El crimen y el fentanilo dañan al rey de las hamburguesas en California.
La cadena In-N-Out tiene que cerrar por primera vez una tienda debido al aumento de robos y actos violentos en Oakland
Los californianos son muy exquisitos con sus hamburguesas. Y, según las encuestas, In-N-Out es su hamburguesería favorita. Lejos del nombre y los números de compañías globales como McDonald’s, Five Guys o Burger King, esta cadena tiene solo 400 restaurantes en ocho de los 50 Estados de Estados Unidos, la mayoría del Oeste, y apenas sirve una docena de invariables productos. En sus 75 años de vida, su éxito ha sido pausado, pero rotundo, y, sin salir de manos familiares, jamás ha cerrado ningún restaurante. Sin embargo, ahora ni sus hamburguesas y batidos ni los estupendos beneficios que generan han logrado paralizar el cierre de uno de sus establecimientos. La criminalidad de la zona norte de California, en el área de la Bahía, ha hecho que el único restaurante de Oakland acabe de decir adiós.
Es In-N-Out tan popular en California, que las informaciones sobre este primer cierre abrieron telediarios y periódicos locales. Se supo a finales de enero, pero no se ha confirmado hasta finales de marzo, cuando su local de Oakland se despidió el pasado día 25 de marzo a la una de la madrugada, tras una imparable jornada sirviendo sus célebres hamburguesas dobles y sus animal fries, patatas fritas con cebolla frita, queso fundido y su secreta y deliciosa salsa animal. La célebre hamburguesería se ha visto obligada a cerrar por el aumento de robos, sobre todo violentos.
Su éxito es rotundo, pero no ha aguantado la criminalidad de la zona. Con más de 27.000 empleados en todo el país y alrededor del 20% de margen de beneficio en sus productos (a unos precios muy populares, especialmente al tratarse California
de uno los lugares más caros del planeta), el año pasado la empresa tuvo unos ingresos de 575 millones de dólares. Sus establecimientos no son franquiciados: desde que los fundaron Harry y Esther Snyder en 1948 son propiedad de la familia Snyder, cuya única heredera, su nieta, Lynsi Snyder, amasa una fortuna que roza los 7.000 millones de dólares, según Forbes.
El establecimiento de Oakland, junto a San Francisco, era rentable; la causa del cierre es otra. “Nos hemos dado cuenta de que la frecuencia y la gravedad de los crímenes a los que se enfrentan nuestros clientes y trabajadores no nos dejan alternativas”, se lamentaba el jefe de Operaciones de la cadena, Denny Warnick, en un comunicado. “A pesar de tomar repetidas medidas para crear unas condiciones más seguras, nuestros clientes y empleados son víctimas habituales de robos en vehículos, daños a la propiedad, hurtos y atracos a mano armada”, agregaba Warnick, que afirmaba que ya no podían pedir a nadie que acudiera al establecimiento, ni “comer o trabajar en un ambiente poco seguro”. Los empleados han sido recolocados en establecimientos cercanos o, los que lo hayan preferido, han podido marcharse con una indemnización.
Sobredosis y asaltos
Pese a que EE UU lleva más de dos años con la tasa de crímenes violentos bajando, Oakland ha sufrido un alza en cuanto a delitos violentos del 21% el año pasado con respecto a 2022. Además, el fentanilo campa a sus anchas por la zona. El terrible opioide, 50 veces más poderoso que la heroína, cuyo consumo se ha declarado ya como epidemia, campa a sus anchas por la ciudad. Es rápido y barato, y se calcula que en el país una persona muere cada cinco minutos por su consumo; ya ha matado a más estadounidenses que la guerra de Vietnam y Afganistán juntas.
Esta situación ha hecho que en la zona cierren empresas como la cafetería Starbucks o el supermercado Target; otra cadena de comida rápida, Denny’s, ha anunciado que son los siguientes en marcharse. La alcaldesa de Oakland, Sheng Thao, ha tenido que incorporar a más policías a las patrullas debido a la letal combinación que suponen las bandas organizadas y el fentanilo.