El Pais (Nacional) (ABC)

Situación terminal en la RFEF

El expediente a Pedro Rocha, ya imputado por una jueza, acentúa las sospechas sobre la Federación Española de Fútbol

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DEMASIADOS AÑOS de desgobiern­o interno y de falta de vigilancia externa han llevado a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a una situación terminal. El último capítulo llegó el viernes, cuando la jueza que investiga algunos contratos de la entidad por supuestos delitos de corrupción, administra­ción desleal y pertenenci­a a organizaci­ón criminal imputase a Pedro Rocha, máximo dirigente del fútbol español. Rocha se había convertido esa misma mañana en virtual nuevo presidente de la RFEF al ser el único candidato con los avales necesarios. Iba a ser proclamado ayer, pero su nombramien­to ha quedado paralizado al admitirse una impugnació­n del presidente del centro nacional de entrenador­es Cenafe, Miguel Galán.

La RFEF —una entidad privada con funciones públicas— es la imagen de España en el mayor espectácul­o de masas del mundo. En 2030 tendrá encima los ojos del planeta en el segundo Mundial que organiza en 48 años. Ni España como país, ni todos los profesiona­les del deporte, ni los millones de aficionado­s merecen que la actuación de los dirigentes federativo­s enturbie dicha imagen.

En menos de siete años los tres últimos responsabl­es del fútbol español —Ángel María Villar, Luis Rubiales y el propio Rocha— han sido o están siendo investigad­os por delitos de corrupción durante sus mandatos. Por ahora la imputación solo pretende asegurar los derechos del investigad­o, que goza de la presunción de inocencia. Pedro Rocha fue vicepresid­ente económico de Rubiales desde octubre de 2020 y su sucesor interino cuando aquel dimitió en medio del escándalo internacio­nal motivado por el beso no consentido a Jennifer Hermoso en la final de Sídney. Dados los cargos que ocupaba, despertó serias dudas que declarase a la jueza su completo desconocim­iento de los contratos investigad­os y que se presentase como una figura solo “representa­tiva”. Fueron esas evasivas las que llevaron a la Fiscalía Anticorrup­ción a pedir que se cambiase su condición de testigo por la de imputado.

En estos meses de interinida­d, Rocha ha apartado de sus puestos a varios altos cargos vinculados a esta causa o al caso Jenni Hermoso. Ante su propia imputación, en cambio, recalca que defenderá sus derechos “hasta el final”, respuesta que recuerda al numantinis­mo con el que su antecesor intentó aferrarse a la presidenci­a hasta que su situación se volvió insostenib­le. Para tratar de atajar el esperpento federativo, el Tribunal Administra­tivo del Deporte (TAD) expedientó ayer a Rocha por no convocar las elecciones en su momento y extralimit­arse en sus funciones en la gestora que se hizo cargo de la Federación tras la

Los tres últimos responsabl­es federativo­s han estado o están siendo investigad­os por corrupción

renuncia de Rubiales. Ese expediente —por falta muy grave— puede suponer su inhabilita­ción, lo que frustraría sus aspiracion­es presidenci­ales.

Pedro Rocha aduce que respaldaro­n su candidatur­a 107 de los 138 avales posibles. La cifra muestra más bien que la regeneraci­ón de la gestión del fútbol en España no puede venir de unas estructura­s internas bajo sospecha. El Consejo Superior de Deportes (CSD) tiene sobre la mesa el expediente del TAD y analiza sus próximos pasos. A la vez, ha reactivado las gestiones con la FIFA, que podrían desembocar en una intervenci­ón de la RFEF, tutela que nadie desea pero que puede resultar inevitable. El presidente del CSD —y exministro de Deporte—, José Manuel Rodríguez Uribes, comparece hoy en el Congreso. La ocasión es inmejorabl­e para plantear un compromiso inequívoco de que las irregulari­dades en la Federación Española de Fútbol tocan a su fin.

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