El ‘informe Letta’ pide más financiación a la UE para preservar el mercado único
El ex primer ministro italiano propone la creación de un fondo de solidaridad para la ampliación
Más mercado único como herramienta para que la UE no pierda el paso económico frente a Estados Unidos, China o India. Esa es la idea principal del informe que Enrico Letta, ex primer ministro italiano, ha preparado por encargo del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Pero el documento también contiene advertencias claras para quien quiera verlas: defender ese gran activo en los próximos años y evitar que se fragmente va a requerir más dinero. Hará falta conjurar ese riesgo en las ayudas públicas, por la desigual capacidad que tienen los Estados miembros para apoyar al sector privado. “Una forma de superar este dilema podría ser equilibrar una aplicación más estricta de las ayudas estatales a nivel nacional con la ampliación progresiva del apoyo financiero a nivel de la UE”, señala la introducción del documento, a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Y también habrá que espantar fantasmas durante la gran ampliación que se prepara, con la entrada de Ucrania y los países de los Balcanes occidentales: “La creación de un fondo de solidaridad para la ampliación podría ser vital para apoyar el proceso”.
El jueves, el italiano Enrico Letta volverá al Consejo Europeo. Aunque esta vez no como primer ministro, sino como ponente. Les explicará a los líderes actuales de la UE el informe sobre el futuro del mercado interior la UE que le pidió Michel. En el borrador de la introducción política de 15 páginas se exponen muchos de los retos que en los últimos meses resuenan desde diferentes troneras. “El mercado único de la UE va a la zaga del estadounidense”, dice en su tercer párrafo. Y lo sustenta con una comparación muy ilustrativa: el PIB per cápita de Estados Unidos ha crecido un 60% entre 1993 y 2022; el de la UE, menos de un 30%.
Para solucionar el problema, Letta, que lleva más de medio año estudiando el problema, plantea una solución con una música y una letra conocidas: el mercado único es imperfecto y hay que perfeccionarlo profundizando en él. “El marco del mercado único, arraigado en la definición de las cuatro libertades —la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales—, se basa fundamentalmente en principios teóricos del siglo XX”, explica. Partiendo de la premisa de que la creación de este espacio en los años ochenta precisa de una actualización, plantea añadir “la libertad de investigar [...] sin fronteras artificiales y limitaciones”. Este etéreo concepto puede aterrizarse mejor con cifras que dejan claro que hay margen de mejora: la UE invirtió en 2021 una cantidad equivalente al 2,3% de su PIB en investigación y desarrollo; EE UU, un 3,5%; Corea del Sur, el 5%; e Israel, el 5,6%. Este nuevo concepto es la aportación más novedosa que pone sobre la mesa el texto. Otras propuestas son menos originales —aunque no menos necesarias, según señala el documento— y van en esa dirección que siempre se apunta desde Bruselas: eliminar barreras en el mercado único para que bienes, servicios, capitales y personas circulen sin problemas estimulando así el comercio, el conocimiento y el desarrollo. Y ahí plantea, por ejemplo, la creación de un código europeo de leyes comerciales con la pretensión de homogeneizar normativas y simplificar trámites. Pero también ahondar en la unión del mercado de capitales para estimular la inversión privada o “el desarrollo de un mercado común de seguridad y defensa”, con el que responder al desafío geoestratégico que ha puesto sobre la mesa la invasión de Ucrania por Rusia (algo que nadie que pretenda ser escuchado en Bruselas estos meses puede dejar de mencionar).
Transiciones
La doble transición energética y digital va a requerir muchas inversiones públicas y privadas. Y en este punto entran en juego las ayudas de Estado que, si siguen en la esfera de cada país y con la relajación actual de requisitos dictadas por la Comisión Europea, amenazan con fragmentar ese mercado. “La progresiva relajación de las ayudas estatales en respuesta a las recientes crisis ha contribuido a limitar los efectos negativos sobre la economía real [...], pero también ha producido distorsiones de la competencia”.
Sabe el ex primer ministro italiano que aquí se mueve en terreno pantanoso, que la deuda común (eurobonos) y otras herramientas comunes (propuestas de financiación como el plan de recuperación o aumentar el presupuesto de la UE) son muy divisivas. Así que apunta en una dirección, en principio, menos conflictiva: “Un mecanismo de contribución a las ayudas estatales que obligue a los Estados miembros a destinar una parte de sus fondos nacionales a la financiación de iniciativas e inversiones paneuropeas”. Ese gran debate sobre los eurobonos y otras formas de financiación probablemente se calentará mucho más cuando otro ex primer ministro italiano, Mario Draghi, también expresidente del BCE, presente su informe, este sobre la competitividad de la economía de la Unión y encargado por la Comisión.