Cinco años de terremoto político
El aniversario del debate electoral entre Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias evidencia el cambio de caras, no de problemas
Hace cinco años, cuatro líderes políticos se enfrentaban en el debate previo a las generales de abril de 2019. Tres de ellos, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias, han cambiado de profesión. Solo Pedro Sánchez, líder del PSOE y actual presidente del Gobierno, permanece. La estampa de aquella cita en TVE muestra el vertiginoso ritmo que ha adquirido la política española, capaz de engullir líderes y partidos en menos de lo que dura una legislatura. También evidencia que hay clásicos de hoy y de siempre, vicios adquiridos, posturas irreconciliables.
Pedro Sánchez tenía, aquel 22 de abril, 47 años y llevaba 326 días como presidente tras la moción de censura contra Mariano Rajoy por la sentencia del caso Gürtel. Se había impuesto en las primarias a Susana Díaz y Patxi López, su actual portavoz parlamentario, y unas semanas antes del debate había publicado Manual de resistencia, libro donde narra su complicado periplo — con obstáculos internos y externos— hasta La Moncloa. El PSOE afrontó ese primer gobierno con apenas 85 diputados, 52 menos que el PP. Los populares tienen hoy los mismos escaños que entonces (137), pero los socialistas han recortado esa distancia a 16.
Nueve meses antes del debate, Pablo Casado se había convertido en el primer líder del PP elegido en unas primarias. Tenía 37 años. En enero de 2019, en una decisión muy criticada internamente, había lanzado a su amiga Isabel Díaz Ayuso como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid y embajadora de lo que llamaba “la derecha sin complejos”. En el debut de Casado en las urnas, el PP tocó suelo con 66 diputados. En la repetición electoral de noviembre subió 22. Y ya no le dieron más oportunidades. En febrero de 2022, fue defenestrado por su partido debido al enfrentamiento abierto con su apuesta más personal y arriesgada, Ayuso, y al malestar interno por la gestión de su secretario general, Teodoro García Egea. Los populares se encomendaron a Alberto Núñez Feijóo, que ganó sus primeras generales el pasado julio, pero no logró una mayoría para su investidura y arrastra los mismos problemas que su predecesor: el protagonismo de la presidenta madrileña y la relación con Vox. Feijóo ha avalado bipartitos con la extrema derecha en cuatro autonomías (cinco si se incluye el bipartito de Castilla y León, acordado en la transición del PP).
Albert Rivera, que había sido elegido presidente de Ciudadanos por orden alfabético, dimitió apenas siete meses después de aquel debate, cuando, tras la repetición electoral de noviembre, su partido pasó de 57 a 10 diputados. Estaba a punto de cumplir 40 años. Tras los comicios de abril rechazó pactar con el PSOE, con el que habría sumado mayoría absoluta. Poco más de un año antes de aquel debate, en febrero de 2018, Cs era la primera fuerza del país en estimación de voto, según Metroscopia. La sustituta de Rivera,
Tres de los cuatro líderes enfrentados en 2019 han cambiado de oficio
Puigdemont releva a Torra y la amnistía a los indultos en el discurso de la derecha
Inés Arrimadas, también ha abandonado la política y la formación ya no se presentó a las generales del pasado julio. La mayoría de sus dirigentes optaron por irse al PP o cambiar de oficio.
Pablo Iglesias, cofundador de Podemos, se convirtió en vicepresidente del Gobierno nueve meses después de aquel debate. Un abrazo con Sánchez selló, apenas 48 horas después de los comicios, el acuerdo que habían sido incapaces de alcanzar desde julio. Contra casi todos los pronósticos, el matrimonio de conveniencia funcionó relativamente bien, pero 15 meses después, Iglesias abandonó el Ejecutivo para enfrentarse a Ayuso por la presidencia de la Comunidad de Madrid y señaló a Yolanda Díaz como sucesora. La apuesta no salió bien: Podemos fue quinta fuerza en la Asamblea madrileña y los desencuentros con Díaz empezaron poco después. En mayo de 2021, Iglesias dejó la política. Tenía 43 años. Podemos cuenta ahora con cuatro diputados en el Grupo Mixto tras romper con la plataforma de Díaz, Sumar. En 2016, Iglesias lamentaba que Unidas Podemos hubiera logrado solo 72.
Aquel 22 de abril de 2019 el debate se dividió en cuatro bloques: Economía, Estado del bienestar, Política Territorial y pactos postelectorales, pero los dos últimos contaminaron toda la conversación. “No hablaremos de educación, sanidad, cambio climático, o economía”, llegó a decir Rivera, “si Torra [Quim, entonces presidente catalán] sigue mandando sobre el resto”. Todavía ocurre: en el Congreso se habla más de con quién se pacta que de lo que se pacta. En aquel momento, con los líderes del procés encarcelados —salvo los huidos, como Puigdemont—, Casado y Rivera apretaban a Sánchez con la posibilidad del indulto. Su Gobierno los aprobó dos años después, en 2021. La ley de amnistía prorroga ahora la bronca por los indultos, de la misma manera que Puigdemont ha susituido a Torra como protagonista del discurso de la derecha. La política de pactos ha acaparado cada convocatoria electoral desde aquel abril de 2019, con los partidos del Gobieno de coalición reprochando al PP sus alianzas con Vox y la derecha echándole en cara a la izquierda los acuerdos con el independentismo catalán y la izquierda abertzale de Otegi.
El otro gran protagonista de aquel debate fue la corrupción. Sánchez explotó los escándalos del PP. Cinco años después, el PP aprieta al PSOE con el caso que afecta al antiguo asesor del exministro de Fomento José Luis Ábalos, Koldo García, que ayer declaró en la comisión de investigación del Senado. Varias de las causas vinculadas a los populares que Sánchez señaló en aquel debate siguen pendientes. La crispación se ha extendido a las instituciones judiciales. El Consejo General del Poder Judicial llevaba aquel abril de 2019 ya unos meses caducado y cinco años después, sigue sin renovarse.