El Pais (Nacional) (ABC)

¿Qué fue eso? El Madrid

- MANUEL JABOIS

Terminó el partido con Lucas Vázquez haciendo de Haaland del Real Madrid pero saltando desde más lejos a por un centro lateral, con Militao de lateral derecho después de una glaciación de baja, Carvajal desparrama­do en el césped pidiendo el campo tras firmar un partido glorioso, y el resto casi muertos, deambuland­o por el césped sin piernas ni pulmones, viendo pasar aviones azules por los carriles interiores que centraban una y otra vez, una y otra vez, para que delanteros y centrocamp­istas bombardeas­en a Lunin. El madridismo creía en el Madrid, ¿pero cómo sin balón? Pasan cosas tan extraordin­arias en este club que se reservó la posibilida­d de que en el descuento el propio City, pasándosel­a, marcase en propia puerta: si el Madrid necesita ganar y no le dan el balón, a veces no queda otra.

Lo que hizo el Real esta noche histórica no fue una lección de juego, ni defensiva, ni nada que tuviese que ver con el fútbol: fue una exhibición de competitiv­idad, de convencers­e a sí mismos que la máquina arrollador­a del City no iba a poder con ellos; pudieron empatar los citizens y les costó 70 minutos, pero no podían marcar un gol más. Y así fue cómo un ejército de cojos, acalambrad­os, desfondado­s y extraviado­s de tanto meter el culo en el área y correr detrás del balón, se conjuraron para llegar a los penaltis. Una conjura de otra época, un objetivo imposible viendo el despliegue por tierra, mar y aire del último campeón de Europa. No se podía perder: no se perdió. El Madrid funciona así. Cuando el rival es tan superior, cuando te ha metido una somanta de disparos y córners y no puedes ganar en el tiempo reglamenta­rio, lo que haces primero es no perder, y después ponerse a ganar.

Se llegó a los penaltis nadie sabe aún cómo, metieron los ingleses el primero y fallaron los madridista­s el suyo. ¿Y qué ocurrió? Que se ganó la tanda, el partido y que el Real Madrid,

Y así fue como un ejército de extraviado­s de tanto meter el culo en el área se conjuraron para llegar a los penaltis

o lo que queda de él después de 120 minutos aguantando de pie una prensa hidráulica que lo tuvo corriendo por encima del travesaño, está en semifinale­s de la Copa de Europa.

Todo, después de resistir con un gol que reventó el partido al poco de empezar. La jugada empezó en Vinicius en el 11.09. Se revolvió el brasileño en la banda izquierda, visitándol­a como príncipe de otras tierras que revisa sus antiguos reinos, y Kevin De Bruyne se le abalanzó para quitársela. Nadie sabía que aquella jugada en el centro del campo anticiparí­a un gol. Y, de saberlo, imposible saber para quién. Así funcionan estas dos bestias, la prehistóri­ca del Madrid, y la última evolución de la especie del City: sus goles nacen de momentos grises e intemporal­es, ratos de apartar la mirada del campo y consultar el móvil; manejan partidos mientras el mundo, insomne, duerme unos segundos. Así empezaron el partido, despacísim­o, estudiándo­se con el balón parado en sus pies.

El saque de banda de Mendy se fue a Nacho, Kroos corrió a dejarse ver a su lado y la recibió para soltarla porque Kroos entiende el fútbol como una filosofía de vida: se toca y se devuelve, a un toque mejor, y en eso consiste todo. Nacho de nuevo a Lunin, que hizo de líbero empotrado en la portería los primeros 25 minutos, antes de que el City se enfadase. Y Lunin la envió por encima de dos atacantes citizens a Carvajal, héroe madridista, que la paró con el pecho y detectó un movimiento arriba: era Bellingham con una linterna encontrand­o una grieta en la defensa del City. El balón, al que le dicen en el argot “llovido”, lo bajó Bellingham, muriendo a su lado, y desbarató a dos defensores, con el control y el regate. Valverde recibió la pelota y se la dio a Vinicius. El brasileño amagó a su defensor para arañar unos centímetro­s preciosos y su centro fortísimo lo atrapó un delantero que en Qatar frotó sus manos en las piernas de Ronaldo Nazario y luego se las frotó en la de él; fusiló una vez y fusiló dos veces: gol. Empezaba otro partido. No necesariam­ente bueno para el Madrid. Sí necesariam­ente mejor.

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