Otxandiano, el ingeniero de la izquierda ‘abertzale’ 2.0
El candidato de EH Bildu, un teleco apadrinado por Otegi, da un barniz de socialdemocracia sueca a los independentistas
¿Habría contestado lo mismo si se lo hubiera preparado mejor? ¿Le pilló por sorpresa? Todo parece tan medido, tan estudiado y tan de diseño en la figura del candidato Pello Otxandiano, de EH Bildu, que resulta inexplicable que tropezara tan aparatosamente en la piedra más previsible. Sus titubeos y su incapacidad de admitir que ETA fue un grupo terrorista, en una entrevista el lunes con Aimar Bretos en la Cadena SER, dieron la vuelta a la campaña. Y colocaron a EH Bildu ante las contradicciones que a toda costa quería esquivar.
Es tentador ver a Pello Otxandiano, de 41 años, como una creación de Arnaldo Otegi. Una criatura dibujada a la medida del partido que el exmiembro de ETA, transformado en fino estratega político, quiere convertir en hegemónico en una nueva Euskadi. Llegaban juntos a los mítines. El mentor lo observaba con cariñosa sonrisa cuando el pupilo desplegaba su oratoria sosegada. El propio Otegi, en un mitin el jueves en Vitoria, mofándose de un anuncio en el que el candidato del PNV posa con una vaca, reconocía el ingente esfuerzo de imagen del que ha sido objeto Otxandiano. “Pello, puedes estar contento, porque la comunicación en la izquierda independentista ha sido un poco intensiva en la imagen”, le dijo, “pero no te hemos hecho hacer cosas que realmente pasarán a los anales de la historia política de este país”.
Lo primero que saltó a la vista de esa operación de imagen aplicada al joven ingeniero de telecomunicaciones fueron las gafas de pasta, que aparecieron de pronto en su rostro en el momento de su designación, en diciembre. Otegi destacó entonces seis cualidades del elegido como candidato de EH Bildu: “Solvencia, seguridad, rigor, compromiso, alma y pasión”. Quizá se pasaron en su voluntad de venderlo como un cerebrito cuando, en el texto de presentación, explicaron que “la pasión” de Otxandiano sería “trabajar en la aplicación de tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial o el blockchain en políticas públicas”.
Hablamos de un ingeniero de telecomunicaciones cuya tesis doctoral —escrita en castellano y firmada como Pello Ochandiano— “analiza el rendimiento de la segunda generación de la televisión digital terrestre en escenarios móviles y propone un algoritmo iterativo basado en grafos de factores para la detección de la señal y la reducción de la distorsión causada por la variación temporal del canal”. Completó la tesis en la Universidad de Mondragón. La combinó con una estancia en Gotemburgo (Suecia), experiencia que permitía a EH Bildu construir alrededor del candidato esa narrativa amable y aburrida como de socialdemocracia escandinava.
Ha logrado incluso, en una de las 87 páginas de su libro Una mirada al país para el futuro, tirar de su bagaje de teleco para justificar el derecho de autodeterminación. “Igual que les sucede a los dispositivos electrónicos que manejamos cotidianamente, el sistema operativo de este país requiere de una actualización para poder desarrollar las políticas públicas que se requieren en siglo XXI”, argumentaba, para concluir: “Es por ello, precisamente, por lo que demandamos el derecho a la libre decisión”.
En realidad, más allá de la inteligencia artificial y la izquierda nórdica, su despertar político se encuadra en un nacionalismo vasco de manual. Procede de una familia “plena de abertzales, todos independentistas”, explicó él mismo en El Correo. Su abuela, que tenía una imagen del lehendakari José Antonio Aguirre en el salón, perdió a su padre y a dos hermanos en el bombardeo de Otxandio, al inicio de la Guerra Civil; el mismo pueblo del sur de Bizkaia, de poco más de 1.000 habitantes, rodeado de bosques, donde aún vive el candidato Otxandiano y del que sus padres fueron concejales y su hermano, alcalde.
Al volver de Suecia, en 2011, fue elegido concejal en su pueblo y se fue construyendo una posición destacada en Sortu, partido en el que se refundó la izquierda independentista después de las ilegalizaciones y que hoy constituye el eje de la coalición EH Bildu. Arnaldo Otegi, el líder de la formación, no tardó en ver en Otxandiano la encarnación del relevo generacional y táctico que buscaba, y el joven ingeniero, sentado en la mesa política nacional como director de Programa, se convirtió en la versión 2.0 del veterano líder independentista.
Las gafas de pasta combinan a menudo en el estilo de Otxandiano con prendas técnicas de montaña que le conectan con su tierra. La naturaleza, en particular la del vecino monte Urkiola, es su vía para desconectar. Su pareja es profesora en la escuela del pueblo y tienen dos hijas, de ocho y cuatro años. Del cariño que le tienen sus vecinos da fe el recibimiento que le hicieron ayer por la mañana, entre aplausos y vítores, cuando fue a votar. En el Sociómetro vasco de marzo, era el mejor valorado de los siete candidatos, con una nota de 5,3 sobre 10.
Anoche, salía al escenario instalado por su partido en el bilbaíno mercado del Ensanche a celebrar, entre gritos de “independencia”, un resultado bueno, pero amargo. Derrota en porcentaje de votos, empate en escaños. El sorpasso que pronosticaban las encuestas debe esperar. Quizá sus “tecnologías disruptivas” podrán determinar el papel que tuvo en ese resultado amargo la única piedra en la que tropezó en una campaña de diseño.
Compara el derecho de autodeterminación con actualizar un “sistema operativo”
Su experiencia escandinava ha aportado un relato amable al partido