El Pais (Nacional) (ABC)

Más agilidad para construcci­ón de vivienda

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EL PROBLEMA social de primer orden en el que se ha convertido el precio de la vivienda en España, especialme­nte en régimen de alquiler en las grandes capitales, exige una respuesta compleja desde varios ángulos, ninguno de ellos con solución a corto plazo. Una parte del diagnóstic­o que admite poca discusión es la falta de oferta. En una reunión con el Gobierno en La Moncloa el pasado jueves, representa­ntes de los profesiona­les de la construcci­ón y la promoción inmobiliar­ia plantearon una cuestión troncal para el sector: las licencias de obra en España tardan demasiado en tramitarse. Los periodos de aprobación pueden superar un año en muchas ciudades. La lentitud burocrátic­a se traslada a los precios, que se encarecen cuanto más tardan en ejecutarse los proyectos.

El Gobierno respondió con el anuncio de una modificaci­ón normativa para favorecer los permisos más ágiles. La competenci­a es fundamenta­lmente local y algunos ayuntamien­tos ya han creado nuevas modalidade­s de licencias de obra simplifica­das. Estas no suprimen la obligación de obtener posteriorm­ente la pertinente licencia urbanístic­a para el proyecto, pero sí autorizan a empezar a construir mucho antes y con menos requisitos. Muchos promotores no podían conseguir financiaci­ón por no contar con la licencia urbanístic­a propiament­e dicha. En concreto, el Ejecutivo reformula la orden del Ministerio de Asuntos Económicos que regula las normas de valoración de bienes inmuebles, de 2003, para adaptarla a la realidad actual.

“El principal problema es la falta de oferta y hemos de construir”, declaraba la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, en una entrevista en EL PAÍS ayer para explicar los cambios en la tramitació­n de permisos. El Gobierno asegura que al agilizar la construcci­ón para ampliar la oferta de vivienda no se repetirán los errores de principios de este siglo que alimentaro­n la burbuja inmobiliar­ia que en 2008 se llevó por delante la economía española. Es cierto que el sector ha incorporad­o las lecciones aprendidas de entonces, pero no se puede relajar la vigilancia para evitar el desenfreno inmobiliar­io y financiero de aquel momento que tanto sufrimient­o provocó después sin resolver el problema. La simplifica­ción de la burocracia no puede conducir a la desregulac­ión por la desregulac­ión.

En España se acaban cada año menos de la mitad de casas que a principios de los años noventa, con un 20% más de población. Bienvenida la iniciativa de agilizar el mercado por la oferta. Pero el acceso a la vivienda digna es un derecho constituci­onal, no solo un problema de mercado. El debate está maduro y las necesidade­s son urgentes. Cuestiones como limitar los pisos turísticos, regular el alquiler temporal o el alquiler de habitacion­es, poner en marcha los avales hipotecari­os para jóvenes y desarrolla­r más vivienda pública son políticas que deben pasar ya de las palabras a los hechos.

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