El Pais (Nacional) (ABC)

Bègles, el laboratori­o social de Francia

Gobernado por los ecologista­s, el pueblo lleva décadas implantand­o medidas pioneras. Ahora quiere ver los efectos de aprobar el consumo recreativo de cannabis

- MARÍA D. VALDERRAMA

Basta con cruzar una avenida para dejar atrás Burdeos y entrar en Bègles, una localidad de 30.000 habitantes donde el ambiente es más propio de un pueblo de provincia. En el mercado local, los vecinos se saludan, se paran a charlar e improvisan planes: en este caso una reunión de vecinos con el Ayuntamien­to, que pretende poner en marcha el primer experiment­o en el país para supervisar el consumo recreativo de cannabis, en un plan diseñado por expertos y vecinos que durará cinco años.

No es la primera vez que esta antigua ciudad industrial, con un pasado obrero muy presente entre los vecinos, llama la atención de la prensa nacional con iniciativa­s que, desde hace más de dos décadas, se adelantan a muchos cambios que años más tarde se implantan en el resto del país. “Estoy muy orgullosa de vivir en Bègles porque es una ciudad pionera en muchos aspectos y donde la colaboraci­ón de los vecinos importa”, cuenta Catherine, docente jubilada de 68 años, que hace sus compras en el mercado local. El 5 de junio de 2004, Bègles atrajo la atención mediática y la furia de muchos al celebrar la primera boda homosexual de Francia, 10 años antes de que la ley lo permitiera. En 2019, se convirtió en la primera ciudad francesa en imponer un límite de 30 kilómetros por hora a los vehículos. El último paso es ahora con el cannabis.

Según un informe del Centro Europeo de Drogas y Adicciones de 2022, un 45% de los franceses ha probado el cannabis al menos una vez en su vida, lo que convierte al país en líder europeo en el consumo de esta droga, por delante de España e Italia. Además, cuenta con cerca de un millón de consumidor­es diarios en Francia, y pese a estar penalizado, la ley no tiene un efecto disuasorio y el consumo sigue en aumento.

Esta situación llevó al alcalde de Bègles, Clément Rossignol-Puech, a lanzar en 2023 un plan junto a sociólogos, juristas y terapeutas para llevar a cabo un experiment­o local que estudie una legalizaci­ón ordenada del consumo recreativo de marihuana. El plan fue presentado este miércoles a los vecinos y el Ayuntamien­to debe presentarl­o ahora al Gobierno para solicitar su aprobación.

Con este experiment­o, Bègles quiere analizar durante cinco años los efectos de una posible legalizaci­ón en una muestra de cien vecinos ya consumidor­es, que estarán seguidos por un consejo científico. “Nuestro objetivo es reducir el riesgo para la salud pública”, señala el presidente de la Federación de Adicción, Jean-Michel Delile, que conforma el panel de especialis­tas. “Cuando comencé en este campo hace varias décadas, los niveles de tetrahidro­cannabinol (THC) eran del 5% o 6%, hoy la mayoría del cannabis al que accedemos está al 20% o más. Es un riesgo para la salud mental y para las adicciones. Este experiment­o nos permitiría verificar nuestras hipótesis y ver si las medidas son útiles para ser implantada­s a escala nacional”, comentó Delile ante los medios.

Beneficios agrícolas

El plan prevé mantener la prohibició­n a menores de edad y sus impulsores confían en que ayudaría a desarrolla­r un nuevo filón para el sector agrícola en Francia, líder europeo en la producción de cáñamo, que se utiliza en el textil y otras industrias. Para el experiment­o, un agricultor local plantaría 600 metros cuadrados y vendería el cannabis en puntos específico­s con un precio un 10% inferior del que propone el mercado negro. “El agricultor obtendría beneficios en cualquier caso”, asegura el alcalde, que no llevará a cabo el experiment­o sin autorizaci­ón estatal.

El único aspecto en el que el experiment­o no permitirá explorar los posibles beneficios es en la reducción del tráfico de drogas, que ya ha dado lugar a escenas de violencia y crimen en la localidad. Rossignol-Puech está convencido de que, aunque el Ejecutivo no apruebe su plan, la presión local va a ir en aumento ahora que Alemania ha aprobado su legalizaci­ón y que otras ciudades fronteriza­s, como Estrasburg­o, han abogado también por seguir el ejemplo alemán. Pero si el Gobierno lo acepta, Bègles estará de nuevo a la cabeza de los experiment­os sociales en Francia.

“Me gusta que tengamos esa imagen de pioneros. Nos convierte en una ciudad innovadora, que experiment­a, y aprecio que lo sea sobre todo en la ecología y en la alimentaci­ón”, dice Nathalie Chevalier, arqueóloga de 57 años. Antes de que la preocupaci­ón por la seguridad alimentari­a se convirtier­a en un debate de actualidad, Bègles puso en marcha en 2002 una cocina central que sirve a diario más de 2.600 comidas destinadas a los comedores escolares, guarderías, residencia­s de ancianos y personal municipal, entre otros. La cocina será trasladada en 2025 a un espacio más grande para poder hacer frente a la creciente demanda y trabaja mayoritari­amente con productos bio, locales y de temporada.

Situada dentro del área metropolit­ana de Burdeos, en el sudoeste de Francia, el carácter obrero de la ciudad sigue marcando a sus vecinos. Entre 1959 y 1989 tuvo alcaldes comunistas y desde entonces el cargo está en manos de los ecologista­s.

Un pasado político que contrasta con el de la capital del departamen­to, Burdeos, que hasta la llegada al poder del ecologista Pierre Hurmic en 2020 estuvo gobernada por los conservado­res desde 1947. “Burdeos es una ciudad burguesa, y eso se nota incluso hoy. Hay muchas escuelas privadas carísimas y comercios a los que no todos pueden acceder. Bègles es una ciudad obrera, aquí no vivimos de las rentas”, opina Progrès Pérez, vecino de 68 años, descendien­te de un refugiado de la guerra civil española.

En el pueblo, el debate sobre el cannabis ha provocado menos cismas de los que en su día creó el matrimonio homosexual y, aunque muchos son escépticos al cambio, se han sumado a esta reflexión colectiva, como el librero Thomas Glorieux, de 38 años. “Bègles es la prueba de que se pueden hacer cosas a nivel local. No sé si estoy a favor de que se legalice el cannabis, pero es interesant­e que podamos tratar entre nosotros las cuestiones que tienen un impacto en el pueblo. Aunque no salga adelante, es una forma de decir que nosotros también reflexiona­mos sobre los problemas que nos afectan cada día y no esperamos a que nos impongan las medidas desde la capital”. En Bègles, los vecinos están orgullosos de ir un paso por delante.

Un consejo científico seguirá a un centenar de vecinos que ya son consumidor­es

Medidas como el matrimonio homosexual se ensayaron aquí

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M. D. V. Un hombre paseaba por el mercado de Bègles, a las afueras de Burdeos, el jueves.

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