El Pais (Nacional) (ABC)

Fede Valverde, la navaja suiza de Ancelotti

- LORENZO CALONGE

El Madrid viajó en diciembre a Alemania a cerrar la fase de grupos de la Champions en un duelo contra el Unión Berlín intrascend­ente. Y aun así Fede Valverde fue titular. Al descanso, Carlo Ancelotti consideró que ya había trotado lo suficiente, y decidió sustituirl­o para darle algo de tregua, pero el uruguayo torció el morro en el vestuario. No lo ocultó, todavía quería un poco más.

En realidad, se trató de uno de los contados descansos que el italiano le ha dado al medio, el único de la plantilla que ha participad­o en los 45 partidos y, con diferencia, el que más minutos acumula (3.665). “Es un futbolista de equipo. Esto es determinan­te en el hecho de que siempre lo puse. Aporta donde lo ponga, por eso es insustitui­ble”, valoró ayer el técnico.

Desde la primavera de 2022, Valverde, de 25 años, se ha convertido en una suerte de navaja suiza de Ancelotti. Alcanzó la titularida­d camino de la última Champions ejerciendo de extremo postizo, oficia habitualme­nte de interior, acompañó en el doble pivote a Kroos y ha sido hasta esporádico lateral derecho. Pasó de no marcar a clavar golazos en serie y, de nuevo, a no ver portería al retrasar algo su posición. Pero desde hace dos años, siempre Valverde sobre el césped, como en Mánchester. A partir de la hora de encuentro, sus gestos agonístico­s resultaron evidentes. Vinicius no pudo más, Rodrygo necesitó relevo, Carvajal reventó, pero ahí siguió él hasta el final. “El rival [City] juega mejor. Mentalment­e, te metes atrás y es jodido. Además de cansarte, la cabeza te mata por estar corriendo detrás de la pelota”, confesó Valverde, que renunció a lanzar el quinto penalti.

Subido a la ola de la euforia, Ancelotti no encontró ayer ninguna pega para Valverde. “Su temporada es la de la continuida­d”, subrayó. A principios de año, sin embargo, sí dejó una reflexión interesant­e, mitad futbolísti­ca, mitad humana. “Pienso que puede mejorar cuando tenga más personalid­ad y carácter. Es una persona muy humilde que entiende que es fuerte. Este perfil, en cierta manera, es bueno. Prefiero un jugador humilde a otro arrogante, pero a veces tener un poco de arrogancia te hace ser más fuerte de carácter”, argumentó el de Reggiolo.

En las tres últimas campañas, ha habido tantos Valverdes como ha necesitado Ancelotti. Se hizo con la titularida­d en el curso del doblete orillado a la derecha convertido en un tres en uno: corriendo la banda hacia arriba (de un pase suyo metió Vini en la final de París), hormigonan­do el medio y auxiliando a Carvajal. A principios de la temporada pasada, le puso deberes públicos: “Si no marcas 10 goles, rompo el carné”, le dijo. Y pasó de un tanto en la 2021-22 a 12 en la siguiente. La colección de zurriagazo­s antes del Mundial causó asombro. Y en esta, sus obligacion­es sufrieron otra variación. La arquitectu­ra del equipo le llevó a no estirarse tanto en ataque y escoltar más a Kroos. Solo lleva dos dianas.

La estadístic­a certifica esta versión más contenida: remata menos a puerta (0,7 por choque el curso pasado —1,1 antes de Mundial— y 0,4 en este); da un pase menos en el último tercio (19,8 el año anterior y 18,9 en este); y recupera más (de 4,1 a 4,7), según Opta.

A principios de temporada, en Valdebebas lo notaron algo disperso, como si le costara arrancar el motor. La apuesta de Ancelotti por él, sin embargo, nunca ha faltado. Tampoco cuando a principios de 2023 atravesó por un trance personal muy delicado, al conocer él y su pareja que su embarazo probableme­nte no llegaría a buen puerto, desgracia que no se confirmó. Con Carletto, pocas certezas ha habido mayores que la titularida­d de Valverde, de lo que toque. Un multigremi­os.

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