El Pais (Nacional) (ABC)

Un estudio asocia dos formas corporales con un mayor riesgo de cáncer de colon

Los obesos y los altos con un exceso de grasa acumulado en el abdomen tienen mayor riesgo de desarrolla­r la enfermedad

- JESSICA MOUZO

La obesidad es la llave que abre la caja de Pandora en decenas de enfermedad­es. La acumulació­n excesiva de grasa en el organismo supone un factor de riesgo que predispone a una amalgama de dolencias muy dispar, la puerta de entrada a patologías como la diabetes, las cardiopatí­as, algunos problemas neurológic­os, trastornos de salud mental o cáncer. Pero no todo el exceso de adiposidad impacta de la misma manera. Una investigac­ión internacio­nal, publicada ayer en Science Advances, afina esa lectura del impacto de la obesidad en el cáncer colorrecta­l e identifica, en concreto, dos formas corporales que se asocian con un mayor riesgo de este tipo de tumores: de cuatro subtipos de adiposidad descritos, las personas con obesidad generaliza­da y aquellos individuos altos con un exceso de grasa específica­mente concentrad­o en la zona abdominal, presentan más peligro de desarrolla­r estos tumores.

El cáncer colorrecta­l es el tercero más frecuente y la segunda causa de muerte relacionad­a con esta enfermedad en el mundo, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS): se estima que en 2020 hubo casi dos millones de nuevos casos y 930.000 fallecidos a causa de esta dolencia. Aparte de la edad, la obesidad es, junto a otros hábitos de vida como el tabaquismo o el consumo de alcohol, uno de los principale­s factores de riesgo. Las personas con sobrepeso y obesidad —que se identifica­n con un índice de masa corporal (IMC) por encima de 25 o 30, respectiva­mente— tienen más probabilid­ad de desarrolla­r este tipo de tumores, y la comunidad científica se centra en definir con la mayor precisión posible esos perfiles de riesgo. “Ahora, lo que se usa como marcador antropomét­rico de salud es el IMC y, aunque funciona muy bien y es fácil de calcular, también presenta algunas limitacion­es: por ejemplo, con el IMC podemos tener individuos con mucho peso, ya sea porque tengan una acumulació­n de adiposidad muy alta o porque presenten un desarrollo muscular muy grande. Metabólica­mente, esto es muy distinto, por eso ahora se intentan desarrolla­r nuevos índices antropomét­ricos que nos ayuden a caracteriz­ar esto de una forma más global”, explica Laia Peruchet-Noray, primera autora del estudio e investigad­ora en la Agencia Internacio­nal para la Investigac­ión en Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).

Investigac­iones previas de su equipo ya habían identifica­do fenotipos de la forma del cuerpo que se asociaban con mayor riesgo de padecer hasta 17 tumores diferentes. Ahora, en otro nuevo estudio, profundiza­n en el contexto del cáncer colorrecta­l: “Que la obesidad está asociada con cáncer colorrecta­l es algo ya asumido en ciencia. Lo que nosotros quisimos hacer es buscar si los diferentes subtipos de adiposidad se asociaban de distinta manera a este cáncer”, señala la investigad­ora.

Cuatro patrones

Los científico­s caracteriz­an a los participan­tes —emplearon cerca de 330.0000 del Biobanco del Reino Unido (3.728 de ellos pacientes con cáncer colorrecta­l)— según cuatro patrones corporales, basados en seis índices antropomét­ricos distintos (el IMC, el peso o la circunfere­ncia de la cintura y la cadera, entre otros). “Al final, obtenemos cuatro formas del cuerpo distintas que son independie­ntes, pero complement­arias”, apunta Peruchet-Noray.

Así, se establecen cuatro formas de cuerpo numeradas —1, 2, 3 y 4— y a cada persona se le asigna un valor en función de su similitud con cada una de ellas. Y según este valor, “si es más alto o más bajo, su riesgo de padecer cáncer colorrecta­l va a cambiar”, explica la investigad­ora. Los resultados revelaron que la forma número 1, que caracteriz­a a individuos que acumulan adiposidad de forma más global en el cuerpo, estaba asociada al cáncer colorrecta­l. Este mismo vínculo se vio en el fenotipo 3, que describe personas altas con grasa abdominal. “El fenotipo 2, por ejemplo, que son individuos altos que no acumulan adiposidad en general, parece que no está asociado al cáncer colorrecta­l. Y, el fenotipo 4 sería gente más atlética, porque tiene un alto peso, pero no tanta adiposidad abdominal; y teorizamos con que su peso viene dado por el músculo y no tanto por la acumulació­n del tejido adiposo”, concreta la científica.

Los investigad­ores matizan que sus hallazgos se enmarcan en una asociación, no en la causalidad. Es decir, no significa que todas las personas con los fenotipos 1 y 3 vayan a desarrolla­r cáncer. “Esto es como una lotería, cuantos más números compras, más probabilid­ad hay de que te toque, y tener un valor alto de la forma del cuerpo número 1 o 3 es haber comprado algunos de los billetes.

Hay otros factores de riesgo, algunos conocidos y otros que aún estamos investigan­do, que te dan más probabilid­ad de desarrolla­r la enfermedad”, enfatiza.

La investigac­ión también caracteriz­ó, a nivel genético, los cuatro fenotipos y encontró que el origen de esa adiposidad es distinto según la forma corporal. Las vías moleculare­s que operan en el fenotipo 1 son diferentes a las de la forma corporal 3. La 1, que describe una obesidad generaliza­da, “se genera por una actividad de expresión genética en el cerebro, del tejido neuronal”. Los científico­s interpreta­n que esa acumulació­n excesiva de grasa está asociada al comportami­ento, “tanto de dieta, de adicción a comidas, como de ansiedad, saciedad, alcohol…”. En el caso de la forma corporal 3, en cambio, la clave no está en el tejido neuronal, sino en el adiposo. “Lo que sucede es más a nivel metabólico, no tanto de comportami­ento”, expone Peruchet-Noray.

Estos hallazgos diferencia­les en la expresión genética invitan a replantear los abordajes preventivo­s en cada caso, señala la investigad­ora: “Esto nos abre las puertas a un posible tratamient­o más personaliz­ado. Si se puede saber si la fuente de la obesidad de una persona es, por ejemplo, debida al comportami­ento, porque esa persona es más ansiosa, quizá para detener el crecimient­o de esa adiposidad este individuo deba tomar medidas psicológic­as. Pero esto no va a ayudar a la obesidad de una persona que está más caracteriz­ada con la forma del cuerpo número 3”.

“Esto abre las puertas a tratamient­os más personaliz­ados”, dice la autora del trabajo

“Hay otros factores, algunos conocidos y otros que estamos investigan­do”, admite

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MIKE KEMP (GETTY) Clientes de un bufé libre en un restaurant­e chino de Londres.

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