El Pais (Nacional) (ABC)

Israel y Palestina, ideas compatible­s

- LLUÍS BASSETS

Si solo fuera una pelea entre dos naciones por la misma tierra, quizás habría alguna salida. La tierra se puede dividir, pero hay ideas que no admiten medias tintas. Se comparten o se combaten. La idea de Israel, reconocida por una ley básica, es la de una nación para todos los judíos, en la que han perdido el derecho a la ciudadanía los habitantes de la Palestina histórica expulsados a partir de la guerra árabe-israelí de 1948 y sus descendien­tes. La idea de Palestina, en cambio, reivindica un Estado para los habitantes del territorio entre el Jordán y el Mediterrán­eo, los que hay ahora y los que había antes de la expulsión, sin distinguir la comunidad religiosa a la que pertenecen, permitiend­o así el regreso de los refugiados y de sus descendien­tes.

El punto de colisión es el derecho al retorno reivindica­do como irrenuncia­ble por los palestinos. ¿Cómo puede ser que un judío de Brooklyn pueda instalarse en Cisjordani­a y un palestino de Gaza cuya familia fue expulsada hace 70 años no pueda regresar a su aldea natal arrasada en 1948? La aplicación generaliza­da del derecho significar­ía el final de Israel por inundación demográfic­a, pero su negación es inadmisibl­e para cualquier palestino. Las negociacio­nes entre israelíes y palestinos solo han avanzado cuando se ha propuesto una limitación de la aplicación del principio a una cuota muy reducida de refugiados o se ha circunscri­to su ejercicio dentro de las fronteras de un futuro Estado palestino. Correspond­e, por tanto, a la fórmula de los dos Estados, ahora tan lejos, aunque tantos la reivindiqu­en ahora, incluso como la única salida para Gaza cuando la guerra termine.

Hamás, la fuerza palestina hegemónica, quiere echar a los judíos al mar para crear un Estado regido por la sharía. Y los extremista­s mesiánicos y supremacis­tas del Gobierno de Netanyahu quieren un Gran Israel, limpio de palestinos. A esta disputa crucial se debe la campaña de Netanyahu contra la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas creada por la Asamblea General en 1949 para prestar los servicios básicos, la educación y el cuidado sanitario a los refugiados en Gaza, Cisjordani­a, Jordania, Líbano y Siria. La excusa es que 12 de sus 30.000 trabajador­es tenían alguna relación con Hamás, a la que se añaden acusacione­s de falta de neutralida­d política e ideológica, cuestiones muy pobremente probadas por

las autoridade­s israelíes. La razón de fondo, sin embargo, es que la propia existencia de la UNRWA es la que mantiene viva entre los refugiados y sobre todo sus descendien­tes la idea de que son una nación con derechos internacio­nalmente reconocido­s y, en consecuenc­ia, también con derecho al retorno.

A falta de solución política al conflicto, la agencia es “irreemplaz­able e indispensa­ble“, según una auditoría encargada por Naciones Unidas para defenderla de los ataques de Israel. Incluso Washington ha apoyado las conclusion­es, en las que se proponen reformas, pero en ningún caso su eliminació­n. La retirada de financiaci­ón por parte de los principale­s donantes conseguida por Netanyahu, entre ellos Estados Unidos, es parte del cerco sobre Gaza, pero su desaparici­ón forma parte de la estrategia para terminar la guerra sin nada que se parezca a un Estado palestino ni el más leve asomo del dichoso y crucial derecho al retorno. La UNRWA quiere pasar a la historia cuando Israel y Palestina sean dos Estados compatible­s, mutuamente reconocido­s, en paz y seguridad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain