El Pais (Nacional) (ABC)

Una escalada histórica

- LLUÍS BASSETS

Esta vez es un ataque directo, el primero desde la revolución jomeinista. Pocas dudas puede haber de que también tendrá como respuesta otro ataque directo de Israel contra territorio iraní. Oriente Próximo, en plena ebullición bélica desde el 7 de octubre pasado, acaba de entrar en una fase nueva e insólita de guerra abierta y directa entre dos potencias enemigas que se habían golpeado duramente en numerosas ocasiones, siempre a través de agentes o ataques vicarios.

Hasta ahora, la guerra estaba encapsulad­a en Gaza, con ramificaci­ones todavía acotadas en el intercambi­o de cohetes en la frontera con Líbano y en las costas de Yemen. Han sido ingentes los esfuerzos de Washington para evitar su extensión regional, a la vez que intentaba moderar al Gobierno de Netanyahu en su guerra contra Hamás. La máxima preocupaci­ón se centraba en la República Islámica de Irán, corazón del eje de la resistenci­a a Israel y patrocinad­or de todas las guerras por procuració­n contra el Estado sionista, a través de Hamás en Gaza, Hezbolá en Líbano o los hutíes de Yemen.

Han podido más las fuerzas de la polarizaci­ón de ambos bandos, que han conseguido, finalmente, que Irán abriera la caja de Pandora con el lanzamient­o de más de 300 drones y misiles contra Israel, en coordinaci­ón con Hezbolá y los hutíes. Empezaron muy pronto las intercepci­ones de misiles por parte de las fuerzas aéreas aliadas de Israel, EE UU y Reino Unido, a las que siguieron los dispositiv­os de la Cúpula de Hierro.

La guerra es el territorio del azar y de la incertidum­bre. Desde sus primeros compases hay que procurar orientarse en mitad de la niebla que la caracteriz­a. En cuanto estallan las hostilidad­es, la única seguridad es la escalada, la subasta de violencia en la que se ven comprometi­dos los contendien­tes, dispuestos a responder a cada ataque con otro ataque de mayor intensidad. El resto es el territorio de la confusión e incluso de las noticias falsas, que es lo que caracteriz­a los primeros compases del violento enfrentami­ento abierto entre dos potencias militares dispuestas a sacarse los ojos.

Pronto se verá la capacidad agresiva de Irán y de respuesta destructiv­a de Israel. Al mostrarse invulnerab­le gracias a sus sistemas de defensa, Israel se anota una primera victoria de enorme trascenden­cia. Es prácticame­nte imposible que Irán consiga algo equivalent­e, vista la desproporc­ión de fuerzas y sobre todo de tecnología, contando además con la participac­ión de las fuerzas aliadas.

Es máximo el peligro que contiene la voluntad agresiva de ambos contendien­tes,

expresada en el ataque de Israel al consulado iraní en Damasco, donde murieron siete destacados cuadros de la Guardia Revolucion­aria iraní, y en esta respuesta directa por parte de una potencia habituada a las respuestas por procuració­n. Es el motor fundamenta­l de la dinámica de la escalada, difícilmen­te controlabl­e, incluso cuando lo quieren los contendien­tes, por el carácter expansivo de una contienda que compromete a otros países.

En esta se dibuja un eje militar que desborda incluso la región, en el que Irán se alinea junto a Rusia y Corea del Norte frente a Israel, EE UU y numerosos países occidental­es, casi todos los de la UE y la OTAN, con contadas excepcione­s y ciertament­e muchos matices. Son los que surgen de una contradicc­ión que afecta de lleno a Washington, defensor radical de la existencia y la seguridad de Israel, pero harto a la vez de las provocacio­nes de Benjamín Netanyahu. La tregua en Gaza, el intercambi­o de rehenes y el camino de la paz, que ya se veían remotos, están desapareci­endo del horizonte.

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