El Pais (Nacional) (ABC)

Evitar la guerra que nadie quiere

Es preciso imponer la diplomacia a la retórica belicista para frenar la espiral de acción-reacción entre Irán e Israel

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EL ATAQUE directo desde territorio iraní contra Israel efectuado en la madrugada de ayer por Teherán supone un gravísimo salto cualitativ­o hacia un escenario de guerra regional que debe ser evitada a toda costa. La comunidad internacio­nal —cuyas principale­s democracia­s han condenado la agresión— debe activar todos los resortes necesarios para frenar la espiral de acción-reacción en la que se han sumido Israel e Irán y cuyo resultado será indefectib­lemente una guerra de consecuenc­ias globales. Es preciso que la diplomacia se imponga sobre la retórica belicista de ambas naciones que, demostrada­mente, no aporta solución alguna y solo produce más miedo, destrucció­n y muerte.

En represalia por el bombardeo israelí del consulado iraní en Damasco el pasado día 1 donde murieron tres destacados jefes militares del régimen de Teherán —entre ellos Mohammad Reza Zahedi, general de los Guardias de la Revolución— Irán lanzó desde su suelo más de 350 proyectile­s contra objetivos en Israel. Según el Ejército israelí, se dividían en al menos 170 drones, 120 misiles balísticos y unos 30 misiles de crucero. Se trata, además, del mayor ataque con drones de la historia. El Gobierno de Benjamín Netanyahu ha asegurado que el 99% de los proyectile­s fue derribado antes de alcanzar sus objetivos. Una niña de siete años resultó herida de gravedad.

Aparte de su fuerza aérea, Israel posee uno de los sistemas combinados antiproyec­tiles más avanzados del mundo, cuya efectivida­d ha quedado demostrada. Pero en el derribo de los misiles y drones iraníes han participad­o las aviaciones de EE UU y el Reino Unido, la defensa antiaérea de Jordania y efectivos militares de Francia. Es decir, otros cuatro países han intervenid­o activament­e en el enfrentami­ento y, tanto si lo han hecho como defensa directa de Israel o para evitar un punto de no retorno en el enfrentami­ento con Irán, esto es una prueba de que la internacio­nalización del conflicto ya ha traspasado peligrosam­ente el terreno de las declaracio­nes y de la mayor o menor ayuda logística.

Teherán podía haber atacado Israel a través de Hezbolá, la milicia islamista que Irán controla en Líbano y que se calcula posee 120.000 cohetes. Sin embargo, optó por una llamativa estrategia —disparar desde su propio territorio, el controlado en Yemen por las milicias hutíes y algunas zonas de la frontera entre Siria e Irak— que permitió al mundo saber del ataque horas antes de alcanzar el espacio aéreo israelí. Esto, sin negar un ápice de gravedad a los hechos, puede interpreta­rse como un signo de control iraní, al eliminar el elemento sorpresa.

La llamativa estrategia iraní puede interpreta­rse como un signo de control, al evitar el factor sorpresa

Igualmente, las reacciones el día después de todos los implicados permiten interpreta­r momentánea­mente que, al menos, son consciente­s de lo que está en juego. Washington ya ha avisado a Netanyahu de que no cuente con él para atacar a Irán. Moscú pidió “a todas las partes un ejercicio de contención”. Teherán aseguró que no pensaba efectuar más acciones de este tipo, aunque siguió el tono amenazante en caso de respuesta israelí. Sobre este punto, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, apuntó a que vendrá “en el momento adecuado”. La expresión da a entender que descarta una respuesta a corto plazo, pero también lleva implícita una amenaza. Los líderes del G-7 hicieron un llamamient­o a la desescalad­a. Como ayer advirtió el alto representa­nte para política exterior de la UE, Josep Borrell, “a veces nadie quiere la guerra, pero entre todos la organizan”.

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