Nosotras lo valemos

En 1971, hace la friolera de 53 años, Ilon Specht, una joven creativa de la agencia McCann en Nueva York, parió uno de los eslóganes más memorables de la historia. La brillante Specht, de 23 años, cabreada con su situación de última mona en un sector dominado por hombres, y asqueada con el papel decorativo de las mujeres en los anuncios, aprovechó esa rabia para tirarse de cabeza a la piscina arriesgándose a rompérsela con su propuesta de lema para un tinte del gigante de la cosmética. Como era más caro que la competencia, Ilon propuso arengar a comprarlo al grito de Because You’re Worth It: porque tú lo vales. El éxito fue fulminante. Cientos de millones de mujeres en el mundo se sintieron aludidas. Claro que lo valían. Ya bastaba de sentirse culpables por todo lo que no fuera ponerse las últimas entre sus prioridades. Más de medio siglo después, ese porque nosotras lo valemos sigue siendo el mantra con el que nos apela no solo L’Oréal, sino cualquiera que quiera vendernos algo. Incluidas nosotras mismas. Pero el carácter comercial del lema se ha ampliado. Las señoras no solo compramos. También vendemos. Y empezamos a pregonarlo.

En noviembre, la actriz Úrsula Corberó ya se iba tras agradecer a los suyos el Premio Ondas cuando volvió al estrado y dijo: “Me lo dedico a mí misma, por ser trabajadora y valiente”. La comunicadora Henar Álvarez y la politóloga Verónica Fumanal acaban de decir en este diario que son muy buenas en lo suyo y, si no se lo dice nadie, se lo dicen ellas. Algo impensable hasta hace nada sin que te contestaran “esta quién se ha creído”. Pero se acabó. Basta de quitarnos importancia. Tenemos tan interiorizada la modestia que ni nos permitimos pensar que pueda ser falsa. Corberó, Álvarez, Fumanal y tantas otras se lanzan cada día a la piscina y claro que hay agua. Pero aunque no hubiera. Ellos se tiran al cloro y luego, además, el rollo. No sé si Specht llegó a jefa en McCann. Lo que sé es que fue una jefaza.