Las perspectivas de paz se alejan en Sudán un año después de estallar la guerra
El enfrentamiento entre el ejército y los paramilitares ha causado miles de muertos y 10 millones de desplazados
Un año después del comienzo de la guerra civil en Sudán entre el ejército regular y unas poderosas fuerzas paramilitares, el país africano está irreconocible. La contienda ha matado a decenas de miles de personas, ha devastado las infraestructuras críticas, ha obligado a millones de personas a desplazarse y ha provocado una de las mayores crisis humanitarias del mundo. Las perspectivas de paz siguen siendo remotas, y han ido disminuyendo con la gradual complicación del conflicto.
La guerra estalló después de que la alianza de conveniencia entre el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido saltara por los aires el 15 de abril de 2023. El país arrastraba una fuerte inestabilidad desde que, un año y medio antes, ambos dieron un golpe de Estado que acabó con una transición democrática iniciada en 2019 tras masivas movilizaciones sociales. Su aversión a una autoridad civil, a una reforma interna y a rendir cuentas mantuvo la unión por un tiempo. Pero su incapacidad para cimentar el poder ante una amplia oposición popular, una grave crisis económica, elevados niveles de violencia y un gran aislamiento internacional hizo su relación cada vez más insostenible.
El primer año de guerra ha producido ya una de las peores crisis humanitarias del mundo, según la ONU. Los muertos se han dejado de contar, y el cómputo más conservador, de la organización de seguimiento de conflictos ACLED, habla de 15.000, aunque la cifra real es mucho mayor. Hoy, 25 millones de personas, en torno a la mitad de la población, necesitan ayuda humanitaria, que sigue obstaculizada por las partes beligerantes. Casi 18 millones sufren altos niveles de hambre, y la declaración de hambruna es una cuestión de tiempo. Más de 10 millones de personas siguen desplazadas dentro y fuera del país, el 65% de la población no tiene acceso a la sanidad y 19 millones de niños no van a escuela.
Las hostilidades se concentran ahora en cuatro frentes principales: el Gran Jartum y las regiones de Darfur, al oeste, Jazira, en el centro, y Kordofán, en el sur. Las Fuerzas de Apoyo Rápido han mantenido por meses un control sólido de la zona de la capital, que se encuentra destruida, pero el ejército ha logrado avances notables en las últimas semanas. También en Jazira, que los paramilitares tomaron en diciembre, el ejército ha pasado a la ofensiva este mes. En Darfur, feudo tradicional de las Fuerzas de Apoyo Rápido, toda la atención se centra en la capital del norte, El Fasher, la última con presencia del ejército y grupos armados aliados y donde se teme una gran embestida de los paramilitares pronto.
“[El ejército ha tomado la iniciativa por] una combinación de factores, incluido que [su jefe Abdelfatá] Al Burhan cediera a las demandas de oficiales y soldados de rango medio para pasar al ataque, el aumento de reclutas y el uso de drones”, asegura el analista sudanés Jihad Mashamoun. “También es importante la inclusión de partidarios del antiguo régimen en el ejército y como voluntarios”, añade.
Al enquistamiento de la guerra también ha contribuido la intervención cada vez más franca de actores exteriores. El principal es Emiratos Árabes Unidos, el gran valedor de las Fuerzas de Apoyo Rápido y el principal arquitecto de sus nuevas líneas de suministro de material militar y combustible desde Chad, Libia y Sudán del Sur, según un informe de la ONU filtrado en enero. El ejército es cercano a Egipto, que, sin embargo, ha rehusado intervenir, y en los últimos meses ha restablecido lazos con Irán, del que ha recibido un limitado apoyo militar, incluidos drones.
Ambas partes continúan cometiendo graves violaciones de derechos humanos, incluidos bombardeos indiscriminados del ejército en zonas pobladas y campañas de limpieza étnica, saqueos, violencia sexual y uso de niños soldado por los paramilitares.
La contienda ha provocado una de las mayores crisis humanitarias
El 65% de la población no tiene acceso a la sanidad y 19 millones de niños no van a clase