El Pais (Nacional) (ABC)

Dejen paso a un buen disco de rock

- CARLOS MARCOS

Pearl Jam comenzó su carrera hace 33 años con una canción, Alive, donde un joven Eddie Vedder gruñía su angustia después de que su madre le revelara que el hombre que él creía su padre en realidad era su padrastro. “Oh, estoy todavía vivo”, aullaba Vedder para mantenerse a flote en aquel 1991, con 26 años. El año que viene el vocalista cumplirá 60 y ha escrito para sus hijas Something Special, incluida en la parte final del disco que nos ocupa. Es el tema más melódico de un buen disco de rock, una canción preciosa donde papi Vedder susurra a sus vástagos (de 20 y 16 años): “Si pudieseis ver lo que yo veo, deberíais saber que estoy tan orgulloso”.

Eddie Vedder y Pearl Jam han aguantado un temporal extraordin­ariamente virulento, el que ha azotado al rock en los últimos tiempos. Primero esquivaron la maldición de aquella generación grunge que fue poblando el camino de jóvenes cadáveres (Kurt Cobain, Layne Staley, Scott Weiland, Chris Cornell, Mark Lanegan), luego soportaron la explosión de las estrellas del pop comercial en los 2000 (Britney Spears, Justin Timberlake, Beyoncé), y ahora se muestran firmes ante la avalancha de la música urbana. Pearl Jam ha mantenido tiesa la bandera del rock y con estimables niveles de popularida­d. Bien por ellos.

Dark Matter, su duodécimo trabajo, es un álbum de rock, con sus canciones furiosas y sudorosas, algún momento íntimo de claridad existencia­l y mágicos medios tiempos. En este sentido recuerda al excelente último trabajo de los Rolling Stones, Hackney Diamonds. Y aquí encontramo­s un vínculo importante: Andrew Watt. Este neoyorquin­o que nació (curioso) el mismo año en el que se formaron Pearl Jam, hace 33 años, se hizo un nombre produciend­o a estrellas del pop comercial como Justin Bieber, Dua Lipa o Miley Cyrus; últimament­e se encarga de remozar el sonido de veteranos como Ozzy Osbourne, Iggy Pop o los Rolling Stones.

La principal cualidad de este fanático del rock, además de su maestría con los instrument­os (buen guitarrist­a), es que se conoce todos los detalles de la música de sus ídolos. Y eso se nota: logra que los grupos regresen a su esencia, a la que les hizo grandes, pero con un sonido actual. Ese es el valor de Dark Matter.

Los de Seattle muestran los dientes desde el principio, con Scared Of Fear y React, Respond, dos temas que levantan fuego a su paso. Upper Hand, una de las joyas del disco, comienza con una introducci­ón espectral de órgano para luego desarrolla­r esas rutas dramáticas que tanto frecuentab­an los Pearl Jam clásicos. La voz de Vedder en este tema recupera la aflicción existencia­l que padecía a los 20 años. Destaca durante todo el álbum la labor de Mike McCready, concentran­do sus mejores solos de guitarra al final de las canciones para cerrarlas con un acorde distorsion­ado.

Al contrario que en su anterior trabajo, Gigaton (2020), aquí se escucha a cinco tipos concentrad­os en provocar un sonido que se niegan a explicar demasiado, porque no lo necesita. Sus piezas duras son como el pedernal y en los medios tiempos elaboran melodías adherentes sin caer en la retórica. A esta categoría pertenecen Wreckage, Wont’ Tell o Something Special. Poniéndono­s picajosos quizá sacaríamos alguna pega, como que sobra la última canción, una pieza parsimonio­sa que parece un descarte de algún disco en solitario de Vedder. Como es el cierre, siempre queda la posibilida­d de pararse en la canción 10 y completar 40 minutos de un potente álbum de rock que en el contexto musical en el que estamos funciona como bote salvavidas.

‘Dark Matter’ contiene canciones furiosas y mágicos medios tiempos

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JIM BENNETT(GETTY) Concierto de Pearl Jam el 18 de septiembre de 2023 en el Moody Center de Austin (Texas).

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