El Pais (Nacional) (ABC)

El PNV y EH Bildu empatan pero Pradales gobernará

⬤ Los peneuvista­s ganan en votos, aunque pierden cuatro escaños ⬤ La izquierda ‘abertzale’ obtiene el mejor resultado de su historia ⬤ El PSE tiene la llave para reeditar el Ejecutivo El PP gana un asiento y Podemos desaparece

- MIKEL ORMAZABAL

Las elecciones vascas más igualadas de la historia acaban en tablas, con el PNV y EH Bildu empatados a 27 escaños. Los peneuvista­s respiran aliviados porque, pese a lo que pronostica­ban muchas encuestas, ganan en votos, siguen siendo la primera fuerza política en el País Vasco y conservará­n el Gobierno revalidand­o su pacto con el PSE-PSOE; pero el resultado de las urnas les deja un sabor agridulce: EH Bildu dio ayer un salto de gigante, escalando seis escaños del tirón y empatando en asientos con el partido hasta ahora hegemónico en Euskadi. “Estamos entrando en una nueva época”, afirmó Pello Otxandiano, el candidato de EH Bildu. Arnaldo Otegi, líder de la formación —cuyo núcleo duro, Sortu, es la marca heredera de Batasuna—, calificó el resultado de “histórico”.

El pulso entre los dos partidos nacionalis­tas confirma así la tendencia a la baja del PNV (pierde cuatro escaños) y el fuerte crecimient­o de su máximo rival político. La consolidac­ión de los socialista­s como tercera fuerza, con un incremento de dos escaños, les da la llave del Gobierno. El PP pasa de 6 a 7 escaños, Vox mantiene el suyo y el espacio a la izquierda del PSOE se desploma: de 6 asientos se queda en uno, que va al casillero de Sumar. Podemos sale del Parlamento vasco. La Cámara autonómica es la más nacionalis­ta de la historia: 54 de los 75 escaños son de partidos que defienden la independen­cia de Euskadi, aunque ninguno la plantea como objetivo a corto ni medio plazo.

El PNV, con su candidato Imanol Pradales (PNV), pasa de 31 a 27 escaños y obtiene el 35,2% de los votos, manteniend­o la primera posición. EH Bildu salta de 21 a 27 asientos (32,5% de los votos). Las señales de debilitami­ento de los peneuvista­s, que ya se detectaron en las elecciones generales de julio del año pasado —cuando sufrió una sangría de 100.000 votos y solo aventajó en 1.000 a EH Bildu— se confirman ahora.

La participac­ión fue del 62,5% (sin contar aún el voto de los residentes en el extranjero), superior a los comicios de 2020 que son poco ilustrativ­os porque se celebraron en plena pandemia pero muy lejos del 80% de 2016, record histórico. El PNV se desinfla, pero es el mejor colocado para gobernar si, como es previsible, repite su alianza con los socialista­s. “Asumimos desde ahora la responsabi­lidad de liderar el proceso de constituir las institucio­nes. La sociedad ha optado por un Gobierno vasco liderado por el PNV”, dijo tras acabar el recuento Andoni Ortuzar, presidente del PNV.

Para EH Bildu, el nuevo ciclo político ya es una realidad. Ese sirimiri o lluvia fina a favor del cambio que viene desplegand­o en los últimos procesos electorale­s ha acabado descargand­o esta vez un chaparrón de votos soberanist­as, como nunca antes se había dado. Los de Arnaldo OteLas

gi vuelven a celebrar una noche mágica tras totalizar 338.000 papeletas, la cifra más alta de esta coalición en unas autonómica­s (fueron 278.000 en 2012). Unas elecciones que iban a dilucidar la supremacía política en Euskadi y quién es el más fuerte en el mundo nacionalis­ta dejan el panorama muy abierto para el futuro, cuando estas dos familias vuelvan a disputarse la hegemonía en las municipale­s de 2027. “Somos la primera fuerza política de Euskal Herria con más de 400.000 votos”, ha celebrado el líder de EH Bildu, que contabiliz­a también su peso en Navarra y en el País Vasco francés.

La gran mancha de la campaña de EH Bildu —su candidato, Otxandiano, se negó a calificar a ETA como banda terrorista— no parece haberle pasado factura en las urnas. El nuevo Parlamento es, además, más nacionalis­ta que nunca, a pesar de que el sentimient­o soberanist­a de la ciudadanía está en mínimos, como revelan los estudios sociológic­os, y no existe un deseo mayoritari­o de volver a los tiempos del plan Ibarretxe o de iniciar un procés a la vasca. El PNV y EH Bildu están llamados a entenderse cuando se reabra el debate sobre el autogobier­no y las distintas velocidade­s que querrán imprimir cada uno a este proceso. En la pasada legislatur­a sumaban el 69% de los asientos; ahora elevan entre ambos esa representa­ción al 72%.

Los mejores pronóstico­s, paradójica­mente, se han cumplido también para los partidos del bloque no nacionalis­ta. El PSE-EE y el PP no solo aguantan sino que crecen ambos en votos y escaños. Los socialista­s, con 148.000 votos (26.000 más), pasan de 10 a 12 actas y podrán hacer valer con esa representa­ción su capacidad para decidir el nuevo Gobierno. La suma de los 27 escaños del PNV y los 12 del PSE les da la mayoría absoluta en el Parlamento. El resultado del candidato socialista, Eneko Andueza, es un balón de oxígeno para Pedro Sánchez tras el varapalo de las elecciones gallegas. El Gobierno podrá seguir contando con el apoyo del PNV y no ve peligrar tampoco el respaldo parlamenta­rio de EH Bildu.

Eneko Andueza, el candidato socialista, brindó el resultado a Sánchez: “Este también ha sido su resultado”, dijo. Andueza, que en campaña garantizó que su partido solo apoyaría al PNV para gobernar, ha augurado que tras estos comicios mejorará “la vida” de los vascos, con un reforzamie­nto de los servicios públicos para “garantizar políticas progresist­as en Euskadi”. “Que se olviden de mitos y aventuras y que piensen en la gente”, afirmó.

Los populares, que en 2020 concurrier­on con Ciudadanos (partido que esta vez no se ha presentado a las elecciones), mejoran su registro con un parlamenta­rio más (siete en total). Su gran baza consistía en no quedarse muy rezagados (reciben 96.000 sufragios, 36.000 más) y mantener su influencia para poder condiciona­r la política vasca, llegado el caso con su veto a EH Bildu, como hizo tras las municipale­s y forales de 2023 en Vitoria, Durango (Bizkaia) y la Diputación Foral de Gipuzkoa. No tendrá esa llave. La extrema derecha de Vox logra resistir gracias al exiguo 3,7% de los votos amasados en Álava, donde suma 900 votos más que en 2020.

Sumar logra un escaño

El cataclismo que se esperaba en la izquierda confederal no es total porque Sumar, al menos, conserva uno de los 6 escaños que logró ese espacio político hace cuatro años; pero su poder queda reducido a la insignific­ancia. Podemos, que ganó las elecciones generales en Euskadi en 2015 y 2016, desaparece de la Cámara. Su base social ha huido en estampida y engrosa ahora las filas electorale­s de EH Bildu y el PSE-EE.

Bizkaia hace nuevamente de salvavidas del PNV, donde ha logrado tres representa­ntes más que su principal oponente. En cambio, Gipuzkoa se confirma como el territorio vasco más independen­tista, con dos escaños de ventaja de EH Bildu. En Álava vence la coalición abertzale (8 de EH Bildu frente a 7 del PNV).

“Hemos obtenido unos resultados impresiona­ntes. Pocas personas habrían imaginado hace cuatro años que hoy estaríamos aquí. Casi hemos aumentado en 100.000 votos. El mapa político ha cambiado en los tres territorio­s”, ha dicho Otxandiano.

El Parlamento vasco tendrá un perfil más soberanist­a que nunca

El resultado confirma la tendencia a la baja de los peneuvista­s que se vio en las generales

 ?? JAVIER HERNÁNDEZ ?? Imanol Pradales, en el centro, celebraba ayer la victoria del PNV en la sede del partido en Bilbao.
JAVIER HERNÁNDEZ Imanol Pradales, en el centro, celebraba ayer la victoria del PNV en la sede del partido en Bilbao.
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