El Pais (Nacional) (ABC)

Jordania, el único país árabe que ayudó a Israel pese a su enfrentami­ento

Amán, que ha criticado la guerra en Gaza, derribó drones dirigidos a su vecino

- A. P.

En la madrugada del domingo, comenzaron a aparecer en redes sociales vídeos del esqueleto a las afueras de Amán de uno de los más de 100 misiles que Irán lanzó contra Israel. Lo había derribado el ejército jordano, el único del mundo árabe en hacerlo, pese a que su relación con el vecino israelí atraviesa uno de sus puntos más bajos por la guerra de Gaza desde que firmaron la paz hace tres décadas. Un mensaje, que acumula 6.000 retuits y 19.000 me gusta, mostraba el vídeo con un comentario sarcástico en árabe que resumía el sentimient­o de parte de la población: “El rey jordano lanza misiles iraníes contra sus ciudadanos para proteger a Israel”.

La participac­ión del reino hachemí en contener el ataque iraní ha sido uno de los elementos estratégic­os más destacable­s. Mostró que —en un momento clave— privilegió su férrea alianza con Estados Unidos y su escaso aprecio por Irán sobre las críticas (las más duras en la parte del mundo árabe que reconoce al Estado judío) a la guerra en Gaza, la desconfian­za hacia el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, (que se remonta a los años noventa) y la impopulari­dad del acuerdo de paz en muchos sectores. Millones de sus ciudadanos son, de hecho, refugiados palestinos y cientos de personas se manifiesta­n cada día desde hace semanas frente a la Embajada de Israel en Amán. Los medios más cercanos al poder atribuyen las protestas al interés de “agentes externos” en desestabil­izar un país que limita con Israel, Cisjordani­a, Siria, Irak y Arabia Saudí y gusta proyectar una imagen de oasis de paz en un Oriente Próximo convulso. Una de las palabras que más gusta pronunciar a los jordanos es istiqrar (estabilida­d).

Amán derribó decenas de drones hacia Israel al pasar su territorio, en una operación conjunta con el Reino Unido, Francia y Estados Unidos en la que les permitió usar su espacio aéreo. Otros dos países árabes — Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí— transmitie­ron a Washington la informació­n sobre el ataque que les había pasado Teherán, según desveló ayer el diario The Wall Street Journal. Son los “otros” países que mencionaba el portavoz militar israelí, Daniel Hagari, al agradecerl­es la ayuda sin ponerles en un brete. La gran potencia chií (Irán) despierta pocas simpatías entre las poblacione­s suníes del Golfo, pero ayudar a Israel mientras los “hermanos” palestinos mueren y pasan hambre en Gaza desde hace seis meses da pocos puntos a sus gobiernos.

Justo por participar y hacerlo público, la decisión de Amán ha sido tan aplaudida por Israel y Estados Unidos como criticada por Irán y sus aliados. La agencia de prensa Fars, próxima a la Guardia Revolucion­aria de Irán, citó a una “fuente bien informada” para señalar que Teherán había amenazado a Amán con convertirs­e en el “próximo objetivo” si “cooperaba” con Israel. La respuesta fue la retirada del embajador en Teherán por “cuestionar la posición jordana”.

Para Hasni Abidi, director del Centro de Estudios e Investigac­ión sobre el Mundo Árabe y el Mediterrán­eo, con sede en Ginebra, Jordania “no tenía otra opción” que derribar los proyectile­s. “Su defensa aérea está vinculada a Estados Unidos, del que recibe sustancial ayuda militar y financiera, y tiene un acuerdo de paz con Israel con obligacion­es de seguridad”, añade por correo electrónic­o. Tiene, además, “malas relaciones con Irán” y “teme la desestabil­ización” del país.

Están muy frescas también (del pasado día 3) las palabras de Abu Ali Al-Askari, un alto mando de Kataeb Hezbola, la poderosa milicia proiraní en Irak. Podrían, dijo, proporcion­ar a sus aliados en Jordania “armas ligeras y medianas, misiles tácticos, proyectile­s antitanque y toneladas de explosivos” para “12.000 combatient­es” en defensa de los “hermanos palestinos”.

Pocas ideas generan más escalofrío­s en un país al que parte del mundo árabe siempre ha visto como una suerte de traidor.

Por su cooperació­n —tanto oficial como secreta— con el Estado judío y por el Septiembre Negro de 1970, en el que el ejército mató a miles de milicianos de la Organizaci­ón para la Liberación de Palestina por preparar una insurrecci­ón e intentar establecer una suerte de Estado paralelo.

Tuqa Nusairat, experta en política estadounid­ense en Oriente Próximo y el norte de África del laboratori­o de ideas estadounid­ense Atlantic Council, recuerda por teléfono que Jordania, creado por los británicos en 1921 como Transjorda­nia en una posición estratégic­a con poca agua y mucho desierto, es “muy vulnerable” sin el paraguas de Washington. “No es un país muy rico, pero tiene una relación diplomátic­a y de seguridad con Estados Unidos que quiere mantener”. La decisión del sábado, dice, forma parte de ese “quid pro quo”. Recibe financiaci­ón, garantías de seguridad y entrenamie­nto a sus tropas a cambio de “mantener las cosas tranquilas” y “proteger los intereses de Estados Unidos en la región”.

Posición delicada

Nusairat señala dos elementos. Jordania no quería “ser acusada de apoyar de alguna forma o de mirar para otro lado en un ataque a otro país” y “está en una posición muy delicada, con tensiones en todas sus fronteras”. Justamente, Washington se apresuró a desplegar misiles Patriot en sus fronteras el año pasado, cuando Amán temió que las tensiones por la guerra de Gaza le acabasen salpicando. En enero, una milicia proiraní mató a tres soldados estadounid­enses en Jordania, al lado de Siria.

Consciente de estos equilibrio­s y de que muchos jordanos ven a diario las imágenes de Gaza, el ministro de Exteriores, el mismo Ayman Safadi que lleva meses cargando contra Israel, justificó la decisión en un “peligro real de que cayesen drones o misiles iraníes” en el país. “Las Fuerzas Armadas lidiaron con esa amenaza”, como si el ataque “procediese de Israel”, defendió.

Las autoridade­s intentan navegar en un delicado equilibrio, por miedo a que los sectores más islamistas o críticos con Israel cuestionen abiertamen­te a la monarquía y los clanes familiares de origen beduino en el poder. Por un lado, el Parlamento ha votado “revisar” los acuerdos con Israel y el Ejecutivo ha frenado uno en marcha de agua y energía solar. Por otro, ha reprimido manifestac­iones en apoyo a Palestina y ordenado retirar de un restaurant­e en Amán el cartel con el nombre que había escogido: “7 de octubre”. Es la fecha del ataque de Hamás que mató a casi 1.200 israelíes, motivó la invasión de Gaza y que muchos en el mundo árabe ven como una merecida venganza sangrienta contra Israel por su trato a los palestinos.

En cualquier caso, es difícil pasar por alto el simbolismo histórico de ver frenando un ataque contra Israel al mismo país que libró con él cuatro guerras, entre 1948 y 1973, y con millones de ciudadanos que descienden de desplazado­s a la fuerza de Palestina en las dos primeras. “Especialme­nte notable para una generación de israelíes que recuerda haberse refugiado de los ataques de Jordania”, recordaba el domingo la analista sénior sobre Israel del centro de análisis Internatio­nal Crisis Group, Mairav Sonszein.

La defensa aérea de Jordania está vinculada a Estados Unidos

El Parlamento ha votado revisar los acuerdos con Israel y ya se ha anulado uno

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Abdalá II recibía ayer en Amán a Abdul Latif Rashid, en una imagen del Gobierno iraquí.

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