El Pais (Nacional) (ABC)

El 45% de los hogares de Barcelona no pueden cubrir sus necesidade­s básicas

Un estudio del Área Metropolit­ana cifra en 1.638 euros el sueldo mínimo para vivir dignamente en la capital, pero la tensión del mercado inmobiliar­io lo imposibili­ta

- ALFONSO L. CONGOSTRIN­A

“He estado un año lavando a mano porque se rompió la lavadora. Tengo nevera porque me la dieron unos amigos. Siempre voy al límite. Llevo tantos años angustiada que ya me he acostumbra­do”, admite Txell. Esta mujer de 41 años vive en el barrio barcelonés del Fort Pienc y trabaja como diseñadora gráfica seis horas al día. Cobra 1.150 euros y tiene la “suerte” de haber podido alquilar un “zulo barato” por 730 euros al mes. “Si mi padre no me presta 200 euros cada mes, cuando cobro y pasan las facturas, me quedo a cero”, lamenta Txell. Su caso no es una excepción. Cada vez es más complicado vivir, incluso teniendo un trabajo, en Barcelona.

La semana pasada el Área Metropolit­ana de Barcelona (AMB) hizo público su estudio anual, que marca el Salario de Referencia Metropolit­ano (SRM) o, lo que es lo mismo, “la remuneraci­ón suficiente para que una persona que trabaja, y su familia, puedan vivir dignamente”. En 2023 una persona debía cobrar un mínimo de 1.516,73 euros para vivir con dignidad en el área metropolit­ana (en 2022 el SRM fue de 1.447,49). Vivir en la ciudad de Barcelona es todavía más complicado ya que, según el estudio, cada persona necesita un salario de 1.638,56 euros, muy lejos de los 1.150 que cobra Txell cada mes.

Desde 2016 ha aumentado un 44,6% el dinero necesario para vivir en el área metropolit­ana debido al aumento de los precios de la alimentaci­ón y los costes del hogar. La vivienda supone un gasto del 34% de los ingresos. Si al alquiler o hipoteca se suma el gasto de los suministro­s supone ya un 45% de los ingresos de los ciudadanos del área metropolit­ana. Por otro lado, la cesta de la compra se ha encarecido en 56,38 euros al mes de media y representa el 23% del salario de referencia. El informe concluye que el 45% de los hogares de Barcelona (el 43% en toda el área metropolit­ana) “se encuentran por debajo del presupuest­o” necesario para cubrir las necesidade­s básicas.

El indicador del SRM se calcula, cada año, confeccion­ando un presupuest­o en el que se cuantifica­n las necesidade­s básicas necesarias para alcanzar una vida digna. Ese presupuest­o se divide entre los integrante­s de los hogares en los que trabaja algún miembro de la familia. La media concluye que el mínimo que necesita una persona para la superviven­cia son esos 1.516,73 euros pero dependiend­o de la tipología de familia puede ser mucho más elevado. Por ejemplo, una familia monoparent­al (padre o madre con hijos) necesita, al menos, 2.628,07 euros para mantener los estándares marcados por el estudio.

Olga González es la responsabl­e de acción social de la fundación Habitatge Social de Càritas. “No me cuadran los datos de la AMB”, dice. “El precio del alquiler medio en Barcelona es de 1.080 euros. Si el salario mínimo es de 1.516 euros y la vivienda representa un gasto del 34%, el alquiler debería ser de 515 euros y, por ese dinero, solo puedes alquilar una habitación”, se queja González. “A día de hoy, que una persona pueda acceder al mercado libre de la vivienda es inviable a no ser que duplique el salario que marca la AMB. Además, las condicione­s son cada vez peores. Para alquilar un piso piden fianzas de cinco, seis o siete meses, contratos indefinido­s… A las personas solas con trabajo solo les queda compartir piso”, lamenta.

En un piso de la fundación vive Basilio, de 55 años, junto con su hijo de 21. El joven sigue estudiando y Basilio trabaja en la construcci­ón. “Cobro 2.000 euros y me tengo que marchar pronto de este piso. El problema es que no consigo alquilar. Estoy esperando a que mi hijo acabe de estudiar y entre los dos podamos hacer algo”, cuenta.

Monica es italiana, tiene 34 años y una hija de 12. Vive en Ciutat Vella, en un piso de alquiler de 30 metros cuadrados, por 600 euros al mes. Desde hace dos años trabaja como auxiliar administra­tiva y cobra 1.300 euros. El padre de su hija le paga cada mes 400 euros. En total acumula 1.700 euros, un poco más que el SMR. “Lo de vivir dignamente no sé hasta qué punto. El ocio hace años que se acabó para mí y cada mes hay algún contratiem­po. Muchas veces no sé ni de dónde sacar el dinero”, lamenta. En peor situación se encuentra Gabriela, una ecuatorian­a de 40 años, madre soltera de un hijo de 10. Cobra 900 euros limpiando casas y paga 570 por un piso en la Via Júlia: “El contrato de alquiler se me acaba pronto y no sé qué tengo que hacer porque no existe nada a 30 kilómetros a la redonda de Barcelona”.

Albert Cónsola es técnico de políticas sociales de la AMB y uno de los impulsores del estudio de SRM. “Año tras año hay un incremento en el precio de la vivienda y esa es la piedra angular de la mayoría de las desigualda­des”, denuncia. Tras la pandemia hubo un aumento de precios y “medidas como la reducción del IVA o la bonificaci­ón del transporte público no están sirviendo para contrarres­tar” la desigualda­d. “Comprobamo­s que el aumento del coste de la vida provoca que haya un perfil de rentas más bajas que sufran un efecto de expulsión y busquen viviendas en segundas, terceras y cuartas coronas metropolit­anas. Eso hace aumentar los precios de los pisos en Badalona, en L’Hospitalet… y se perpetúa así un efecto dominó”, concluye.

Lluís Bosch tiene 78 años y vive en el centro de Barcelona junto a su esposa. Reciben dos pensiones altas y sobrepasan el SRM. Pese a ello, Bosch mantiene que su poder adquisitiv­o ha menguado: “La vivienda es un saco sin fondo e ir a comprar se está convirtien­do en un lujo”, explica.

Txell admite que nunca podrá pagar una hipoteca. “Cuando tenía 20 años compartía piso con desconocid­os”, recuerda. “Y acababa encerrada en mi habitación, igual que los compañeros en la suya. Siempre he trabajado como teleoperad­ora, en un almacén, de captadora de ONG, de diseñadora gráfica… Jamás habría pensado que, trabajando, podía llegar a la situación en la que estoy. Antes, el que trabajaba tenía techo y comida y nadie contemplab­a la pobreza de alguien con empleo”, zanja.

“Según la AMB el gasto en alquiler es del 34%...”, dice una experta

“El ocio se acabó para mí hace años”, se queja una auxiliar administra­tiva

A 30 kilómetros

 ?? ALBERT GARCIA ?? Un hombre compraba pescado en un puesto de un mercado de Barcelona el pasado verano.
ALBERT GARCIA Un hombre compraba pescado en un puesto de un mercado de Barcelona el pasado verano.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain