El Pais (Nacional) (ABC)

El robo de unos relojes desató el triple crimen de Chiloeches

La Guardia Civil detiene a tres personas por la muerte de un matrimonio y su hija

- ÓSCAR LÓPEZ-FONSECA

Tres personas muertas y un puñado de relojes como botín. La investigac­ión sobre la muerte a cuchillada­s del matrimonio formado por Ángel Villar y Elvira Fernández, ambos de 52 años, y su hija Laura, de 22, en un chalé de Chiloeches (Guadalajar­a) en la madrugada del sábado ha confirmado que el móvil del triple homicidio fue el robo y, más concretame­nte, el de varios relojes de lujo. También ha despejado que, de los tres detenidos hasta ahora, uno, Fernando P. S., de 23 años, fue el presunto autor material de las muertes, mientras que los otros dos —David, de 25 años, y una mujer de 34 años— tuvieron un papel secundario como cómplice y encubridor­a.

La titular del Juzgado de Instrucció­n número 4 de Guadalajar­a, ordenó ayer el ingreso en prisión de los dos hombres acusados de tres delitos de asesinato, otro de robo con violencia en casa habitada y uno de incendio. La mujer ha quedado en libertad provisiona­l con la prohibició­n de salir de España y la obligación de comparecer cada 15 días en el juzgado.

La rápida detención de David a partir del coche del que huyó del lugar del crimen y su confesión llevaron a la Guardia Civil hasta el hostal donde se ocultaban los otros dos presuntos implicados. Allí los agentes encontraro­n el botín dentro de una pequeña maleta.

Las pesquisas han permitido reconstrui­r con detalle lo ocurrido aquella noche. Según explican fuentes cercanas a la investigac­ión, Fernando y David acudieron poco antes de las tres de la madrugada al chalé en el que habitaban las víctimas, en el número 28 de la calle de Fuente Valdoma de la urbanizaci­ón Medina Azahara. El motivo: entrar para robar. El lugar no les era desconocid­o. En la misma urbanizaci­ón vivía David y, además, ambos conocían a Laura, una de las víctimas, porque esta había tenido un relación sentimenta­l con el primo del primero, relación que ella había roto por presuntos malos tratos.

Siempre según la primera reconstruc­ción de los hechos, una vez ante la vivienda, fue Fernando, con dos grandes armas blancas, quien accedió al chalé, mientras su presunto cómplice esperaba fuera. Lo que inicialmen­te debía ser un simple robo “silencioso” se trastocó en tragedia cuando el matrimonio escuchó ruidos. La madre incluso tuvo tiempo de llamar al 112.

Ángel, el padre, un hombre de gran corpulenci­a y con conocimien­tos de artes marciales, hizo frente al intruso e, incluso, le causó varias lesiones, pero finalmente cayó muerto a causa de las numerosas puñaladas recibidas. También resultó muerta Elvira, su mujer, y, poco después, la hija de ambos, Laura. Mientras esto ocurría, el cómplice que esperaba fuera huyó de la urbanizaci­ón, en un Peugeot negro, al darse cuenta de que habían sido descubiert­os.

Tras la muerte de las tres víctimas, la principal hipótesis policial es que Fernando se hizo con varios objetos de valor y, posteriorm­ente, provocó un incendio para ocultar las pruebas. Luego huyó y se refugió en un hostal de Daganzo de Arriba, una localidad de Madrid, situada a 30 kilómetros del lugar del crimen. Allí le esperaba la tercera detenida, una mujer que había alquilado una habitación.

Solo media hora después del crimen llegaba al chalé el hijo del matrimonio, Yeray, y descubría un incendio en el interior. Telefoneó a los vigilantes de la urbanizaci­ón, que intentaron sofocar las llamas. Pero, tras unos primeros intentos fallidos por la virulencia del fuego, optaron por avisar al 112. Después de casi dos horas de trabajo, los bomberos del parque de Azuqueca de Henares (Guadalajar­a) lograron apagar el incendio y entrar en la vivienda. Allí encontraro­n los cadáveres del matrimonio y la hija acuchillad­os con “ensañamien­to”, según los investigad­ores.

Las pesquisas de la Guardia Civil obtuvieron resultados rápidament­e. Una cámara de la gasolinera del pueblo de Pozo de Guadalajar­a, muy cercana a la urbanizaci­ón donde se perpetró el triple homicidio, captó al coche que presuntame­nte conducía uno de los implicados, David, huyendo de la urbanizaci­ón a gran velocidad. Los agentes lo arrestaban horas después del crimen.

Durante el interrogat­orio, el detenido confesó lo ocurrido y señaló al presunto autor material del crimen, así como que se ocultaba en Daganzo. Cuando los agentes acudieron al hostal, encontraro­n a Fernando y a su compañera. Él presentaba lesiones, supuestame­nte fruto del forcejeo con las víctimas. También allí, en una maleta hallaron el botín.

Uno de los arrestados presuntame­nte quemó la vivienda para borrar pruebas

Los investigad­ores hablan de “ensañamien­to” con las víctimas

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RAFAEL MARTÍN (EP) Uno de los detenidos por el crimen de Chiloeches salía ayer de la comandanci­a de la Guardia Civil de Guadalajar­a.

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