La UE se dispone a ampliar las sanciones a Irán como advertencia por el ataque a Israel
Los Veintisiete prevén aumentar el castigo por la producción y el envío de drones a Moscú
El tenso statu quo que reina tras los últimos ataques y represalias entre Israel e Irán ha supuesto un alivio momentáneo para una comunidad internacional aterrada ante la escalada del conflicto en Oriente Medio. Pero la situación es demasiado precaria y volátil como para bajar la guardia. De ahí que, después de Estados Unidos y el Reino Unido, que el jueves anunciaron nuevas restricciones contra Irán, la UE se apreste también a dar hoy su visto bueno a la ampliación de sanciones contra el régimen de Teherán.
Fuentes tanto comunitarias como diplomáticas dan prácticamente por seguro que los ministros de Exteriores y de Defensa que se reúnen hoy en Luxemburgo aprobarán la ampliación de las sanciones impuestas desde 2022 a Irán por la producción y transferencia de drones a Moscú, para incluir también los misiles.
Al mismo tiempo, debería lograrse un acuerdo político para extender estas restricciones también a otros lugares de Oriente Próximo y castigar así el envío de drones o misiles iraníes a entidades no estatales aliadas de Teherán en la región, como los hutíes en Yemen, Hezbolá en Líbano o las milicias proiraníes en Irak.
Cuentan para ello con el mandato explícito de los jefes de Estado y de Gobierno de los veintisiete, quienes en su cumbre extraordinaria en Bruselas la semana pasada, acordaron que la UE “tomará más medidas restrictivas contra Irán”, especialmente en materia de “vehículos aéreos no tripulados [drones] y misiles”, con el fin explícito de contribuir a la “desescalada y la seguridad en la región”.
Aunque la cuestión está sobre la mesa desde hace tiempo, nadie cuenta con que los altos responsables europeos lleguen a un acuerdo por ahora para una tercera sanción planteada: incluir a la Guardia Revolucionaria en la lista de organizaciones terroristas de la UE. Es un paso ya dado por Washington y reclamado también por algunos Estados europeos. Una alta fuente comunitaria indicaba en vísperas de la cita en Luxemburgo que, en todo caso, sería un gesto “simbólico, sin consecuencias prácticas”, porque la Guardia Revolucionaria ya está incluida en todos los demás regímenes de sanciones de la UE contra Irán.
En cualquier caso, extender las sanciones ahora es considerado un “mensaje político” contundente tras el ataque sin precedentes con misiles y drones contra Israel la madrugada del 13 de abril. La comunidad internacional, que pide contención a todas las partes, espera dejarle claro así al régimen de Teherán que no permitirá que incendie la región.
Tras las sanciones relacionadas con la guerra rusa en Ucrania, Irán es el país que más personas y entidades al que la UE ha impuesto restricciones: actualmente están en vigor un total de 473 sanciones financieras y 283 prohibiciones de viajar a territorio europeo, que afectan a 284 individuos y 189 entidades.
Estados Unidos, por su parte, ha dispuesto de una batería de sanciones contra Irán que es la más extensa y punitiva que este país mantiene contra cualquier otro. Miles de individuos y entidades, iraníes y extranjeras, se ven afectadas por ellas desde que Washington empezara a penalizar a la República Islámica en 1979 para forzarla a liberar a los capturados en su Embajada en Teherán durante la crisis de los rehenes. Desde entonces los castigos se han extendido contra las actividades nucleares, las violaciones de los derechos humanos y la fabricación y venta de armamento contraria a lo contemplado en el derecho internacional. Y, ahora, contra la belicosidad de Irán hacia Israel.
EE UU bloquea todos los activos iraníes en su suelo e impide casi todo tipo de comercio de este país con Irán, a excepción de alimentos, material agrícola, fármacos y equipos médicos y otros productos humanitarios. También prohíbe la asistencia externa y las ventas de armamento.
Sus sanciones tienen como uno de sus grandes objetivos al sector energético iraní —uno de los grandes pilares de la economía nacional— y a las empresas extranjeras que inviertan o compren en esa industria. Pero también castigan al sector financiero y el banco central, así como diversos sectores de su economía, incluido el naviero, la construcción, la minería, los textiles, la automoción y las manufacturas. Penalizan asimismo a cargos del gobierno iraní y el comercio de armamento.
Washington atribuye a la presión que ejercieron las sanciones que Irán accediera a firmar en 2015 el tratado multilateral conocido como JCPOA, o Plan de Acción Conjunto y Exhaustivo, por el que Teherán aceptaba limitar su programa nuclear y someterlo a las inspecciones internacionales.
El pacto saltó por los aires con la llegada a la Casa Blanca del republicano Donald Trump, que en 2018 reimpuso todas las sanciones y añadió otras nuevas, en lo que su Administración describió como una “política de máxima presión” para obligar a Teherán a negociar un acuerdo mucho más estricto. El régimen iraní nunca se sentó a esa mesa.
Durante el mandato del demócrata, Washington ha impuesto nuevas sanciones contra cientos de entidades iraníes por su papel en la venta ilícita de armas, la violencia contra los manifestantes y otras violaciones de los derechos humanos, la transferencia de material militar a Rusia para su uso en la guerra en Ucrania, y la detención ilegal de nacionales estadounidenses. A ellas se suman las de esta semana contra la industria de drones, el sector automovilístico e individuos como castigo tras el ataque contra Israel.
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