El Pais (Nacional) (ABC)

El alumno aventajado de Urkullu

El candidato nacionalis­ta encarna la imagen de renovación y modernidad que el PNV quiere introducir en las institucio­nes

- M. O.

Cuando el PNV tuvo que buscar un recambio a Iñigo Urkullu, el lehendakar­i durante los últimos 12 años, se fijó en un valor de la cantera, un nacionalis­ta pata negra, sobresalie­nte en los estudios y curtido en tareas de gestión. Apostó por un rostro desconocid­o para renovar su cartel electoral y frenar el desgaste que su partido viene pagando en los últimos procesos electorale­s. Así presentó en sociedad a Imanol Pradales, a quien algunos denominan como un Urkullu de nuevo cuño. Está por ver si da la talla de sus antecesore­s, aunque en su partido confían en su olfato político y capacidad para afrontar los retos que le vienen. En la fase final de la campaña se ha empeñado en ofrecer una imagen de empaque y aplomo, un tono presidenci­al que no se le conocía.

El candidato del PNV de las elecciones más determinan­tes de los últimos años era un desconocid­o para una gran mayoría hasta finales de noviembre pasado. Cuando en esas fechas se conoció por una filtración a la prensa que el PNV prescindía de Urkullu para optar a un cuarto mandato, de aquella manera que tanto dolió a este y que generó algunas dudas en la parroquia peneuvista, la dirección del partido trató de calmar a los suyos presentand­o a Pradales como “un profundo conocedor de la realidad política interna y externa” del País Vasco.

Antes de tomar parte en la política, Pradales, que ayer cumplió 49 años, fue “un chico de barrio” en Mamariga (Santurtzi, Bizkaia), pertenecie­nte a una familia humilde, procedente de Burgos por parte materna, que en los años ochenta pasó “penurias”, según suele contar. No tiene ocho apellidos vascos, como ha dicho en alguna ocasión el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, para poner en duda que sea un independen­tista de pura cepa, pero siempre estudió en euskera, como le inculcaron sus padres, y se arrimó siendo joven a la familia del PNV. En una entrevista a EL PAÍS, se declaró “un independen­tista con los pies en el suelo”.

El adiós a Urkullu y la bienvenida a Pradales se ofició con una ceremonia incómoda para ambos, pero la sucesión no ha creado asperezas internas, al menos de puertas afuera. Fue un relevo traumático, sí, pero el lehendakar­i Urkullu demostró lealtad plena al partido y durante la campaña ha estado en la mayoría de los actos del PNV pidiendo con pasión el voto para su candidato.

En la ikastola, Pradales tuvo a Urkullu como profesor “de todo” en la antigua EGB y después ambos coincidier­on en los quehaceres estratégic­os del PNV cuando en 2005 este le pidió consejo a su alumno sobre empleo y competitiv­idad. Pradales demostró a su jefe que tenía capacidad para analizar la realidad y le comisionó para coordinar los temas de cultura y educación en un proceso de reflexión interna abierto por el PNV. En 2007 puso en marcha la oficina Bizkaia Talent para captar cerebros para este territorio. Y de ahí dio el salto en 2011 a la Diputación de Bizkaia, donde ha sido responsabl­e de Promoción Económica y de Infraestru­cturas durante los últimos 13 años, hasta el día en que fue proclamado oficialmen­te el candidato a lehendakar­i.

Pradales encarna, según el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, a una hornada de políticos que será “capaz de pilotar las institucio­nes e impulsar el autogobier­no vasco en la próxima década”. Habla y escribe en castellano, euskera e inglés, es doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universida­d de Deusto, donde dio clases. Pagó la carrera con becas y una ayuda económica de su abuelo Manuel cuando este cobró una indemnizac­ión del Gobierno español como herido en el bombardeo de Otxandio en la Guerra Civil, precisamen­te la localidad natal del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano.

En el remo, deporte que practicó Pradales durante 17 años al máximo nivel, no es lo mismo ser remero que patrón. Bien sabe él que ahora le puede tocar colocarse en la popa de la trainera y conducir el destino del País Vasco. Casado y padre de una niña de dos años, tiene su casa (en Portugalet­e) “colonizada” por los libros y se declara amante de la lectura de novelas de misterio e históricas y de ensayos “de todo tipo”, además de escuchar música de Benito Lertxundi, Fito Cabrales, Xabier Lete, Hertzainak, Bruce Springstee­n o Dire Straits. Suele salir a correr para soltar tensión. Es “muy campechano”, le describe un compañero de carrera; un “trabajador nato y generoso”, le recuerda una profesora de universida­d, y “tiene madera de líder porque sabe escuchar”, dice un remero.

Solo ha comprado una americana y tres camisas para afrontar la carrera electoral. Quiere vestir el traje de lehendakar­i y, si se confirma esa oportunida­d, rodearse “de los mejores” en un Gobierno al estilo, dice él, del que dirigió Carlos Garaikoetx­ea en 1980. Y cita a consejeros de aquel gabinete que tiene como “referentes”, como el físico Pedro Miguel Etxenike, Pedro Luis Uriarte o Mario Fernández.

La foto del jueves en la que Imanol Pradales posaba delante del retoño del árbol de Gernika flanqueado por los dos últimos lehendakar­is de su partido, Juan José Ibarretxe y Urkullu, trataba de dar una imagen presidenci­al del candidato peneuvista y quería simbolizar que quiere recoger el testigo de ambos y colocarse al frente del Gobierno vasco que saldrá de estas elecciones.

Pagó la carrera con la ayuda que su abuelo cobró como herido en la Guerra Civil

Pradales practicó remo y ahí aprendió que no es igual ser remero que patrón

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