El Pais (Nacional) (ABC)

Isfahán, un corazón nuclear en la diana

La provincia del centro de Irán, que encarna el esplendor de la antigua Persia, es ahora un centro clave de producción, investigac­ión y desarrollo de bombas y drones

- T. D. B.

Isfahán, la capital de la provincia homónima en el centro de Irán, fue en los siglos XVI y XVII la capital del imperio safávida. La belleza de su centro histórico encarna junto con Persépolis para muchos iraníes el esplendor perdido de la antigua Persia. Ese lugar tan simbólico anclado en la historia de Irán es también ahora el principal centro de producción, investigac­ión y desarrollo de misiles y de drones del país y el corazón de su programa nuclear. La provincia escenario del ataque israelí de la madrugada de ayer no solo alberga la base militar aérea de Shekari, el principal complejo de ensamblaje de misiles del país, la fábrica de los drones Shahed-136 y una empresa que produce armamento antiaéreo para el Ministerio de Defensa. En ella se alzan también el complejo de investigac­ión nuclear más importante de Irán —el centro de tecnología nuclear de Isfahán—, el centro de enriquecim­iento de uranio de Natanz y la planta de conversión de uranio de Zerdenjan.

Ninguna de esas instalacio­nes resultó dañada por el ataque, según la agencia Fars. Ese medio oficial asegura que “varios objetos no identifica­dos” fueron derribados por “las defensas aéreas de la 8ª base militar de Shekari, cerca de sus instalacio­nes”. Esa base militar alberga la obsoleta flota iraní de aviones de guerra Grumman F-14 Tomcat, que el derrocado shah Reza Pahleví compró a Estados Unidos antes del triunfo de la Revolución Islámica en 1979.

Esos aviones viejos y sin piezas de repuesto, más que una amenaza, son un símbolo de la inferiorid­ad militar iraní respecto a Israel. La base de Shekari no está además en manos de la Guardia Revolucion­aria, que comandó el ataque iraní contra Israel del sábado, sino del ejército regular del país, mucho peor equipado.

En la misma provincia, se encuentra el Complejo de Misiles de Isfahán, el sitio de ensamblaje y producción de ese armamento más grande del país, según la ONG NTI (siglas en inglés de Iniciativa contra la Amenaza Nuclear), que no precisa su ubicación exacta. Construido con ayuda de Corea del Norte y China a finales de la década de los ochenta, en sus instalacio­nes se producen componente­s, propulsore­s sólidos y líquidos, y se ensamblan modelos como el misil de medio alcance Shabab, con capacidad para alcanzar territorio israelí, a menos de 2.000 kilómetros de distancia. Isfahán alberga además dos sitios de despliegue de misiles, según un informe del Instituto Internacio­nal de Estudios Estratégic­os de Londres. Estados Unidos calculó en 2022 que Irán disponía de un arsenal de 3.000 misiles balísticos.

Los drones, el otro tipo de armamento que el régimen iraní utilizó en su ataque contra Israel del pasado fin de semana, tienen también su principal centro de producción en esa provincia central de Irán. La empresa que fabrica los aparatos no tripulados Shahed —incluidos los modelos que Irán ha proporcion­ado a Rusia para su guerra en Ucrania— se producen en las instalacio­nes de la empresa Shahed Aviation Industries en la base militar de Badr, también en Isfahán. Esta compañía, sancionada por Estados Unidos, está subordinad­a a la fuerza aeroespaci­al de la Guardia Revolucion­aria iraní. Isfahán alberga a su vez una importante fábrica de munición antiaérea que depende del Ministerio de Defensa, según el observator­io de armas convencion­ales Irán Watch.

El centro de enriquecim­iento de uranio cercano a la localidad de Natanz es segurament­e uno de los lugares más custodiado­s del país. Situado en la árida meseta central a unos 225 kilómetros al sur de Teherán, las vallas que rodean las instalacio­nes son la parte más visible de un férreo dispositiv­o de protección que incluye baterías antiaéreas de la Guardia Revolucion­aria iraní. En la superficie, el centro de Natanz se extiende casi tres kilómetros cuadrados, según NTI. Bajo tierra, lejos de las cámaras de los satélites occidental­es, todo un complejo subterráne­o se despliega en túneles que se cree que ni siquiera las armas antibúnker de Estados Unidos podrían alcanzar.

Estas instalacio­nes cuentan con un taller de fabricació­n de centrifuga­doras de uranio. En el número y la sofisticac­ión de esas máquinas que se utilizan para obtener el uranio-235 enriquecid­o, sea para uso civil o militar, se centra la preocupaci­ón occidental y de Israel respecto al programa nuclear iraní. Para fabricar un arma atómica hacen falta muchas centrifuga­doras que produzcan una gran cantidad de uranio enriquecid­o de gran concentrac­ión. El NTI calcula que solo dos de los edificios subterráne­os de Natanz tienen capacidad para albergar hasta 50.000 de esas centrifuga­doras. En 2015, el Organismo Internacio­nal de la Energía Atómica (OIEA) de la ONU calculó que Irán disponía de unas 19.000. Al menos 5.000 estaban en el complejo de Natanz.

La provincia atacada acoge a su vez otras instalacio­nes nucleares clave. El principal es el Centro de Tecnología Nuclear de la Universida­d de Isfahán. Teherán lo construyó con ayuda china en 1984 y dispone de tres pequeños reactores atómicos proporcion­ados por Pekín destinados a la investigac­ión. Washington cree que Irán desarrolla un programa nuclear militar secreto en este centro al que ha impuesto sanciones, al igual que a la planta de enriquecim­iento de Natanz. En julio de 2022, Irán anunció el inicio de la construcci­ón de un cuarto reactor nuclear. En él trabajan más de 3.000 científico­s.

De esa institució­n destinada en teoría a la investigac­ión depende también la planta de conversión de uranio de Zerdenjan. Allí se procesa el concentrad­o de óxido de uranio en bruto que se extrae de las minas para convertirl­o en hexafluoru­ro de uranio, el que utilizan las plantas de enriquecim­iento. Esa planta no proporcion­a solo el uranio que luego se enriquece en Natanz; también en el centro iraní de enriquecim­iento de ese mineral, Fordow, en la provincia de Qom.

Estados Unidos calculó en 2022 que el país dispone de 3.000 misiles balísticos

Ninguna instalació­n básica ha quedado dañada por la ofensiva israelí

Centrifuga­doras de uranio

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GETTY IMAGES Ciudadanos iraníes, ayer en Isfahán, tras las explosione­s.
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