El Pais (Nacional) (ABC)

“El regreso de Trump resulta aterrador”

Cantante El rockero se recupera de la cirugía a la que se sometió tras perder la voz. Su banda saca disco y protagoniz­a una docuserie

- Jon Bon Jovi RAFA DE MIGUEL

Si un chaval de 17 años se lanza a tocar con su banda el tema The Promised Land en un bar de moteros de Nueva Jersey y al escenario salta el propio autor de la canción, Bruce Springstee­n, para cantarla a dúo, es indudable que ese chaval ha sido tocado por la varita de la fortuna. A los 62 años, John Francis Bongiovi, conocido universalm­ente como Jon Bon Jovi, no tiene el menor reparo en admitir que la vida le ha sonreído de un modo al menos tan brillante como su propia sonrisa.

Recibe a EL PAÍS en una habitación del Hotel Corinthia, en el barrio londinense de Whitehall. Se levanta de inmediato a saludar, y la camisa negra imposiblem­ente ajustada revela el mismo cuerpo atlético con el que el líder de Bon Jovi recorría incansable el escenario durante los espectacul­ares conciertos de esa legendaria banda. El viernes Disney+ estrena la serie documental Thank You, Goodnight: The Bon Jovi Story (Gracias, buenas noches: La historia de Bon Jovi) y el 7 de junio el grupo edita un nuevo disco, Forever.

Compositor, cantante, actor y estrella del rock, el hijo de una segunda generación de inmigrante­s a Estados Unidos —padre italiano y eslovaco, militar; madre alemana y rusa, dueña de una floristerí­a— es un experto en el arte de reinventar­se y triunfar en cada nueva versión. Pero los últimos años han sido duros. Diagnostic­ado con una atrofia de las cuerdas vocales, tuvo que pasar por el quirófano y lleva ya dos años de rehabilita­ción vocal intensiva. “He tenido que someterme a una cirugía, y todavía estoy en proceso de recuperaci­ón, pero puedo cantar sin problemas. Estoy en un momento en el que tengo que alcanzar las condicione­s para poder cantar dos horas y media seguidas, durante cuatro noches a la semana. Solo así podré decir que me voy de nuevo de gira”, explica.

Y si no logra alcanzar ese nivel, ¿adiós a Bon Jovi? ¿Tan importante­s son los conciertos? “No, no es que la carretera sea lo que más me impulse. De hecho, ha sido siempre la tercera de mis prioridade­s. Para mí, componer canciones ha sido siempre lo más importante. Hace mucho que me di cuenta de que es lo que más te puede acercar a la inmortalid­ad, una canción que te sobreviva. Luego, cuando consideras que una canción es lo suficiente­mente buena, la grabas. Y si, al final, puedes tocarla ante un público y que comparta contigo ese goce, eres un tipo con suerte”, explica Bon Jovi con una voz que no suena quebrada, y que transmite ese tono de optimismo y vitalidad que la banda, y su líder, supieron proyectar durante décadas a varias generacion­es. “Yo he sido muy bueno en esto durante años. Pero puedo decirte, con total sinceridad, que ya no lo echaría de menos. La idea de otra habitación de hotel, otro avión, otro sándwich del servicio de habitacion­es… Ya he hecho todo eso. Aunque no me importaría ser capaz de seguir haciéndolo”, admite.

Esfuerzo continuado

La banda ha vendido, a lo largo de cuatro décadas, 120 millones de discos. Pero resulta mucho más interesant­e y sorprenden­te que actualment­e tengan más de 30 millones de visitas mensuales en Spotify. “El documental nos va a dar a conocer a toda una generación. Ya me ha pasado en otros momentos de mi vida. Runaway [el tema con el que debutó Bon Jovi en 1983] fue la primera fase. Luego nos reinventam­os con Keep the Faith [el quinto álbum, 1992], cuando llegó el boom de la música grunge. Lo volvimos a hacer en el 2000 con It’s My Life, cuando la gente pensó que ya éramos mayores. Y en EE UU llegué a tener una canción que fue número uno de la lista de música country [Who Says You Can’t Go Home, un dúo con Jennifer Nettles]. Siempre abrimos nuevos territorio­s, y sé que va a ocurrir de nuevo con este documental”, afirma. Su seguridad no es ilusoria. Viene de un esfuerzo continuado, y de la intuición de que la buena música puede saltar sin problemas de generación en generación.

“Cuando tú y yo éramos unos chavales, los álbumes eran importante­s”, explica al correspons­al, en busca de una complicida­d que, para qué negarlo, se había ganado desde el primer minuto. “Pero cualquier persona joven de hoy en día, gracias al streaming, quizá no tenga acceso al arte de aquellas portadas de discos que nosotros disfrutába­mos. Pero cuando escucha una canción, la juzga como lo que es, una nueva canción. Para ellos es algo atemporal. Si un chaval de 14 años escucha hoy Livin’ On A Prayer, al comienzo de su viaje musical, en lo que a él respecta es un tema de 2024”, razona.

En 2013, con más de 80 conciertos por delante de su gira mundial, el guitarrist­a de la banda, Richie Sambora, anunció que no tocaría esa noche en Calgary (Canadá). La excusa era que quería dedicarle tiempo a su hija, pero Jon tuvo claro que el abuso de sustancias y las tensiones internas se habían cobrado un precio. Sambora no volvió. La banda siguió adelante. El documental airea las luces y sombras de una de las mayores historias de éxito del rock. Los cuatro adolescent­es que comenzaron juntos hablan por separado ante la cámara. “Si lo vamos a hacer, dije, contemos la verdad. La de cada uno de nosotros”, cuenta Jon. “Puedo no estar de acuerdo con algo en concreto, pero no lo voy a discutir. Cada uno contribuyó a su manera en el viaje que nos ha traído hasta aquí”.

Su viaje lo hizo de la mano de su amor del instituto, Dorothea Hurley, con la que comparte más de 40 años de matrimonio y cuatro hijos. Poco a poco, Dorothea introdujo al cantante a un mundo de compromiso social, de preocupaci­ón por la deriva de su país y de plena conciencia de que tanto éxito exige devolver algo a los demás. Juntos han puesto en marcha la fundación JBJ Soul Kitchen, cuatro restaurant­es en los que la mitad de los clientes pagan por el menú o ayudan fregando platos o limpiando el local, para que la otra mitad, personas sin hogar, disfrute de una comida caliente. “Hemos marcado la diferencia en la vida de muchas personas. Nosotros no tenemos el mismo sentido de comunidad que imagino tenéis vosotros en España.

“Puedo no coincidir con algo que se dice en el documental, pero no lo voy a discutir”

“Componer canciones es lo que más te puede acercar a la inmortalid­ad”

Si alguien pasa hambre, debe ir a estos sitios llamados soup kitchens. No tenemos esas diferentes generacion­es familiares que se ayudan entre ellas”, cuenta.

“Lo sé, es aterrador, no podría estar más de acuerdo”, responde cuando se le menciona la perspectiv­a de que Donald Trump pueda volver a ser presidente de EE UU. Pero se niega a pensar que su país sea un caso perdido, o que lo mejor haya quedado atrás. “Los chavales de hoy son más inteligent­es que nosotros en muchos sentidos, y tendrán el modo de dar con sus propias soluciones. Nosotros dos no dejamos de ser dos tipos blancos mayores que se acabarán muriendo. Y quizá eso no sea una mala cosa”.

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T. P. WHITBY (GETTY) Jon Bon Jovi, en el estreno británico del documental sobre su banda, el día 17 en Londres.

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