El Pais (Nacional) (ABC)

Vox pugna por no ser expulsado por primera vez de una Cámara autonómica

- MIGUEL GONZÁLEZ

Vox no aspira a ser decisivo en el País Vasco. Su líder, Santiago Abascal, admite que las expectativ­as del partido ultra se limitan a tener una presencia simbólica o testimonia­l en el Parlamento vasco: mantener el escaño con el que ya cuenta su diputada autonómica Amaia Martínez Grisaleña y, en el mejor de los casos, ampliarlo con alguno más.

Sin embargo, los resultados del domingo sí pueden ser decisivos para Vox. Por primera vez, la formación ultra se enfrenta al riesgo cierto de quedar fuera de una institució­n en la que ya está presente: la Cámara vasca.

Debido a la ley electoral vasca, el escaño por Álava le costó muy barato a Vox: poco más de 4.700 votos; en Bizkaia, donde obtuvo casi 9.000 sufragios, no consiguió ningún escaño. El listón mínimo que se exige para tener representa­ción en la demarcació­n de que se trate es el 3% de los votos; y en Álava el partido ultra sacó el 3,8%, frente a solo el 1,9% en el conjunto del País Vasco. Consciente de ello, Vox se ha volcado en ese territorio histórico. De los diez mítines a los que ha acudido Abascal durante la campaña, más de la mitad, seis, se han celebrado en suelo alavés.

A diferencia de hace cuatro años, Vox sabe que se enfrenta a un PP fuerte que puede arrebatarl­e unos votos decisivos. Por eso, Abascal ha elevado el tono de sus críticas a los populares. Vox se ha negado a que EL PAÍS entreviste a su candidata, por lo que no se le ha podido preguntar qué haría en el caso de que tuviera la llave para evitar un gobierno de Bildu.

La pérdida de su único escaño en la Cámara vasca sería, además de un golpe político, un golpe moral para Abascal, que nació en Amurrio (Álava) e inició en Euskadi, de la mano del PP, su carrera política, en la que llegó a ser diputado en el Parlamento autónomo. Pero también supondría un fuerte golpe económico: aunque Vox no ha revelado el coste de su campaña para estas elecciones, en 2020, según sus cuentas oficiales, gastó 1.036.890 euros en el conjunto de las campañas electorale­s de Galicia y Euskadi. Si no obtiene representa­ción, como le pasó en 2020 y de nuevo hace dos meses en Galicia, no recibe ninguna subvención. En cambio, el escaño de Amaia Martínez obtenido hace cuatro años le permitió recuperar entonces 257.429 euros.

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