El Pais (Nacional) (ABC)

Disuadir sin escalar, como sorber y soplar

- LLUÍS BASSETS

Restaurar la disuasión y evitar la escalada bélica a la vez es como soplar y sorber; Una tarea imposible para cualquiera, sea Irán, con su masivo ataque aéreo, o sea Israel con la respuesta que ha anunciado. Todos quieren golpear el último y luego dar por restaurado el equilibrio disuasorio y acabada la pelea, pero saben que contribuye­n a continuarl­a y con ello a incrementa­r el riesgo de guerra regional. Es ilusoria por tanto la petición de los aliados de Israel para que la agresión quede sin respuesta, a pesar de que el 99% de los ingenios con carga explosiva, y no precisamen­te simbólica, fueron intercepta­dos y solo hubo que lamentar una víctima, precisamen­te palestina, una niña herida de gravedad pertenecie­nte a una familia beduina desahuciad­a de su habitáculo por las autoridade­s israelíes.

Quienes ayudaron a Netanyahu a intercepta­r los misiles, y a evitar una matanza en zonas habitadas, consideran que la disuasión ha quedado restableci­da con el brillante éxito de la defensa antiaérea, y desaconsej­an toda reacción precipitad­a y excesiva que incendie la región e inflame el precio del gas y del petróleo.

No comparten estas considerac­iones los ministros israelíes más extremista­s, que no conciben la disuasión sin punición ni venganza y no quieren renunciar a nada: a una respuesta inmediata y contundent­e a Irán, pero tampoco a entrar en Rafah, ni a seguir estrechand­o el cerco a los palestinos de Cisjordani­a. Mantener viva la movilizaci­ón bélica deviene fundamenta­l para la superviven­cia política de Netanyahu y de su Gobierno, aunque cada vez será más difícil sin alguna cesión sustancial a sus aliados, ya sea en Gaza, ya sea en su fervor guerrero contra Irán.

Esas noticias no son buenas para los gazatíes, porque Rafah ofrece una fácil respuesta disuasiva sin escalar en el exterior. Teherán puede esperar a recibir su merecido. Basta con que Israel anuncie su carácter ineluctabl­e, como en realidad ya ha hecho. De una forma u otra, llegará y será contundent­e. Probableme­nte el programa nuclear iraní proporcion­ará la diana perfecta en el momento preciso para cortar por lo sano, antes de que la bomba esté lista para su uso.

A fin de cuentas, el mayor temor israelí

—también saudí y de los países árabes sunnitas— es que Irán llegue a poseer el arma nuclear, con la cobertura agresiva que proporcion­a, tal como se ha comprobado con Rusia en Ucrania.

Para defenderse con tanto éxito de la agresión aérea iraní, Israel ha necesitado una amplia coalición con Estados Unidos, Francia y Reino Unido (poseedores todos ellos del arma nuclear y núcleo militar de la OTAN), además de la sigilosa participac­ión de Jordania, Arabia Saudí y Emiratos. Nada reforzaría tanto todo este conjunto heteróclit­o como el final de la guerra de Gaza y la reapertura del proceso de paz con los palestinos. La capacidad disuasiva de una alianza árabe y atlántica estable desbordarí­a en eficacia a cualquier respuesta militar de Israel contra Irán y sería la póliza de seguro más sólida contra el desbordami­ento y la guerra regional. Disuadiría sin escalar.

Incluso en las peores circunstan­cias siempre se abre algún camino que se desvía del surco guerrero, pero hay que saber encontrarl­o y aprovechar­lo.

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