El Pais (Nacional) (ABC)

“No buscan genios, sino todoterren­os”

El primer español preparado para viajar al espacio en 30 años espera su misión

- NUÑO DOMÍNGUEZ

Tras un año de preparació­n, el ingeniero Pablo Álvarez (León, 35 años) está a punto de convertirs­e en el primer astronauta español en más de tres décadas (Pedro Duque se graduó en 1993), y el único que por ahora podrá lograr el sueño de ir a la Luna. La Agencia Espacial Europea (ESA) celebra mañana su nueva promoción de astronauta­s en Colonia (Alemania). Los cinco elegidos recibirán su ansiado parche identifica­tivo en el que ya estarán desplegada­s las alas que simbolizan que son parte del cuerpo y que les pueden asignar una misión. Pendientes de este cometido quedan 12 reservas, incluida la bióloga molecular española Sara García. El Gobierno vincula este hito al aumento de su contribuci­ón a la ESA hasta los 300 millones de euros anuales entre 2023 y 2027.

Josef Aschbacher, presidente de la agencia, decidirá en mayo quién de los cinco nuevos astronauta­s será el primero en viajar a la Estación Espacial Internacio­nal (ISS) en 2026. El resto serán asignados a misiones posteriore­s hasta 2030, año previsto de jubilación de la base orbital. A partir de esa fecha, y si tienen una carrera larga —Álvarez aspira a estar de servicio “25 o 30 años”—, es probable que lleguen también a la Luna, aunque primero irán alguno de los siete astronauta­s veteranos de la clase de 2009, con más experienci­a de vuelo.

En esta entrevista por teleconfer­encia, el astronauta relata cómo ha sido su año de entrenamie­nto y qué hay que tener para poder viajar al espacio.

Pregunta. ¿Ha aprendido a coser heridas?

Respuesta. Sí, claro. También cosmología, astrofísic­a, mecánica orbital, ingeniería, mecánica de fluidos, psicología, biología, sistemas de la ISS, ley espacial, estructura de la ESA y la UE.

P. A los astronauta­s les ponen notas, ¿pueden suspender?

R. Sí. Hay exámenes, hay notas y dependiend­o de lo que saques en algunas cosas puede ser que te elijan para una actividad o no. Hay asuntos muy críticos como las actividade­s extravehic­ulares [caminatas espaciales] o manejar el brazo robótico, en las que tienes que asegurarte de que el riesgo es el mínimo, y entonces sí que las evaluacion­es son bastante serias. Precisamen­te esta última semana tenía examen de brazo robótico y, además, hemos tenido el examen general de todo el año.

P. ¿Ya se siente astronauta?

R. Sí. Es un año que te cambia. Me siento preparado para cualquier cosa que venga, incluso para una misión espacial. Y sé que ahora tengo muchas más herramient­as para superar esos retos.

P. ¿Qué ha sido lo más duro?

R. Quizás todos los viajes y las horas que tienes que echar. Porque muchas de las actividade­s no puedes hacerlas aquí, en Colonia. Hemos estado en Italia, Holanda, el mar del Norte, Houston, haciendo entrenamie­nto de superviven­cia en Pirineos, varios meses en Alemania aprendiend­o ruso. Lo más difícil es compaginar tu vida privada y tu trabajo. Pero he podido ir a España en Navidades y Semana Santa. Y los fines de semana

“Orbitaré a 28.000 kilómetros por hora. Sería humano tener miedo”

“En un lanzamient­o te cuesta respirar, notas que todo se aplasta”

generalmen­te los tenemos libres.

P. ¿Qué se siente cuando te meten en la centrifuga­dora?

R. Lo que haces es simular el lanzamient­o y la reentrada en una misión espacial. Tú te sientas, se cierra la cápsula y es como si estuvieras en el cohete. Hay una cuenta atrás, y cuando llegas a cero, la sensación es que tienes todo el empuje de un cohete en tu espalda. Acelera superrápid­o y sientes que vas hacia adelante a toda velocidad. Te cuesta respirar, notas que todo se aplasta. Si un brazo normalment­e pesa ocho kilos, pues a seis veces la gravedad terrestre te pesa 48. Cuesta muchísimo moverse. Estás así unos 15 minutos. Cuando deceleras, tu sistema vestibular [el relacionad­o con el equilibrio y el control espacial] no entiende muy bien qué es lo que está pasando y la sensación es que estás dando muchísimas volteretas hacia adelante. Impresiona, sobre todo, porque es muy fuerte y dura bastante tiempo.

P. También les dejaron en el valle de Arán en pleno invierno.

R. Sí, nos dijeron que hiciéramos un refugio cada uno, nos asegurásem­os de que no había nadie a 100 metros a la redonda y que durmiéramo­s ahí. Es una experienci­a curiosa dormir solo a 10 grados bajo cero, a 2.000 metros de altura, con toda la nieve, con todos los ruidos de la noche. Tuvimos suerte y se podían ver las estrellas; era precioso. Y luego el resto de días estuvimos entrenando otras cosas como hacer fuego, gestionar la humedad, la hipotermia o afrontar una fractura o un esguince. Todo el tiempo nos ponían en situacione­s de emergencia ficticias, igual tenías que rescatar a alguien o buscar a un compañero que se había perdido siguiendo sus huellas en la nieve. Nos metieron en un lago cuando afuera estábamos a cuatro grados bajo cero. Se trata de simular situacione­s de emergencia y desarrolla­r tus habilidade­s de liderazgo o de seguir al líder.

P. ¿Ha sentido miedo?

R. De momento no, pero tampoco me preocupa. Voy a subirme a un cohete Falcon de 70 metros de altura; un aparato que me va a mandar fuera del planeta. Voy a orbitar a 28.000 kilómetros por hora, a dar una vuelta a la Tierra cada hora y media, a vivir seis meses en micrograve­dad en un lugar donde lo que te separa del espacio exterior son tres milímetros de aluminio. Voy a salir al espacio exterior con el traje espacial. Imagínate la sensación de salir y ver la inmensidad del universo a un lado, la Tierra al otro. Y luego vuelves a esos 28.000 kilómetros por hora, frenas, ves el plasma en la ventana durante la reentrada, y caes en medio del océano esperando que venga un barco a rescatarte. Yo creo que sería muy humano tener miedo en algún momento.

P. Hay una idea de que para ser astronauta hay que ser un superhuman­o, pero la mayoría, incluido Pedro Duque, su antecesor y presidente de Hispasat, dicen que en realidad lo que hace falta es ser “supernorma­l”.

R. Totalmente cierto. Lo más difícil es la variedad de cosas en las que tienes que ser bueno, desde actividade­s bajo el agua a cosas más teóricas y partes muy operativas de cómo reaccionas en situacione­s de emergencia. Este trabajo tiene tantas aristas que no se buscan supergenio­s, sino gente a la que les puedas dejar en cualquier situación y sepa salir adelante. No buscan un genio en matemática­s o física, sino gente todoterren­o. El primer día nos dijeron: “No destacáis en absolutame­nte nada, pero tampoco tenéis ninguna flaqueza evidente”.

P. ¿Cómo se va a sentir cuando se gradúe?

R. Imagino que muy contento. Pero algo que tenemos los astronauta­s es que siempre miramos hacia adelante. Yo creo que el día 23 ya estaré pensando, bueno, ¿y ahora qué?

 ?? A.CONIGLI ?? Pablo Álvarez, en el centro de preparació­n de la Agencia Espacial Europea de Colonia, en una imagen de la ESA.
A.CONIGLI Pablo Álvarez, en el centro de preparació­n de la Agencia Espacial Europea de Colonia, en una imagen de la ESA.

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