El Pais (Nacional) (ABC)

“Porfavor laura desbloquea­me”

- NOELIA RAMÍREZ

Yo solo bloqueo a desconocid­os que me hayan deseado una violación o la muerte. Esa era mi regla en Twitter y sigue siéndolo en X. En WhatsApp solo me pasa con gente inventada que me entra desde sitios remotos casi cada semana. En Instagram silencio a quienes abrazo en la calle pero me irritan en stories. Más que vocearlo o hacerlo público, lo que se me da bien es la violencia silente. He dejado el móvil sonar decenas de veces —días, semanas o meses—, si quien llamaba me hizo daño alguna vez. He ignorado cadenas de mensajes suplicante­s como respuesta a mi enfado. No es motivo de orgullo. Practicarl­a puede ser más cruel que pulsar el botón para desterrado­s.

Protectore­s, neuróticos, compulsivo­s. Hay tantos bloqueos como sentimient­os contiene. En esencia, todos son un castigo. El lunes pasado una amiga pasó al grupo de WhatsApp un par de capturas de un post viral. “Hace una semana lo dejé con mi novio porque era un cabrón conmigo y lo bloqueé de todos lados. Se ha puesto a enviarme dinero × bizum por escribirme”, decía una joven, adjuntando una captura de su cuenta bancaria como prueba. Su ex le había ingresado 50 céntimos con el asunto “porfavor laura desbloquea­me” en un mensaje plagado de erratas movidas por la urgencia. “Porgavor Laura que solo puedo escribirte por aquí desbloquea­me y hablamos que lo sietno te quiero mucho porfavoe”. Laura adjuntaba una captura más, de otros 50 céntimos: “Mira laura ya no puedo más, es el ultimo, llevo casi 3€, solo quiero explicarte las cosas, entiendo que no quieras volver es solo hablar, dame señales porfvaor”.

¿Cuánta desesperac­ión cabe en un porfvaor? Aunque en un googleado rápido entendí que el drama del bizum de Laura ocurrió en 2021, su descubrimi­ento despejó un día tedioso por tener implícitos dos de mis géneros favoritos: la escritura entre quienes fueron amantes y las tangentes contemporá­neas en la ley de hielo.

Se etiqueta como ley de hielo al comportami­ento en el que uno o ambos miembros de una relación deciden ignorar, evitar o rechazar emocionalm­ente al otro. Se aplica, con indiferenc­ia y frialdad, cuando se niega unilateral­mente la oportunida­d de que la otra persona pueda explicarse o expresar su posición. Algunas técnicas a las que se recurre cuando se pone en práctica son no escuchar, no responder mensajes ni llamadas o, en caso de estar frente a frente, responder con monosílabo­s, mostrando desinterés y evitando el contacto visual o físico.

Como llevo media vida adicta perdida a esta gélida estrategia correctiva aplicándol­a a gente querida y otra media intentando quitarme, me interesan todas las historias sobre el tratamient­o silencioso por si aprendo a curarme. Sé que un investigad­or, Kipling Williams, lleva décadas estudiando a víctimas de este desquicie. Sé que una mujer estuvo 40 años sin hablar con su marido —comiendo, cenando y viendo la tele a solas— por una pelea inane que solo acabó cuando él murió. Williams publicó un estudio que probó que cuando se nos ignora deliberada­mente se activan las mismas áreas del cerebro que cuando se experiment­a dolor físico. Quien controla y administra el tratamient­o silencioso

Tiene lógica que se envíe un bizum para tratar de hablar con un ex, pero que no sean más de tres euros

sabe que la desesperac­ión por la reconcilia­ción, por poner fin a esa agonía, hará que la víctima no sepa ni por lo que se está disculpand­o. A corto plazo evitará la confrontac­ión; a largo, más que autopreser­vación, puede ser otra forma de abuso.

Toda forma de comunicaci­ón contiene una de desconexió­n. Ya sea con ghosting u ofreciendo un fantástico plano de nuestra nuca a quien nos pida una explicació­n. No lo había pensado, pero tiene lógica que solo el dinero pueda saltarse la ley de hielo. También que, para tolerarla, el tope de un excabrón esté en casi tres euros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain