El drama de alquilar un piso en Málaga
El Sindicato de Inquilinos denuncia la “emergencia habitacional” en la ciudad andaluza, la subida de los precios y los efectos negativos de la turistificación
Tiene buen sueldo, trabajo estable y ahorros en el banco. Encontrar vivienda en Málaga, sin embargo, se ha convertido para David Romero, de 48 años, en una odisea. Tras 10 años de alquiler en una casa en la que pagaba 900 euros a medias con una amiga en Fuente Olletas, barrio a unos 20 minutos a pie del centro —donde trabaja— un burofax lo cambió todo: se tenían que ir. El administrador de fincas le advirtió más tarde de que los hijos de su casera se habían hecho cargo del inmueble y querían reformarlo para convertirlo en piso turístico. “Intenté negociar”, explica Romero. “La única opción que me daban era pagar 1.400 euros, un contrato de 11 meses y olvidarme de reformas”, añade. Su caso es de manual. Y se repite con frecuencia. Bien lo saben en el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Málaga. “La situación de la vivienda de alquiler en la ciudad es absolutamente dramática”, afirma uno de sus responsables, Curro Machuca.
Este sindicato nació en 2018 cuando un grupo de personas afines a distintos movimientos sociales identificaron el problema del alquiler. “Subidas de precios, dificultades para acceder en condiciones dignas, cláusulas abusivas...”, explica Machuca. Hoy la organización —formada por unas 30 personas y una amplia red de colaboradores— defiende los derechos del “inquilinato” y denuncia la situación de “emergencia habitacional”. “Hay que poner la cuestión en la agenda y explicar el papel de la gentrificación y la turistificación”, asegura el responsable de una entidad que se aleja del asistencialismo. “Funcionamos en grupo, intentamos que la comunidad se apoye. El problema es colectivo, no individual”, subraya.
El sindicato —en constante relación con los de Madrid y Barcelona— actualiza ahora el informe sobre la vivienda en Málaga que publicó hace seis años. “Si entonces la situación era negativa, ahora es dramática”, insiste Machuca. Lo que sí señalan muchos estudios es a la capital malagueña como una de las ciudades españolas donde más suben los alquileres, cuando no la que más. Así, según Idealista, han crecido un 15,5% de media en el último año, con barrios donde la cifra alcanza el 17%. Otro trabajo del portal inmobiliario reflejaba, además, que el 94% de los alquileres de Málaga supera el esfuerzo máximo recomendado para familias de ingresos medios: solo el 6% tiene un precio “razonable”, según el documento. “Los precios suben tan rápido que contrarrestan cualquier política social desarrollada”, advierte Juan González Alegre, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Málaga (UMA).
“Yo tengo ahorros y estabilidad laboral y me cuesta encontrar un piso o no paso la criba. Imagina la gente de 25 años o los que tienen menos recursos: es una locura”, corrobora Daniel Romero, al que han llegado a pedir un aval de 40.000 euros para una casa de 1.400 euros al mes o 200 euros por ir a ver un piso. Muchas inmobiliarias, además, le piden que pague una mensualidad por la gestión, cuando la ley indica que es responsabilidad de la propiedad. La experiencia del sindicato confirma que su situación es habitual. Como la existencia de contratos fraudulentos de nueve u 11 meses, condiciones desmedidas, falta de atención a las obligaciones de los propietarios (como los arreglos menores) o cláusulas abusivas y una subida exagerada en el precio a pesar de los límites legales.
La última Encuesta Social Malagueña indica que la vivienda es hoy la principal preocupación en la ciudad. “En 2020 el tema ocupaba el puesto 16 y ahora es el primero”, revela Nayla Fuster, profesora universitaria e investigadora en el Centro de Investigación Social Aplicada (CISA). La vivienda lidera la tabla con el 20% de las respuestas, muy por encima de la limpieza (13%) o el tráfico (8%). “A muchas personas no les pasa directamente, pero sí lo ven a su alrededor”, apunta Fuster, que anuncia otros datos como que el nivel de satisfacción de la ciudadanía sobre el precio de la vivienda sea solo de 2,21 sobre 10 y que el 72% de los encuestados considere que el turismo ha impactado de forma “negativa” o “muy negativa” en la disponibilidad de viviendas asequibles.
Las razones por las que los precios se han disparado en toda la ciudad son muchas. La escasez de oferta y la enorme demanda es una de las principales. Otra está ligada a las casi 8.000 ofertas de pisos turísticos existentes en la plataforma Airbnb. Es un indicio de la influencia del turismo en ese aumento, que además de la subida de precio causa también problemas de convivencia para los residentes. “Ruido, vomitonas, suciedad, desperfectos en zonas comunitarias, pérdida de privacidad… Y mucho más”, enumera Carlos Carrera, presidente de la Asociación de Vecinos del Centro Antiguo de Málaga.
Una mancha de aceite
El casco histórico concentra gran parte de estos alojamientos y, también, hoteles, restaurantes, locales de ocio o tiendas de souvenirs. “El fenómeno de turistificación está principalmente confinado al centro de la ciudad”, concluye un trabajo realizado por Francisco José Chamizo-Nieto, investigador y arquitecto de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Málaga. Él tomó datos de 2019, pero ha diseñado un sistema que permite actualizarlos y monitorizarlos “por si las administraciones quieren conocer la situación real e impulsar estrategias contra la turistificación”. “Y lo que ocurre en el centro es como una mancha de aceite que va contaminando al resto de barrios, en los que van surgiendo ya los mismos problemas”, advierte Chamizo-Nieto.
Más allá de los datos, su estudio revela que las zonas donde hay mayor presión turística también acogen una mayor presencia de organizaciones ciudadanas que reivindican y buscan soluciones. El Sindicato de Inquilinas e Inquilinos es uno de los más activos. “Málaga se ha convertido en una fábrica de turismo. Y en las fábricas, tradicionalmente, no se vive. Los vecinos están siendo expulsados”, denuncia Curro Machuca. El colectivo también señala las dificultades que generan la concentración de la propiedad, “la dinámica capitalista del mercado” y “la especulación” para quienes buscan alquiler. ¿Hay solución?: “Pasa por más viviendas sociales, sacar al mercado las vacías, parar desahucios. Pero también que se cumplan las leyes urbanísticas y que el Ayuntamiento haga algo y, por ejemplo, declare la ciudad zona tensionada”, sostiene Machuca.
El Consistorio ha rechazado ya ese paso, que serviría para limitar el precio del alquiler. Mientras, fuentes municipales explican que llevan “varios años” trabajando en una modificación del plan general para limitar el número de viviendas turísticas. Y esperan que pronto se inicie una moratoria para inscribir nuevas hasta que dicho trámite esté finalizado. “Lo primero, eso sí, sería reconocer que existe el problema”, concluye González Alegre, no muy convencido de que el Consistorio lo haya hecho todavía.
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