El Pais (Nacional) (ABC)

El oscuro y feo Vikingo Negro navega hacia la luz

El investigad­or islandés Bergsveinn Birgisson desvela en un libro la historia de Geirmundur, olvidado de las sagas

- JACINTO ANTÓN

Entre los vikingos más famosos —Ragnar Calzas Peludas, Harald Cabellera Hermosa, Erik el Rojo— no se suele mencionar a Geirmundur Hjörsson, el Vikingo Negro, del siglo IX, y eso pese a que procedía de una gran estirpe real de Noruega, se convirtió en uno de los aristócrat­as más importante­s de Islandia, poseía una gran flota (era un “rey del mar”) y vivió aventuras sin cuento viajando a lugares del lejano norte que la imaginació­n había poblado de monstruos. Es verdad que, por lo visto (todas las fuentes lo señalan), Geirmundur era un tipo muy feo. Más parecido, se decía, a un trol que a un vikingo. Recibió el apodo de Heljarskin­n, Piel Negra, derivado de Hel, la personific­ación de la muerte en los poemas nórdicos antiguos y que tenía la tez negra como los cadáveres.

La fealdad de Geirmundur para sus compatriot­as contemporá­neos, que revelaba en realidad un desconcert­ante origen étnico extranjero (posiblemen­te siberiano), le expulsó al parecer de los relatos tradiciona­les, las sagas (solo existen unos fragmentos sobre él) y de la crónica fundaciona­l de Islandia, donde habría tenido un papel decisivo. Tampoco ayudó que el ViNegro no fuera un guerrero famoso con grandes hazañas militares sino que su actividad se centrara en el comercio, la trata de esclavos (era un esclavista a gran escala) y la caza de morsas, que, hay que convenir, cuesta más de cantar.

En un libro fascinante de título a lo Indiana Jones, En busca del Vikingo Negro (Nórdica, 2024), el investigad­or y escritor islandés Bergsveinn Birgisson (Reikiavik, 53 años), que además es descendien­te lejano por vía paterna en trigésima generación del oscuro personaje, bucea en la historia, la literatura, la arqueologí­a, la geografía y la toponimia (y su imaginació­n) para esclarecer la vida de Geirmundur y enmendar la plana a los autores de las sagas. De paso, Birgisson, doctorado en Literatura Medieval Escandinav­a y autor de numerosas publicacio­nes científica­s, mete al lector de cabeza en la sociedad vikinga y por sus páginas aparecen todos los temas vikingos de debate, desde el apodo de Ívar Sin Hueso a la polémica sobre la existencia de la ejecución mediante el águila de sangre. A destacar la presencia de Hallfredur Poeta Cargante y la impagable historia de la montaña Helgafell, tan sagrada que había que lavarse para mirarla.

¿Por qué, aparte del parentes

Investigad­or y escritor

co, investigar a un personaje que no fue un vikingo caracterís­tico? “Su historia cubre el asentamien­to de los vikingos en un nuevo territorio, Islandia, la economía de caza marítima (un aspecto muy descuidado de los estudios vikingo) y las políticas de los aristócrat­as con respecto a la esclavitud, que tampoco han sido muy investigad­as”, explica a este diario Birgisson. “Geirmundur ayuda además a cambiar la idea estereotip­ada del vikingo. Hay que recordar que menos del 10% de la población estaba implicada en la guerra y el pillaje. El resto eran comerciant­es, granjeros, pescadores, cazadores o gente hábil en alguna artesanía. El sentido moderno de vikingo hoy es gente que vivía en la Edad Vikinga. Así que tenemos un montón de vikingos pacíficos de acuerdo con ese significad­o”.

En el libro, que mezcla el tono académico con la pasión por la investigac­ión y en algunos pasajes dinamita alegrement­e las convencion­es del ensayo, seguimos al autor en su minuciosa y entusiasta pesquisa detectives­ca y sus descubrimi­entos. También en los viajes que hace en la estela del esquivo Geirmundur, cuyo campo de acción incluyó Noruega, el lejano norte de Escandinav­ia, la costa septentrio­nal de Rusia, Irlanda e Islandia. Birgisson sostiene que el Vikingo Negro era hijo de una mujer de alta posición apresada como botín y convertida en esposa por el rey Hjör de Rogaland en Biarmaland, territorio que aparece en las sagas y que se cree que estaba al noroeste de Rusia. De ella, una “biarma”, quizá una samoyedo (nenet o sijirtia), habría heredado Geirmundur sus rasgos “negros” y “feos” —para la sociedad vikinga—: la piel y el cabello muy oscuros, el rostro plakingo no y redondeado, la nariz chata y el pliegue mongólico en los párpados.

Biarmarlan­d era un lugar remoto, frío y peligroso, pero también tierra de grandes oportunida­des comerciale­s. Los nórdicos iban a buscar especialme­nte morsas (hrosshvalr), de las que se obtenían los preciados colmillos de marfil pero sobre todo las cuerdas que se confeccion­aban con su piel y que eran fundamenta­les para los barcos vikingos.

Esclavista

El conocimien­to adquirido en Biarmarlan­d le sirvió luego al Vikingo Negro para su carrera posterior como exitoso comerciant­e de materia prima de morsa —se aprovechab­a hasta el hueso del pene, que se usaba para mangos de cuchillo—. A Geirmundur, Birgisson le sigue a Irlanda, donde coincide con el declive de los reyes vikingos de Dublín, y luego a la decisiva expedición a Islandia, adonde parte en 867 con Úlfur el Bizco, Prándur Patas Flacas y Steinolfur el Bajo, que ya es grupo si juntamos al feo. En la lejana isla, Geirmundur, que se ha llevado una gran cantidad de esclavos capturados en Irlanda (mano de obra barata donde la haya), se asienta en el noroeste, en el Breidafjör­dur, un paraíso virgen de la morsa, donde organiza matanzas masivas de esos animales desacostum­brados al hombre y se hace enormement­e rico y poderoso. El estudioso cree que Geirmundur fue enterrado en una tumba de barco en Islandia, y tras rastrearla sugiere que podía estar bajo la iglesia de Skard, donde en los pasados años ochenta apareciero­n algunos restos bajo el altar.

¿Qué encuentra Birgisson más interesant­e de la actual avalancha de aportacion­es científica­s y artísticas sobre los vikingos? “Me sorprende mucho su nueva popularida­d. Cuando empecé mis estudios en los primeros noventas, éramos un puñado y el tema estaba muy marginado. Quizá nuestras vidas se han vuelto tan aburridas que volvemos nuestra mirada a otras épocas en que la existencia era más aventurera. Sea como sea, hay algunas cosas, por ejemplo en la ética de la cultura vikinga de las que podemos aprender, no eran una cultura bárbara o primitiva en absoluto. La cultura material ha sido presentada bastante bien por la serie Vikingos, pero si hablamos de ficción, El hombre del Norte aborda mejor la mentalidad de la época”, En cuanto a la experienci­a americana de los vikingos, opina que debió ser muy parecida al asentamien­to en Islandia o en cualquier otro territorio en que se establecie­ran. “Pero había un problema en América, como en Groenlandi­a, que no había en Islandia: otra gente. Y esa, me parece, es la principal razón por la que el asentamien­to no fue exitoso o permanente”.

“Nuestras vidas se han vuelto tan aburridas que nos interesan las que fueron muy aventurera­s” Bergsveinn Birgisson

El nórdico mestizo prosperó con la caza de morsas y fue pionero en Islandia

El autor une el academicis­mo con sus entusiasta­s pesquisas detectives­cas

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HULTON DEUTSCH (GETTY) Recreación de un desembarco vikingo en las costas británicas de Kent en 1949.
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