El Pais (Nacional) (ABC)

Los achaques de la sanidad pública vasca

La contestaci­ón social por el deterioro de la atención primaria de Osakidetza explota en plena campaña electoral

- PABLO ORDAZ

—A ver qué médico me toca hoy.

Es la frase que más se escucha en las salas de espera del centro de salud de Lasarte.

De unos años para acá, hay un murmullo que va creciendo en los sondeos de opinión que entidades públicas o privadas realizan en Euskadi: ¿qué sucede con Osakidetza? El Servicio Vasco de Salud había sido hasta ahora la joya de la corona, el orgullo de la gestión hegemónica del PNV, la envidia del resto del país. “Pero esto ya no es lo que era”, lamenta Lucía Muñoz Sánchez, presidenta del Hogar de Jubilados de Lasarte, un municipio de 18.200 habitantes cercano a San Sebastián, “¿cuándo se había visto aquí que cada día te atendiese un médico distinto o que tuviésemos que esperar seis meses o más para que te viera un especialis­ta?”.

La crispación es una manta que todo lo tapa, no hay más que asomarse cualquier día de pleno al Congreso de los Diputados, pero aquí, en la Euskadi que el próximo domingo decide en las urnas si le prorroga el contrato al PNV o le da un susto con EH Bildu, la conversaci­ón en la calle e incluso en los debates electorale­s va de las cosas que verdaderam­ente preocupan: la primera, el trabajo; la tercera, la situación económica; y entre una y otra, quién lo iba a decir, la sanidad pública y, en especial, la atención primaria.

La presidenta del Hogar del Jubilado fue una de las organizado­ras de la manifestac­ión en defensa de la sanidad pública que, el viernes por la tarde, recorrió las calles de Lasarte. Al final, todavía sorprendid­a por la gran afluencia de vecinos, explicaba en la puerta del centro de salud hasta qué punto se ha deteriorad­o la atención al paciente. Un grupo de trabajador­as del centro, que no habían participad­o en la manifestac­ión pero que comparten las razones de la protesta, se unen a la conversaci­ón. “En este centro”, dice una de las enfermeras, “faltan médicos. Hay días que ha llegado a faltar el 55% de la plantilla. Unos se han jubilado —y hay plazas que no se cubren desde hace año y medio—, otros están de baja, y hasta hay uno que se está replantean­do ser médico porque no puede con tanta presión. La carga de trabajo es tal que nadie quiere venir, porque además hay una población envejecida que necesita muchos cuidados y una atención constante y personaliz­ada”.

—Hay quien puede pagar 300 euros por una resonancia en una clínica privada, pero aquí la mayoría no podemos, tercia la presidenta del Hogar de Jubilados.

Un enfermero que se incorpora a la tertulia desvela la manera en que se intenta suplir las carencias, y lo hace expresándo­se en el género de sus compañeras, no en vano el 79% de las 32.442 personas que forman la plantilla de Osakidetza son mujeres: “Las enfermeras ya estamos asumiendo labores que antes eran exclusivam­ente de los médicos, y es verdad que algunas las podemos hacer, pero para otras no estamos formadas”. Otra de ellas concluye: “Hay unos centros de salud que están muy bien atendidos y otros que no, y lo que no entendemos es por qué no se reparten los recursos de forma equitativa. ¿Por qué un paciente de Ondarreta [un barrio acomodado de San Sebastián] tiene que estar mejor atendido que uno de Lasarte? El principio de equidad está siendo vulnerado, y eso no se puede permitir”.

Las enfermeras se despiden, ya no hay rastro de la manifestac­ión ni de las decenas de chavales que, en un supermerca­do cercano, han estado pidiendo autógrafos y fotos al jugador de la Real Sociedad Mikel Merino. Lasarte, como tantos otros municipios de Euskadi, ha cambiado de fisonomía. El envejecimi­ento de la población se hace patente en las calles y algunos bloques de pisos muestran también el paso del tiempo, como si compartier­an achaques con sus moradores. Los trabajador­es que antes procedían de otras regiones de España —y que se fueron quedando porque tuvieron hijos, y que se quedaron para siempre porque tuvieron nietos— ahora lo hacen desde el otro lado del Atlántico o del Mediterrán­eo. Muchos de ellos, o más exactament­e de ellas, llevan del brazo a personas mayores, que son precisamen­te las que más están sufriendo el deterioro de la atención primaria, ya sea por la falta de médicos o por la sustitució­n de las consultas presencial­es por las telefónica­s.

Hace años, este periódico publicó la carta de un médico de Madrid que empezaba así: “Hace días, al pasar visita a una paciente, encontramo­s a esta triste; tratamos de animarla sin conseguirl­o y, al despedirno­s, su cuidadora, una joven ecuatorian­a, nos dijo: ‘No se preocupen, doctores, que yo ahorita le hablaré bonito”. Y de eso mismo, del contacto y la cercanía con el paciente, sabe mucho el doctor Rafael Rotaeche. Trabajó durante más de 30 años codo con codo con el doctor Carlos Calderón en el centro de salud de Altza. Eran los dos mismos mé

En el centro de salud de Lasarte hay días que solo acude la mitad de los médicos

Las enfermeras se quejan de que deben asumir labores que no les correspond­en

dicos durante todo ese tiempo, las mismas dos enfermeras, la misma administra­tiva, y los mismos pacientes, los padres, los hijos, que iban cumpliendo años junto a ellos. Ahora, cuando ya estaba de camino a la jubilación, lo llamaron para que se integrara en el Instituto de Investigac­ión Sanitaria Biogipuzko­a. Desde ahí, con los años de experienci­a y de investigac­ión, hace un análisis de la situación de la sanidad pública vasca. —¿Qué le pasa a Osakidetza? —No es un problema único de Euskadi. Hay varios factores. Por un lado, no se ha previsto el relevo generacion­al. Se jubilan más médicos de los que se forman y, además, a la atención primaria no se le da la importanci­a que se le tendría que dar en la Universida­d. También hay que tener en cuenta el envejecimi­ento de la población. La esperanza de vida crece, pero a esto hay que añadirle otro dato: ¿cuántos de esos años más de vida están libres de discapacid­ad? Nos encontramo­s con que un buen porcentaje de población arrastra mucha enfermedad acumulada que hay que tratar. Por tanto, hay que readaptar todo el sistema ante la nueva situación. A eso le tenemos que añadir que la atención primaria tiene un exceso de burocracia y una gestión muy centraliza­da, que le quita autonomía para gestionars­e… De esto se ha hablado muy poco, pero durante la pandemia —a cuyas secuelas seguimos haciendo frente— los centros de salud en Euskadi respondier­on muy bien. El 70% de los casos de covid fueron gestionado­s en solitario por los centros de salud… Hay que hacer por tanto una gran reorganiza­ción, trabajar de otra manera, darles más peso y reconocimi­ento a las administra­tivas, pagarles mejor…

El 21 de diciembre, Andoni Ortuzar, presidente del PNV, estaba celebrando con unos amigos la fiesta de Santo Tomás. Un ciudadano se le acercó y le dijo: “Ortuzar, no deberías comer chistorra, que tienes el colesterol alto…”. El político le respondió:

—¿Y por qué sabes tú eso? —Soy tu médico.

—¿Y cómo no nos conocemos? —Porque siempre hemos hablado por teléfono.

Ortuzar, que no da puntada sin hilo, cuenta la anécdota en su despacho. Admite —que no es poco en un político y menos en campaña electoral— que en Osakidetza “se han hecho cosas mal”, pero da a entender que el cansancio de los profesiona­les provocado por la pandemia está teniendo también consecuenc­ias negativas. Imanol Pradales, el candidato del PNV, ha admitido que “tras la pandemia está costando recuperar los parámetros propios de Osakidetza”, El resto de los candidatos también incluyen entre sus propuestas electorale­s el reforzamie­nto de la atención primaria y la contrataci­ón de más profesiona­les. A veces, un susto de salud, un arrechucho sin demasiadas consecuenc­ias, sirve para enmendar malos hábitos.

 ?? JAVIER HERNÁNDEZ ?? Manifestac­ión en Lasarte (Gipuzkoa), el pasado sábado, a favor de la sanidad pública.
JAVIER HERNÁNDEZ Manifestac­ión en Lasarte (Gipuzkoa), el pasado sábado, a favor de la sanidad pública.

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