo.
Como es habitual, Israel ni confirmó ni desmintió su autoría, pero pocos tuvieron duda. La enemistad entre ambos países, que se remonta al establecimiento de la República Islámica en 1979, se ha intensificado desde el atentado de Hamás del pasado 7 de octubre. Los responsables israelíes acusan a Irán de apoyar y financiar a ese grupo palestino.
No fue la primera vez que Israel atacaba directamente intereses iraníes en Siria e incluso dentro de Irán (donde se le atribuye el asesinato de varios científicos nucleares). Sin embargo, en esta ocasión el nivel del objetivo y el contexto de la guerra en Gaza ponían en un brete al líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.
“Atacar nuestro consulado es atacar nuestro territorio. Debe castigarse y será castigado”, prometió Jamenei, quien tie
Hay que controlar este proceso porque puede ser una guerra regional de alta intensidad”
Josep Borrell
Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores
dió la necesidad de evitar una escalada en Oriente Próximo. “Hay que controlar este proceso porque puede llegar a provocar una guerra regional de alta intensidad que nos impida acabar con la guerra en Gaza [...] No puede ser que los palestinos paguen las consecuencias de todo esto”. El ataque se produjo en medio de la mayor crisis en la región en medio siglo: tras seis meses de sangrienta guerra en Gaza y de escaramuzas, cada vez más violentas, entre Israel y la milicia libanesa de Hezbolá, aliada de Teherán.
Pese a dar la respuesta por finalizada, Teherán amenaza con una acción “considerablemente más severa” si Israel “comete otro error”, en palabras del jefe del Estado Mayor iraní, el general de división Mohammad Bagheri, en una entrevista con la agencia oficial IRNA. Bagheri justificó la represalia en que Israel atravesó varias “líneas rojas” con el bombardeo en Damasco y su país podía tolerarlo “de ninguna manera”. El jefe de Estado Mayor argumentó que tiene “10 veces más capacidad de [lanzar] misiles y drones” de la empleada y que ha “intentado llevar a cabo” el ataque “de forma que la población y los centros económicos no resultaran afectados”. Irán cerró hasta hoy al tráfico aéreo en todos sus aeropuertos.
Toda la atención está pues ahora en Netanyahu, que había dejado claro que iría directamente a por Irán si era atacado en su territorio, y en el papel de EE UU, arrastrado a implicarse en un conflicto que no deseaba.
De hecho, Irán y Estados Unidos se mantuvieron en contacto durante los días previos al ataque por intermediación de Turquía para evitar que la represalia iraní contra Israel provocara una escalada bélica fuera de control, según explicaron a EL PAÍS dos fuentes gubernamentales turcas, informa desde Estambul Andrés
Mourenza. Un alto funcionario de la Casa Blanca lo confirmó ayer a varios medios, con la condición del anonimato. Fue a través de la embajada suiza en Teherán, que representa los intereses estadounidenses en suelo iraní, informa desde Nueva York María Antonia Sánchez-Vallejo.
En una conversación telefónica el miércoles, el director de la CIA, Bill Burns, encargó al jefe de los servicios secretos turcos, Ibrahim Kalin, que ejerciera de “intermediario” en las conversaciones a varias bandas respecto a los planes de Irán de tomar represalias contra Israel. Después de ello, Kalin mantuvo contactos con las autoridades iraníes y con el grupo palestino Hamás, explicó la fuente.
Por otro lado, el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, mantuvo conversaciones a dos bandas con su homólogo estadounidense, Antony Blinken, y con el jefe de la diplomacia iraní, Hosein Amir Abdolahian. “A través de nosotros [Blinken] transmitió a Irán que su respuesta [a Israel] debería producirse dentro de ciertos límites”, explicó una fuente diplomática turca. Esta fuente señaló que Irán adelantó a Turquía las diferentes posibles respuestas que barajaba contra Israel y que respondió a Estados Unidos —siempre a través de Ankara— que su operación se limitaría a ser “una respuesta al ataque israelí de su embajada de Damasco” y que “no iría más allá”.
El ejército israelí prorrogó hasta hoy las nuevas instrucciones para la población que decretó justo antes del ataque: la cancelación de las actividades educativas en todo el país y la limitación de las reuniones en zonas verdes a 1.000 personas. Además de reabrir su espacio aéreo, levantó la orden a los residentes de permanecer cerca de espacios protegidos en lugares como Nevatim (con una base aérea que resultó levemente dañada), Dimona (que alberga la central nuclear donde se presume que desarrolla armamento atómico) o Eilat, en la punta sur del país, contra la que los hutíes habían lanzado drones desde Yemen en los meses previos.
Los llamamientos en los últimos días a la contención y el contundente “No [lo hagan]”, pronunciado el viernes por Biden como advertencia a Teherán, no impidieron el ataque. La jornada había comenzado con una acción comedida de Irán sin causar heridos ni atacar territorio israelí. La Guardia Revolucionaria abordó en el estrecho de Ormuz un barco con 25 tripulantes, uno de cuyos propietarios es un empresario israelí.
Era, sin embargo, un golpe muy débil comparado con un ataque tan provocador (contra altos mandos militares y en un edificio consular en otro país) como el que había ejecutado Israel. Teherán venía señalando que no quería una guerra, pero tampoco dejar pasar por completo el ataque. Le haría mostrarse como débil o acobardado, lo que le colocaba ante un ramillete de malas opciones. La escogida, un ataque directo sin precedentes, introduce a la región en territorio desconocido, con posibles ramificaciones en otros lugares donde Teherán cuenta con aliados.
Israel, de hecho, gestionaba principalmente hasta ahora su enfrentamiento con Teherán a través de asesinatos de científicos nucleares, ciberataques o bombardeos contra sus fuerzas o aliados en otros países, como Siria o Líbano. E Irán solía rehuir el conflicto directo para actuar a través de sus aliados, como Hezbolá en Líbano, otras milicias en Irak y Siria, los hutíes en Yemen y —aunque con vínculos menos fuertes— Hamás, el grupo islamista que lanzó el ataque del 7 de octubre.
Tras el 7 de octubre, su jornada más letal en 75 años de historia, Israel ha dado señales de querer transformar la “ecuación de seguridad” (como la suele denominar) en Oriente Próximo. Ya venía pisando el acelerador contra Hezbolá, bordeando el desencadenamiento de una guerra total, cuando lanzó el bombardeo en Damasco hace dos semanas, que subía ostensiblemente el riesgo de conflicto. Tras el ataque del sábado, la incógnita es dónde considerará que ha “restaurado su disuasión” y adónde quiere llevar la “ecuación de seguridad”.