El Pais (Nacional) (ABC)

Las promesas incumplida­s frustran a la juventud polaca

Tusk siembra el desencanto entre la generación que impulsó su Gobierno al no ejecutar planes como la legalizaci­ón del aborto

- GLORIA RODRÍGUEZ-PINA

El ambiente en Varsovia el pasado otoño era de euforia tras la victoria de los partidos liberales de la coalición del 15 de octubre. Aquellas fueron las primeras elecciones de Michal Grzebowski, estudiante de Sociología y Ciencias Políticas. Como cientos de miles de jóvenes, votó para desalojar a Ley y Justicia (PiS) tras ocho años de deriva ultraconse­rvadora. Junto a las mujeres, las nuevas generacion­es fueron clave para la vuelta como jefe de Gobierno de Donald Tusk. Esta semana, sentado con otros cuatro jóvenes en el Resort, un bar de la capital, la primera idea que Grzebowski verbaliza al evocar aquellos comicios seis meses después es decepción.

La Coalición Cívica (KO) de Tusk, de centrodere­cha, llegó con 100 promesas para los 100 primeros días de Gobierno. Entre los compromiso­s figuraba recuperar la democracia, el Estado de derecho y un lugar en Europa. También, devolver derechos y libertades como el aborto. Nueva Izquierda (Nowa Lewica), el partido minoritari­o del Ejecutivo, de centroizqu­ierda, ofrecía un menú parecido, algo más progresist­a en lo social. Mientras Tercera Vía, formada por el partido agrario conservado­r PSL y el democristi­ano Polska 2050, liderado por un antiguo presentado­r de televisión con aspiracion­es de presidente, Szymon Holownia, prometía otra forma de hacer política.

Las elecciones legislativ­as de 2023, que confirmaro­n la tendenmeni­no cia de las presidenci­ales de 2020, supusieron un terremoto juvenil con el 70,9% de participac­ión, recuerda Radoslaw Marzecki, experto en juventud del Instituto de Sociología de la Universida­d de la Comisión Nacional de Educación, de Cracovia. En los comicios regionales y locales del 7 de abril, la abstención llegó al 61,4% para el tramo de edad de 18 a 29 años, frente al 48% general. El dato es similar a comicios regionales anteriores, pero se ha interpreta­do como un aviso al nuevo Gobierno. Tusk se dio por aludido y consideró “preocupant­e” la desmoviliz­ación, sobre todo la de los jóvenes.

Los resultados electorale­s han reavivado las divisiones entre los socios minoritari­os de la coalición en torno al asunto que fue clave para impulsar el voto joven y feen octubre: la legalizaci­ón del aborto, después de que el Constituci­onal controlado por PiS convirties­e a Polonia en 2020 en el país más restrictiv­o de la UE después de Malta. Mientras KO y Nowa Lewica proponen legalizar la interrupci­ón voluntaria del embarazo en todos los supuestos hasta la semana 12ª, Tercera Vía defiende solo volver a la situación anterior a la sentencia del Constituci­onal.

Tercera Vía sostiene que este asunto no ha sido determinan­te en las elecciones y argumenta que los resultados les consolidan como tercera fuerza, mientras Nowa Lewica ha caído del 8,6% en octubre, al 6,3%. Lo explica el académico Andrzej Rychard, que dirige el Instituto de Filosofía y Sociología: “Se trata del aborto. [...]. Los votantes que prefiriero­n quedarse en casa están decepciona­dos y puede ser peligroso para KO”, añade.

Más allá de las diferencia­s en las cuatro propuestas legislativ­as presentada­s, que también, lo que ha terminado de enfurecer a muchos votantes ha sido que Holownia, presidente del Sejm (la Cámara baja del Parlamento), retrasase su tramitació­n hasta la semana pasada, después de los comicios regionales. La activista feminista Marta Lempart, fundadora de Strajk Kobiet (Huelga de Mujeres), critica que “el Gobierno no ha cumplido con el aborto o los derechos LGTBI, por culpa de los socios fundamenta­listas cristianos”, como se refiere a Tercera Vía.

Julia Kelsz, vicepresid­enta y cocreadora de la fundación Asuntos Importante­s, que promueve los temas que interesan a los jóvenes, afirma que su generación “no votó en octubre por un Gobierno perfecto, sino por derrotar al de PiS”. “Les conocíamos; no podíamos esperar demasiado”, reflexiona sobre la coalición liberal mientras se toma un capuchino descafeina­do en un café de especialid­ad repleto de grandes gafas, piercings y alguna melena colorida. Y aunque ella no cree que el aumento de la abstención esté directamen­te relacionad­o con el aborto, como el sociólogo Marzecki, sino con la naturaleza local de estas elecciones o las dificultad­es técnicas para votar a distancia, advierte de que el tema “es una fuente de gran frustració­n”. “Se suponía que iba a ser uno de los primeros cambios”.

El catálogo de decepcione­s por el retraso o el incumplimi­ento de las promesas es amplio. Para Grzebowski, de 21 años, la más importante está en la frontera con Bielorrusi­a, donde “continúan las devolucion­es en caliente y la gente sigue muriendo en el bosque”. El discurso antinmigra­ción de Tusk, en opinión de este joven, es como el del líder de PiS, Jaroslaw Kaczynski. Desde la toma de poder del nuevo Gobierno, se han registrado 1.770 expulsione­s, 25 desaparici­ones y cinco muertes en la frontera este del país, según la alianza de ONG Grupa Granica.

Grzebowski votó a Nowa Lewika por su postura más progresist­a y sus propuestas en vivienda, uno de los tres temas que más importan a los jóvenes, junto a la crisis climática y la estabilida­d laboral. “Pero la izquierda está demasiado débil para conseguir nada”, dice. Desde las elecciones del día 7, más aún. “La izquierda está en crisis”, certifica Rychard. “Para un sociólogo es sorprenden­te que en un país con muchos tipos de desigualda­des sociales no tengamos una izquierda fuerte”.

Matrimonio igualitari­o

Los jóvenes polacos están más dispuestos a revelar su identidad de izquierda que los adultos, explica Marzecki en un intercambi­o de emails. “Y son más liberales que las personas mayores, pero no todos son igual de liberales”, advierte. Dominik Saczko, de 22 años, es una mezcla. Vota a PiS por su defensa de la soberanía nacional frente a una mayor integració­n europea, pero presume de formar parte del 20% de sus votantes más liberales. Apoya el aborto y los derechos LGTBI, con límites.

Milosz Przepiorko­wski, portavoz de Lambda Varsovia, la organizaci­ón de defensa de los derechos LGTBI más veterana del país, explica en la sede de la ONG que, aunque luchan por el matrimonio igualitari­o, asumen que “no va a pasar con este Gobierno conservado­r”. “El objetivo son las uniones civiles, con un modelo lo más parecido posible al matrimonio”. Con el realismo de quien lleva años luchando en un país profundame­nte católico, están dispuestos a aparcar por ahora las adopciones.

Las elecciones legislativ­as de 2023 movilizaro­n un 70,9% del voto joven

El país se va seculariza­ndo, sin embargo, con empuje juvenil. Las nuevas generacion­es, especialme­nte en las ciudades, empiezan a vivir en otra realidad. Pero el mensaje de muchos políticos es que Polonia no está lista para ciertas cosas. “La sociedad polaca está preparada para los cambios, todas las investigac­iones lo muestran”, afirma Andrzej Rychard. “La seculariza­ción, la modernizac­ión y la liberaliza­ción se están produciend­o en mayor medida de lo que asumen (los partidos)”, insiste el sociólogo. El “verdadero peligro”, advierte, es que los jóvenes decidan quedarse al margen de la política. Entonces “no usarán su voz para cambiar las cosas, sino que saldrán de la vida política, algo mucho más dañino para la sociedad”.

“La sociedad está preparada para los cambios”, afirma un sociólogo

 ?? A. HUSEJNOW (GETTY) ?? Activistas reivindica­n el derecho al aborto, el 11 de abril en el Parlamento polaco.
A. HUSEJNOW (GETTY) Activistas reivindica­n el derecho al aborto, el 11 de abril en el Parlamento polaco.

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