México camina hacia las elecciones más violentas de los últimos años
Más de 170 ataques a políticos ponen en duda la gobernabilidad en varios Estados del país
La violencia electoral avanza sin freno en México. Noé Ramos Ferretiz, candidato a la presidencia municipal de Ciudad Mante (Tamaulipas), participaba en un acto de campaña el pasado viernes, cuando fue interceptado y apuñalado varias veces. El político del conservador Partido Acción Nacional (PAN) murió en medio del mitin en la colonia Azucarera, ante la conmoción de sus simpatizantes y carteles de propaganda manchados de sangre. El principal sospechoso huyó sin dejar rastro, a plena luz del día. Sería detenido un par de días más tarde. Horas después, fue hallado el cuerpo de Alberto Antonio García, aspirante del gobernante Morena a la alcaldía de San José Independencia (Oaxaca). Su esposa, la edil de la localidad de menos de 5.000 habitantes, fue liberada tras un secuestro de dos días. Los homicidios de Ramos Ferretiz y de García son los dos últimos registrados durante el proceso electoral, en el que ya se contabilizan 30 aspirantes asesinados, según datos del think tank Laboratorio Electoral.
En 2021, al menos 30 contendientes fueron asesinados, según datos de esta consultora. En 2018, hubo 24. A casi mes y medio de la cita con las urnas del próximo 2 de junio, estas elecciones presidenciales en las que además se renovarán unos 20.000 cargos públicos están cerca de convertirse en las más violentas de los últimos años. “El fenómeno de la violencia electoral ha ido creciendo en el país y cada vez se extiende más, no es sólo una cuestión de cifras, sino también de expansión territorial: hay más focos rojos, más puntos con mayor incidencia de la violencia, más ataques”, afirma Arturo Espinosa Silis, director de Laboratorio Electoral.
“No creo que haya que esperar a que se supere el número de víctimas mortales. Este proceso electoral ha sido más violento cuando se miran otras aristas, como los atentados y las amenazas”, agrega Daniela Arias, coordinadora de la organización. EL PAÍS ha desgranado los hallazgos de la consultora en los últimos 10 meses para entender la espiral de violencia que envuelve esta contienda y que ha dejado un saldo de más de 170 agresiones, entre ellas 29 atentados, 11 secuestros, 77 amenazas y por lo menos, otros 27 asesinatos de personas relacionadas con las elecciones, entre familiares de funcionarios, militantes, dirigentes y políticos que no buscaban un cargo en estos comicios, según el último corte actualizado hasta el 19 de abril.
La inseguridad se extiende más rápido que las estadísticas. Este mismo martes, un grupo armado intentó asesinar a Arturo Lara, candidato a alcalde de Movimiento Ciudadano en Amanalco, Estado de México. El PRI anunció que su aspirante a presidente municipal en Zacapu (Michoacán), Lorenzo Martínez, abandonó la campaña por amenazas. La violencia letal contra personas que aspiraban a algún cargo ha llegado a 13 de los 32 Estados del país y se concentra en el centro y sur. “Los focos rojos están en Michoacán, Guerrero y Chiapas”, señala Espinosa Silis. Siete de los 30 asesinatos de aspirantes sucedieron en Guerrero, cuatro más en Michoacán y otros tres en Chiapas (Oaxaca), El Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Puebla y Veracruz tuvieron dos casos. Ciudad de México, Colima, Morelos y Tamaulipas, uno. Arias explica que la precampaña y la intercampaña –la pausa antes de que comience la recta final– suelen ser periodos en los que se agudiza la violencia. El crimen organizado busca el control político en los territorios que domina y autoriza quién puede competir y gobernar, en un esfuerzo por mover los hilos de estas comunidades. “Es una forma de presionar y condicionar las decisiones de los partidos políticos”, comenta.
Pero según Manuel Pérez Aguirre, uno de los autores del informe Urnas y tumbas, del Colegio de México (Colmex), el crimen organizado no es el único detrás de los asesinatos. También están implicados los propios políticos, que buscan hacerse con las candidaturas y a los cargos “a balazos”. Cuando los grupos criminales logran infiltrarse en los Gobiernos locales, la línea que divide al Estado del crimen organizado se vuelve difusa. La violencia ha alcanzado a todos los partidos políticos. Morena es la formación con la mayor cantidad de aspirantes asesinados (11), seguida por el PAN (6). El ciclo de violencia empieza y acaba en la impunidad.
Unos 30 aspirantes han sido asesinados, 77 amenazados y 11 secuestrados
Cuando las bandas se infiltran en el poder, la línea entre Estado y crimen se difumina