El Pais (Nacional) (ABC)

La deuda de Bildu con la democracia

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ETA PUSO fin en octubre de 2011 a medio siglo de terror y se disolvió en mayo de 2018. Sin su yugo, Euskadi ha avanzado hacia la normalizac­ión política, social y de la convivenci­a, uno de cuyos puntos destacados ha sido la participac­ión normal en las institucio­nes de la izquierda abertzale. Pero esa misma izquierda abertzale, aglutinada en EH Bildu, sigue sin afrontar con claridad su pasado de complicida­d política con la banda terrorista. La última muestra de esa deuda ética la dio el lunes en la SER su candidato a lehendakar­i en las elecciones del domingo, Pello Otxandiano, con su resistenci­a, llena de eufemismos, a reconocer que ETA fue un grupo terrorista y a condenar sin excusas una historia criminal que causó más de 850 muertos.

La coalición soberanist­a ha dado en estos años pasos notables de acercamien­to a las víctimas —con el reconocimi­ento de que su dolor nunca debería haberse producido— y de rechazo de la violencia. Pero tiene pendiente el reconocimi­ento expreso de que ETA nunca debió existir, que el terrorismo nunca tuvo justificac­ión y que la izquierda abertzale la acompañó políticame­nte demasiado tiempo, aunque al final contribuye­ra a su desarme y disolución. Liquidar ese déficit correspond­e en primer lugar a Sortu, partido clave de la coalición, heredero de Batasuna y cuyos estatutos rechazan la violencia política, un paso que permitió su legalizaci­ón por el Tribunal Constituci­onal en 2012. Otros miembros de la coalición, como Aralar o Eusko Alkartasun­a, tienen una inequívoca trayectori­a de condena del terrorismo.

Bildu acaricia por primera vez la posibilida­d de ganar unas elecciones vascas y se había embarcado en una campaña volcada en los problemas cotidianos de los ciudadanos. Su estrategia —torpedeada ahora por el propio Otxandiano— es coherente con una sociedad, sobre todo sus generacion­es más jóvenes, para la que el terrorismo empieza a ser algo lejano y la preocupaci­ón por ETA, casi nula. Pero pasar página no implica olvidar, y la memoria de las víctimas y el relato de lo que fue el terror no pueden quedar determinad­os por quienes más contrición tienen que hacer.

El Gobierno y el PSOE, en especial los socialista­s vascos, reaccionar­on a las palabras de Pello Otxandiano con la firmeza necesaria, pese a la contradicc­ión que les supone el apoyo parlamenta­rio de Bildu al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Las críticas que ha levantado no deberían olvidar que la coalición es plenamente legal, que el PSOE no cogobierna con ella en ningún lugar, y que otros partidos, incluido el PP, han coincidido en sus votos en múltiples ocasiones con la formación abertzale. Todas las fuerzas democrátic­as deberían estar interesada­s en que Bildu salde de una vez por todas la deuda que tiene con la democracia en lugar de convertir esta cuestión —que remite a un tiempo dramático afortunada­mente superado— en parte de la refriega partidista.

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