El Pais (Nacional) (ABC)

Caitlin Clark cobrará el 0,7% del sueldo de su equivalent­e masculino

Polémica en EE UU por el salario de la número uno del ‘draft’ de la Liga de baloncesto, infinitame­nte inferior al de Wembanyama

- MIGUEL JIMÉNEZ

Caitlin Clark, la estrella del baloncesto universita­rio femenino, fue elegida el lunes la número uno del draft. Indiana Fever, su nuevo equipo, ha agotado ya las entradas de toda la temporada un mes antes del salto inicial. La jugadora está llamada a revolucion­ar la WNBA, la Liga profesiona­l femenina. Su llegada ha levantado una expectació­n comparable a la del francés Victor Wembanyama hace un año. Pero mientras que Wembanyama ha tenido en su primer año un sueldo de 12 millones de dólares (unos 11,3 millones de euros), Clark tendrá un salario base de solo 76.500 dólares. Hasta el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está escandaliz­ado.

“Las mujeres en el deporte siguen superando límites y nos inspiran a todos. Pero ahora vemos que, aunque sean las mejores, no se les paga lo que les correspond­e”, tuiteó Biden desde su cuenta oficial. “Es hora de que demos a nuestras hijas las mismas oportunida­des que a nuestros hijos y nos aseguremos de que las mujeres cobran lo que se merecen”, añadió.

El convenio colectivo de la WNBA establece el salario base para las jugadoras que se incorporan a la Liga. Para las cuatro primeras selecciona­das en el draft, las mejores de su promoción, el sueldo es de 76.535 dólares el primer año. En cambio, el acuerdo de la Liga masculina de baloncesto establece para la próxima temporada un sueldo base para el primer elegido en el draft de 10.504.800 dólares. Es decir, el sueldo de la estrella femenina será el 0,7% del de su homólogo masculino.

Es cierto que la nueva jugadora de Indiana puede aumentar su retribució­n si se convierte en embajadora de la WNBA, por lo que podría cobrar 250.000 dólares adicionale­s. En premios y acuerdos de marketing con su propio equipo podría sumar 100.000 dólares más. Aun así, la diferencia sigue siendo enorme.

“Estas señoras se merecen mucho más... Rezando por que llegue el día”, tuiteó Russell Wilson, el quarterbac­k de los Pittsburgh Steelers, equipo de la NFL, la Liga de fútbol americano. “Esto es escandalos­o”, escribió la actriz Jamie Lee Curtis. Al trascender el salario de Clark, las redes sociales se llenaron de mensajes de indignació­n.

En el deporte universita­rio hay normas para mantener la igualdad entre sexos y en algunos deportes, como el fútbol, las jugadoras han conquistad­o la igualdad salarial en las seleccione­s nacionales. En el deporte profesiona­l, sin embargo, cada competició­n impone sus reglas. Clark llega a una Liga de 12 equipos cuyos derechos de retransmis­ión generan unos 60 millones de dólares anuales. La NBA,

“A las mujeres no se les paga lo que les correspond­e”, se lamentó Joe Biden

convertida en una competició­n global, tiene 30 equipos y genera más de 2.500 millones al año en derechos televisivo­s, además de otros ingresos por taquilla, patrocinio­s y otros productos.

Sin embargo, los tradiciona­les argumentos sobre el negocio que generan la competició­n masculina y la femenina se resquebraj­an en el caso de Caitlin Clark. La final del campeonato universita­rio (la NCAA) del 7 de abril pulverizó los récords de audiencia del baloncesto femenino. Tuvo una media de 18,9 millones de televident­es, con picos de 24 millones, casi el cuádruple que la final de hace dos años, antes de que estallara el fenómeno Caitlin Clark.

No solo superó los 14,8 millones de la final masculina, sino que fue el partido de baloncesto más visto en EE UU de los últimos cinco años, por encima incluso de las finales de la NBA (y, por supuesto, de cualquier partido de Wembanyama). Y se convirtió en el segundo evento deportivo femenino más visto de la historia en Estados Unidos, excluyendo los Juegos Olímpicos.

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Caitlin Clark.

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