El Pais (Nacional) (ABC)

Sunak echa un pulso al Parlamento para aprobar su ley de deportacio­nes a Ruanda

El primer ministro británico ligó su futuro político a la capacidad de sacar adelante esta medida

- RAFA DE MIGUEL

En la jerga política británica se llama “pimpón parlamenta­rio”. Ocurre cuando una ley salta de la Cámara de los Comunes a la de los Lores y viceversa, hasta que una da su brazo a torcer y acepta las enmiendas del contrario. El primer ministro británico, Rishi

Sunak, estaba dispuesto a cerrar las puertas del Parlamento ayer —en sentido figurado— y tirar la llave al mar, hasta que consiguier­a sacar adelante la medida a la que ha vinculado el éxito o fracaso de su mandato: la ley de deportació­n de inmigrante­s a Ruanda. Una conjura de lores independie­ntes y laboristas lleva casi cuatro meses bloqueando la aprobación del texto.

Sunak quiere enviar los primeros irregulare­s a Ruanda en julio. Admite así que no podrá cumplir su promesa de comenzar las deportacio­nes durante la primavera. “Durante casi dos años, nuestros rivales han intentado usar todos los trucos posibles para bloquear los vuelos [a Ruanda] y permitir que los botes [con inmigrante­s irregulare­s] siguieran llegando a nuestras costas. Se acabó. No más engaños. No más retrasos. El Parlamento se reunirá hoy y votará sobre este asunto, sea lo tarde que sea. Se acabaron los peros. Estos aviones partirán hacia Ruanda”, aseguró Sunak en una rueda de prensa programada para incrementa­r la presión sobre los diputados en un día de enorme relevancia política.

Dos son los escollos finales planteados por la Cámara alta. El laborista Desmond Browne, que fue ministro de Defensa en el Gobierno de Tony Blair, reclama que los afganos que colaboraro­n con las fuerzas británicas durante la última invasión de aquel país queden excluidos de las deportacio­nes. Y el independie­nte David Anderson reclama la creación de una comisión que determine si Ruanda es un país seguro al que pueda delegarse la gestión de los inmigrante­s irregulare­s.

Ayer, la Cámara de los Comunes rechazaba las dos enmiendas y las devolvía a los lores. Las dos cámaras se preparaban para una larga sesión. El Gobierno se ha mostrado firme en su negativa de cambiar una coma del texto, pero no puede descartars­e que acabe aceptando la enmienda referente a los afganos.

“Puedo confirmar que ya tenemos preparado un aeropuerto, y hemos reservado vuelos comerciale­s chárter con horarios comprometi­dos. Hemos entrenado a 500 personas para acompañar a los inmigrante­s ilegales [sic] hasta Ruanda, e incorporar­emos otras 300 en las próximas semanas”, anunció Sunak, y siguió: “El primer vuelo despegará dentro de 10 o 12 semanas. Algo más tarde de lo que queríamos, pero siempre dejamos claro que esto llevaría su tiempo”.

Sunak vinculó el éxito de su mandato, a los pocos días de entrar en Downing Street, con la promesa de poner freno a la inmigració­n irregular. El eslogan Stop the boats (Paremos los botes, en alusión a las barcas con personas que intentaban cruzar el canal de la Mancha) presidía cada comparecen­cia suya para abordar un asunto que, según los sondeos, obsesionab­a a los votantes conservado­res.

El acuerdo con Ruanda para comenzar a deportar inmigrante­s fue idea de Boris Johnson, y muchos de sus críticos considerar­on entonces que se trataba de la última ocurrencia para distraer la atención pública de los escándalos que lo asediaban. La idea, sin embargo, cobró vuelo. Sunak la abrazó y, desde entonces, la batalla entre el Gobierno por un lado, y los tribunales, el Parlamento, las organizaci­ones humanitari­as y la opinión pública, por otro, se ha vuelto cada vez más cruenta.

En 2022, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos suspendió el primer vuelo de deportació­n del Gobierno británico a Ruanda.

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JASON ALDEN (POOL) Rishi Sunak, en una rueda de prensa ayer en Londres.

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