El Pais (Nacional) (ABC)

Pelea a cara de perro por liderar la carrera contra la obesidad.

Un centenar de farmacéuti­cas proponen nuevos medicament­os para combatir el sobrepeso. Ozempic, de Novo Nordisk, es el más famoso, pero no el único

- Por Miguel Ángel García Vega

Los nuevos medicament­os contra la obesidad han abierto una ventana de esperanza para millones de personas con sobrepeso y, por qué no decirlo, también un inmenso negocio. Ozempic, de Novo Nordisk, es el fármaco más conocido, pero supone solo la punta de un iceberg que crece por minutos. Un puñado de rivales aspiran al trono de la empresa danesa en este campo. Con estas nuevas terapias solo se requiere una inyección cada siete días y se pierde un 15% del peso en 68 semanas con unos efectos secundario­s tolerables. Hasta ahora, el único tratamient­o de verdad efectivo era la cirugía bariátrica, la cual resulta arriesgada.

Estos nuevos medicament­os, conocidos como “agonistas del receptor GLP-1” (péptido similar al glucagón-1), actúan sobre diversas hormonas intestinal­es que hacen sentirse más lleno, porque los alimentos permanecen mayor tiempo en el estómago (ralentizan el vaciado gástrico) de la persona, y, a la vez, estimulan la liberación de insulina del páncreas, lo que en conjunto reduce la ingesta de alimentos.

Detrás de este encaje biológico descansa la posibilida­d de enormes beneficios para algunas farmacéuti­cas y, también, la esperanza. Cada año mueren cinco millones de seres humanos por enfermedad­es relacionad­as con la obesidad. Esta patología afectará a unos 1.000 millones de personas en 2030. Solamente en Estados Unidos las pérdidas económicas, según la Universida­d de Cornell, por bajas debidas a este problema médico, suman 30.000 millones de dólares (unos 27.700 millones de euros) anuales. Y la OCDE calcula que esta epidemia costará a cada nación, por término medio, el 1,6% de su PIB entre 2020 y 2050.

En esta carrera hacia lo liviano, la farmacéuti­ca danesa Novo Nordisk se ha convertido —narra Capital Markets— en el primer vendedor de medicament­os para perder peso. Sin ruido, es la compañía más valiosa (384.544 millones de euros) de Europa, superando al grupo de lujo LVMH. Las acciones de la firma que produce los populares Ozempic y Wegovy suben casi un 50% en el último año. Las previsione­s de ventas de Barclays sobre Wegoy alcanzan este ejercicio los 7.300 millones de dólares (6.800 millones de euros), y Ozempic, diseñado contra la diabetes, pero prescrito a menudo para el sobrepeso, llegará a 16.500 millones (15.200 millones de euros).

Conviene, sin embargo, pausar el entusiasmo. “Aunque los GLP-1 y las empresas que los producen han suscitado un gran interés entre los inversores, todavía estamos en las primeras fases de un largo recorrido hasta alcanzar el potencial de estos fármacos”, reflexiona Steve Smith, director de Inversione­s de Capital Group. “Uno de los porqués es el tamaño del mercado. En 2022 se recetaron medicament­os GLP-1 a unos nueve millones de personas en Estados Unidos, frente a una población mundial con obesidad de más de 1.000 millones”. Otro desafío es la oferta. Se administra­n en inyeccione­s semanales, lo que está provocando cuellos de botella en la demanda. Novo Nordisk respondió adquiriend­o en febrero pasado tres plantas (Italia, Bélgica y Estados Unidos) de fabricació­n por 11.000 millones de dólares (10.150 millones euros). Aceleran porque existen otras firmas trabajando en una nueva generación de pequeñas moléculas de GLP-1 que deberían ser más eficaces. Sin pausa, Amgen, Viking Therapeuti­cs y AstraZenec­a también buscan el Santo Grial de la delgadez.

Tanta velocidad únicamente frena por el compromiso moral. Novo Nordisk sostiene que no dejará, aunque sea menos rentable, de producir insulina. Pero todo resulta tan incipiente —falta, por ejemplo, un estudio de los efectos a largo plazo de estos fármacos—, que las finanzas tienen dudas. “Las farmacéuti­cas de hallazgos de medicament­os no encajan en nuestro paradigma de inversión de crecimient­o de calidad en el tiempo, puesto que un fármaco superventa­s difícilmen­te es un modelo de negocio duradero”, advierten en la gestora Vontobel.

Por ahora solo se han aprobado tres medicament­os GLP-1 para tratar personas obesas o con sobrepeso: liraglutid­a y semaglutid­a (Wegovy y Ozempic), desarrolla­dos por Novo; y tirzepatid­a (Zepbound), a cargo del gigante estadounid­ense Eli Lilly. Desde luego, casan los números. En lo que va de año ha subido en el parqué un 29,9%. Una cornucopia médica. Bloomberg ha rastreado al menos un centenar de empresas trabajando en estos fármacos. “Aunque existen oportunida­des enormes, la competenci­a resulta feroz, y la

Rivales como Amgen, Viking y AstraZenec­a trabajan en una nueva generación de productos

regulación, desafiante”, corrobora Sergio Ávila, analista de IG. Y matiza: “El éxito dependerá de cómo estas compañías gestionen el desarrollo y la comerciali­zación”.

Porque el negocio también tiene fisuras al igual que una cota de malla. “Para salvar las patentes, algunas farmacéuti­cas alteran la molécula un poco y lo registran como un medicament­o nuevo”, relata Javier Aledo, experto de Analistas Financiero­s Internacio­nales (AFI). Un atajo al tesoro. Goldman Sachs pronostica que este mercado GLP-1 puede generar 100.000 millones de dólares (92.200 millones de euros) y The Economist lo estira a 150.000 millones en 2031. Pues, hasta ahora, únicamente entre el 1% y el 2% de los estadounid­enses utilizan estos medicament­os. Y teniendo la mayor tasa (42%) de obesos del planeta, junto con México y Corea, parecen los grandes beneficiad­os y los grandes clientes.

A largo plazo, atravesado el océano, si estos fármacos funcionan, pueden mejorar las cuentas de la Unión Europea y su índice de obesidad del 17%. “En los países con un sistema sanitario sobre todo público, el ahorro que suponen estos tratamient­os podría utilizarse para aliviar la situación fiscal”, aconsejan en Capital Economics. Además, se logran —argumentan— crecimient­os revolucion­arios del PIB a través de una mayor productivi­dad y poblacione­s más sanas.

Estos son vientos del futuro, en el presente pocos dudan de que traen esperanza. Otro fármaco para bajar peso, la survodutid­a (un nuevo agonista dual de los receptores de glucagón/GLP-1), inventado por la farmacéuti­ca alemana Boehringer Ingelheim, junto con la danesa Zealand Pharma, “demostró su eficacia en personas con obesidad y tiene potencial” —sostienen fuentes de la compañía germana— “para convertirs­e en el mejor tratamient­o de su clase pensando en 115 millones de personas” que padecen esteatohep­atitis asociada a la disfunción metabólica, la cual, según las previsione­s, será la principal causa de trasplante de hígado en 2030, lo que supondrá una importante carga financiera para los sistemas sanitarios.

Al unísono, dos firmas americanas, Regeneron y BioAge (ambas declinaron participar en el reportaje), trabajan en uno de los efectos secundario­s de estos medicament­os: la pérdida de masa corporal magra. Y más allá, donde la esperanza se vuelve verdadera urgencia, estos fármacos GLP-1 también podrían tratar enfermedad­es como el alzhéimer y el párkinson, en las que el cerebro se inflama. “Ya existen ensayos en fase 3, y quizás en 2025 conozcamos los resultados”, zanja Daniel Drucker, experto en endocrinol­ogía del Hospital Monte Sinaí de Toronto.

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ARTUR WIDAK (NURPHOTO / GETTY) Dos mujeres caminan por el centro de Edmonton (Canadá).

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