La economía de EE UU ampliará su ventaja sobre la europea, según el FMI
La entidad eleva sus previsiones para la primera potencia del mundo y recorta las del Viejo Continente
Washington recibe este abril las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial con la primavera algo adelantada. El momento álgido de los cerezos en flor quedó atrás. En la economía, la niebla bancaria que dificultaba la visibilidad hace un año se ha disipado en Estados Unidos, posibilitando un aterrizaje suave en la primera potencia, pero también de la economía mundial, que ha esquivado la recesión global. El FMI ha elevado sus previsiones de crecimiento para el año en curso, pero como advierte su economista jefe, Pierre-Olivier Gourinchas, “la visión general puede esconder las extremas divergencias entre países”. Mientras Estados Unidos ha crecido con fuerza y superado la tendencia prepandémica, Europa sigue atascada.
El FMI calcula que el crecimiento mundial fue del 3,2% en 2023, y proyecta que continúe a ese ritmo en 2024 y 2025, tras elevar una décima el pronóstico para este año en su nuevo informe Perspectivas de la economía mundial, presentado ayer. La doble velocidad entre EE UU y Europa se mantendrá. El Fondo eleva sus previsiones de crecimiento del producto interior bruto de la primera economía del mundo 0,6 puntos, hasta el 2,7%. En cambio, recorta las de la zona euro una décima, hasta el 0,8%. La brecha se amplía también en 2025, con revisiones de signo opuesto.
La política fiscal expansiva, el récord de exportaciones energéticas, el proteccionismo económico, las inversiones en infraestructuras, el aumento de la productividad, los incentivos a las energías renovables y a las nuevas plantas de fabricación de microprocesadores y el dinamismo de un mercado laboral al que se han incorporado millones de inmigrantes han permitido a Estados Unidos crecer un 2,5% en 2023. Además, ha entrado con una fuerte inercia en este año, para el que el FMI prevé ese crecimiento del 2,7%. Ni las subidas de los tipos de interés, ni las turbulencias bancarias de hace un año, ni la incertidumbre internacional han frenado a la locomotora estadounidense, aunque —por culpa de la inflación— la mayoría de los votantes consideren que la economía va mal. El FMI, por otro lado, advierte de que la senda de gasto y deuda es insostenible a largo plazo. “Algo tendrá que cambiar“, advierte.
Europa, mientras, sale de la crisis a rastras. La zona euro creció un 0,4% en 2023 y este año lo hará un 0,8%, menos de la tercera parte que Estados Unidos. La guerra de Ucrania y su impacto en los mercados energéticos y de materias primas ha pasado una mayor factura a una economía europea que, además, no ha encontrado nuevas fuentes de dinamismo con las que contrarrestar la contracción monetaria. Con Alemania atascada, no ha habido otros países capaces de tomar el relevo.
Tras un tortuoso camino que comenzó con la pandemia, los trastornos en las cadenas de suministro, la guerra iniciada por Rusia en Ucrania, con las crisis energética y alimentaria aparejadas, y la considerable escalada de la inflación, a la que siguió una contracción monetaria sincronizada a escala mundial, la economía mundial ha resistido mejor de lo esperado. Como ya anticipó la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, esa es la parte optimista del mensaje. “El mundo ha evitado una recesión, el sistema bancario ha demostrado resiliencia en su mayor parte, y las principales economías de mercados emergentes no han sufrido frenadas bruscas de la entrada de capitales”, sostiene el Fondo.
Conforme la inflación descendía desde su máximo de 2022, la actividad económica creció de forma constante pese a los riesgos de estanflación y recesión mundial. El crecimiento del empleo y de la renta se mantuvo constante, debido al impulso de la demanda —más gasto público y más consumo de lo previsto— y por el lado de la oferta, con un fuerte aumento de la tasa de actividad. Esa inesperada resistencia en un entorno de subidas de tipos se benefició también de las bolsas de ahorro acumuladas durante la pandemia.
No todo es ni mucho menos color de rosa. “El crecimiento es históricamente lento”, considera el Fondo. Esa es la parte del informe que ve la botella medio vacía. O peor que eso: “La proyección más reciente de crecimiento mundial a cinco años, del 3,1%, es la más baja de las últimas décadas. El ritmo de convergencia hacia mayores niveles de vida para los países de ingreso mediano y bajo se ha frenado, por lo que persisten las disparidades mundiales”, indica también.
Las previsiones del FMI tampoco son homogéneas para Europa. La locomotora alemana ahora es el vagón de cola y lastra al conjunto, con un crecimiento de solo el 0,2% para este año, tres décimas menos de lo esperado en enero. Francia (0,7%), Italia (0,7%) y, fuera de la Unión Europea, Reino Unido (0,5%) también sufren revisiones a la baja y tendrán un crecimiento débil este año.