Kiev desoye a Washington y reanuda los ataques contra la industria petrolera rusa
El ejército ucranio bombardea depósitos de combustible en el país vecino
Kiev reanudó ayer su ofensiva contra la industria petrolera rusa pese a la oposición de Estados Unidos. Drones bomba dañaron en la madrugada de ayer dos centros de depósitos de combustible en la provincia de Smolensk, a 300 kilómetros de Ucrania. En lo que va de año, ya han sido atacadas una veintena de instalaciones energéticas rusas. Los servicios de inteligencia británicos calculan que Rusia ha perdido un 10% de la capacidad de producción de combustible. La empresa de análisis Kpler indicó el 18 de abril que las exportaciones de diésel rusas habían disminuido un 25% y la agencia Bloomberg ha cuantificado que el refinamiento de crudo está en el nivel más bajo del último año. Washington ha pedido a Ucrania que detenga estas operaciones porque puede desestabilizar los precios globales del petróleo.
Pese a las sanciones impuestas, Rusia continúa siendo uno de los líderes exportadores mundiales de petróleo y gas, incluyendo a la Unión Europea. Lloyd Austin, secretario de Defensa de Estados Unidos, dejó clara la posición de su Gobierno en una comparecencia el día 9 ante el Senado: “Estos ataques pueden tener un duro impacto en el mercado global de la energía. Es mejor que Ucrania se esmere en objetivos tácticos y operaciones que puedan influir directamente en los combates”. Celeste Wallander, secretaria adjunta de Defensa del Gobierno estadounidense, fue más allá en una declaración ante el Congreso el día 10 al acusar a Ucrania de hacer lo mismo que está realizando Rusia: destruir la red energética civil. “Estamos preocupados por esta cuestión de que se ataquen infraestructuras esenciales cuando se trata de objetivos civiles, porque Ucrania se compromete con los más altos estándares del respeto de las leyes de un conflicto armado, y esto es uno de los elementos de ser una democracia europea”, señaló.
El congresista republicano Austin Scott replicó a Wallander que las fuerzas aéreas invasoras están destruyendo el sistema energético ucranio, y que Kiev tiene el mismo derecho a ello. La política de la Administración de Joe Biden insistió en su oposición: “Estamos preocupados porque se estén atacando objetivos civiles cuando estamos apoyando a este país”. Ya a finales de marzo, en unas jornadas de seguridad de Kiev, Wallander y el exsecretario del Consejo de Seguridad Nacional ucranio Oleskii Danilov tuvieron un encontronazo por los reiterados ataques a refinerías rusas. Danilov zanjó la cuestión advirtiendo de que Ucrania atacaría donde le pareciera conveniente.
The Washington Post reveló el día 15 que el primer aviso estadounidense lo comunicó personalmente la vicepresidenta, Kamala Harris, al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, el pasado febrero. Según este diario, Harris pidió que detuvieran esta ofensiva y Zelenski salió muy enfadado de la reunión. El Gobierno ucranio ha reiterado a Washington que está utilizando su propio armamento y no el arsenal aportado por sus aliados de la OTAN. Es una condición que las principales potencias que sostienen a Ucrania han subrayado: sus armas no pueden servir para golpear en suelo ruso. Los bombardeos contra la industria petrolera rusa, como el de ayer, los están llevando a cabo con drones fabricados en Ucrania los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa (GUR) y los servicios de seguridad del Ministerio del Interior (SSU).
Misiles de largo alcance
Washington se había negado hasta ahora a suministrar a Kiev los misiles de largo alcance ATACMS por temor a que fueran destinados contra objetivos en Rusia. Zelenski comunicó el lunes que había recibido el visto bueno de Biden para incluir esta munición en los 57.000 millones de euros que el Senado y la Cámara de Representantes han aprobado estos días. Este primer envío, valorado en unos 935 millones de euros, tiene que llegar a Ucrania en las próximas semanas. La desconfianza de la Casa Blanca había llegado al extremo de modificar las baterías lanzacohetes Himars para que no pudieran ser utilizadas para disparar munición de largo alcance.
Kiev está demostrando tener la sartén por el mango en este particular duelo con su gran aliado. Desde el día 6, cuando el GUR saboteó un oleoducto en la provincia de Rostov, habían pasado dos semanas sin acciones contra el sector energético ruso. Los medios interpretaron que la presión estadounidense había surtido efecto. Pero el sábado pasado se reportó un nuevo ataque.
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